Suplemento Económico

Las instituciones, un elemento clave


Cada vez que se anuncia un premio Nobel en economía corremos todos a ver por qué lo han otorgado y cuál es el área de investigación y las contribuciones de los galardonados. Es que la ciencia económica se ha extendido tanto en las últimas décadas que resulta imposible para un economista abarcarlas todas, por lo que es muy probable que el premio traiga una novedad.

En el caso de este última, otorgado a Daron Acemoglu, Simon Johnson y James Robinson puede ser algo diferente porque han sido autores de reconocidos libros de divulgación, además de su trabajo técnico específico. Tal el caso de Por qué fracasan las Naciones, de Acemoglu y Robinson.
El tema es de central importancia para nosotros y es una pregunta que cuya respuesta hemos estado discutiendo desde Una investigación acerca de la causa y el origen de la Riqueza de las Naciones, de Adam Smith, publicado en 1776. ¿Por qué hay naciones prósperas y otras estancadas? Y en particular para nosotros, ¿por qué Argentina estuvo entre los países más prósperos del planeta y luego cayó en una larga decadencia?

La respuesta de Acemoglu y Robinson, siguiendo a muchos clásicos desde Smith, es que depende de la calidad de las instituciones, en su caso con énfasis en las instituciones políticas. Así es como aquellos países que desarrollaron o heredaron instituciones “extractivas” quedan atrapados en la pobreza mientras que los que adoptan instituciones “productivas” progresan.

Los autores han tomado como experimentos que crea la historia el caso de Corea del norte y Corea del Sur, por ejemplo. Es la misma cultura, historia e idioma pero uno siguió un camino institucional de protección del derecho de propiedad y libertad económica mientras que el otro uno de comunismo y represión y los resultados están a la vista.

“Las instituciones, que pueden ser formales o informales, establecen límites al poder”.

Algo similar podríamos decir de Alemania Occidental y Oriental, de Hong Kong y China hasta que ésta se diera cuenta o de los cubanos en la isla o en Miami. La evidencia es tan notable que cuesta entender que alguien siga anhelando esos regímenes, además del impacto que tienen en la libertad individual.

Entonces, las instituciones económicas (propiedad, libertad contractual, moneda sana, libre comercio) determinan los incentivos y restricciones de los actores económicos y a su vez los resultados que se obtienen. Como hay distintos grupos en la sociedad que se benefician de distintas instituciones económicas, hay conflictos, que se resuelven a favor de quienes tienen mayor poder político y ese poder está a su vez determinado por las instituciones políticas y la distribución de recursos. El progreso económico se produce cuando las instituciones políticas distribuyen el poder en forma amplia a través de derechos de propiedad definidos y extendidos.

Los autores también han argumentado que el clima ha sido un factor en esto. Cuando los europeos llegaban a países inhóspitos para ellos, como los cercanos al ecuador en África, desarrollaban instituciones extractivas para sacar los recursos, pero no asentarse allí definitivamente, mientras que cuando llegaban a climas similares a los suyos, como los de América del norte, se asentaban allí y trasladaban sus instituciones a las nuevas colonias, generando derechos de propiedad más extensivos.

Las instituciones, que pueden ser formales e informales, establecen límites al poder. En el caso de las políticas tenemos la vigencia del Derecho, la independencia de la justicia, la libertad de opinión y de prensa, la renovación de mandatos, la elección democrática de gobernantes. En el de las económicas son el respeto al derecho de propiedad, la libertad de intercambiarlos a través del comercio tanto local como internacional, la posibilidad de elegir una moneda sana para esos intercambios, la disciplina fiscal y los bajos impuestos, entre otras.

Esto es lo que intenta evaluar el índice de Calidad Institucional (ICI) que elabora la Fundación Libertad y Progreso y Relial cada año, donde lamentablemente vemos que Argentina se encuentra en el puesto 109 entre 183 países. Y también muestra dónde está nuestra mayor debilidad: en las instituciones económicas o de mercado estamos en el puesto 140, mientras que en las instituciones políticas en el 73.

Pero son precisamente estas últimas las que tienen que abrir el camino de mejora en las primeras, un camino que grupos de interés buscan frenar o bloquear para cuidar sus privilegios mientras el resto carga con sus costos. Argentina es un ejemplo de por qué fracasan las naciones. Esperemos que lo sea también de una sociedad que se da cuenta de ello y supera la fuerza de los grupos de interés para seguir el camino contrario.