Opinión
Mirador político

Las dos caras de la moneda

Hoy, el futuro es una moneda que está en el aire. Una de las caras representa al Gobierno y la economía; la otra, a los políticos y el Congreso. Una de las dos caerá boca arriba el año próximo y lo que prevalece es la incertidumbre, aunque en los últimos meses el Gobierno parece transitar un camino que se va despejando de manera progresiva.

El indicio más fuerte de esto es el del derrumbe del dólar. Cayó de 1.500 a 1.100 y se mantiene es ese rango. El segundo indicio es el de la inflación, que para octubre fue de 2,7%, la menor desde 2021.

El dólar bajó por caída de la demanda. Con la estabilidad el negocio es estar en pesos colocados a una tasa alta. Una vez obtenida una diferencia se puede volver a dólares. Eso es lo que predicen que ocurrirá los detractores de Milei.

“Bicicletas” de este tipo abundan en la historia financiera y todas terminaron mal. Pero hay quienes creen que la presente situación no es comparable, entre otros motivos, por la existencia del cepo.

Por lo tanto, la duración de la paz cambiaria es una incógnita, pero en gran medida depende de un factor no económico: la gobernabilidad. Y la gobernabilidad se ataca minando las herramientas del Gobierno para hacer las transformaciones que planea.

En cuanto a la caída perpendicular de la inflación, se trata de un fenómeno producto de dos factores: el ajuste fiscal y la estabilidad cambiaria. Esto lo entendió la oposición que en un primer momento quiso aumentar por ley el gasto previsional y universitario, pero fracasó. Pasó, por lo tanto, a atacar directamente el instrumento con que hace las reformas Milei, los DNU, pero ayer volvió a fracasar en la Cámara de Diputados.

El objetivo del kirchnerismo y sus aliados (UCR K, Federales, exPRO, peronistas “sin techo”, la izquierda) es bloquear la gestión para disparar una crisis de confianza, que los dólares vuelvan al “canuto” y que haya un estallido cambiario. Se imaginan la caída de Milei como capítulo final de esa crisis eventual.

Sin embargo, la cara política de la moneda atraviesa una crisis más grave aún. Es una crisis de liderazgo. La que avanzó para ocupar la jefatura de la oposición es Cristina Kirchner que ganó la interna del PJ y ayer llamó a la unidad del peronismo.

La expresidenta tiene problemas con el pasado y con el futuro. Con el pasado, porque hoy se espera la ratificación de su condena por corrupción en la obra pública. Con el futuro, porque no parece entender los cambios sociales que arrasaron a Sergio Massa hace menos de un año.

Ayer, en Smata, mientras Milei estaba nada menos que con el CEO de Uala, lo criticó diciendo que “habla de modernidad y de futuro, pero no entrega computadoras”. Confunde el avance tecnológico con el regalo de tablets. Tiene una visión clientelística de la política clavada en el cerebelo de la que no se puede liberar ni siquiera en circunstancias adversas al clientelismo.

Cree que para recuperar los votos perdidos hay que cantar la marcha peronista, cuando lo impostergable es cambiar de libreto.