Opinión

Las contradicciones del Gobierno monopolizan la agenda electoral

La Presidenta concedió a Chevrón ventajas que le había negado a otras empresas extranjeras. La promoción de Milani destruye el discurso oficial sobre DD.HH. Fuertes críticas por la AMIA.

El jueves Axel Kicillof chicaneó a quienes critican el acuerdo del Gobierno con Chevron con una frase redonda: "Pasaron de acusarnos de chavistas, a acusarnos de vendepatrias". Pero el problema no son las críticas opositoras, sino la conducta oficial que pasó de confiscar YPF a los españoles en un acto de ‘soberanía hidrocarburífera’ a entregarle parte del yacimiento más promisorio del país a una multinacional que no aporta ni lejanamente lo que hace falta para ponerlo a producir como se necesita, otorgándole además ventajas que le negó a otras empresas extranjeras que debieron irse. 

Esta inesperada reacción de la presidenta Cristina Fernández es menos atribuible a un acto de cipayismo que a la gravedad de la situación energética. Después de una década de desaciertos sólo un deterioro mayúsculo del sector puede explicar que un régimen que se autodefine como nacional y popular se trague semejante sapo. Y la debilidad que puso al ‘modelo’ a merced de las ‘corporaciones’ es consecuencia de que en 2011 -después de 20 años- la Argentina perdió el autoabastecimiento; que este año tendrá que importar combustibles por 13 mil millones de dólares; que ese absurdo despilfarro de divisas se come el 40% de los dólares que entran por la exportación agrícola; y que la pérdida de reservas de la última década fue calculada en unos 100 mil millones de dólares. En ese lapso el kirchnerismo anduvo en zigzag: confió en Repsol, después en Eskenazi (que pagó sus
acciones de YPF con distribución de dividendos, lo que redujo las inversiones) y después confiscó la empresa por falta de inversiones.

Estas contradicciones obedecen a que una conducción errática y oportunista - en busca de negocios que nunca estuvieron claros- llevó a la compleja situación actual. En ese marco la claudicación ante Chevron es menos alarmante como defección moral que como diagnóstico de la economía. 

A esto hay que sumar la promoción de un general con antecedentes más que dudosos, César Milani, a la jefatura del Ejército, las críticas de las víctimas de la AMIA por el acuerdo con Irán y la captura internacional pedida por el prófugo Ricardo Jaime, al que la Justicia salvó ‘in extremis’ de la cárcel. Una agenda electoral a pedido de la oposición en una campaña que ya se presentaba difícil para los candidatos kirchneristas, porque en la decisiva
provincia de Buenos Aires siguen corriendo de atrás. 

Si el acuerdo con Chevron se debe a la dura necesidad, nadie se explica, en cambio, por qué Milani. ¿Qué llevó a la Presidenta a entregar la conducción del Ejército a un militar que no sólo tiene antecedentes sospechosos en relación con la represión ilegal, sino que no está calificado políticamente para esa tarea?.

A esto hay que agregar que las acusaciones por violación de los derechos humanos tendrán una fuerte repercusión negativa en la imagen de un gobierno que no sólo se autotitula nacional y popular, sino que hizo del castigo a los represores una de sus banderas. Por imputaciones mucho menores el kirchnerismo ‘enragé’  -Bonafini, Verbitsky- crucificó al cardenal Bergoglio, aunque después tuvo que cerrar la boca por razones de público conocimiento. Carlotto, por su parte, continuó hostilizando con sospechas a la dueña del diario ‘Clarín’ aun después de que la genética probara falsas las acusaciones en su contra por supuesta apropiación de hijos de desaparecidos. 

Tampoco nadie se explica a esta altura por qué la Presidenta firmó el acuerdo con Irán que no produjo ni producirá ningún avance en la investigación del atentado a la AMIA. La decisión fue tan poco afortunada que ya no puede participar de los actos con los que se recuerda la matanza, por lo que debió viajar a Colombia para salir del paso. 

Pero las desventuras del kirchnerismo no terminan aquí. Están comenzando a detectarse reacciones en la segunda línea de dirigentes que apenas unos meses atrás hubiesen resultado inimaginables. El senador Daniel Filmus pidió ser reemplazado en la Comisión de Acuerdos de la Cámara alta que debe dictaminar sobre el
ascenso de Milani. Filmus se encuentra en medio de una campaña difícil, luchando por no llegar en tercero. Por su parte, el ministro del Interior, Florencio Randazzo, dijo el viernes que los ex funcionarios deben estar a disposición de la Justicia. Fue una alusión directa a Jaime y una toma de distancia. Nadie parece dispuesto a inmolarse por quien fue no sólo hombre de confianza, sino amigo íntimo de ‘él’.