Espectáculos

La vigencia del pensamiento de Alberdi

Yamil Ostrovsky dirige una versión de ‘El gigante Amapolas’ que seduce por su resonancia en el contexto actual. Escrita por Karina Mariani y protagonizada por el actor Esteban Fiocca, la obra apela a un humor político que aspira a ser imparcial pero despierta comparaciones inevitables con la dirigencia de hoy.

¿Aparece Milei en la obra? Y no. O sí. O ni. Depende de cómo se mire, depende de quién mire. Pero lo cierto es que la puesta del clásico ‘El gigante Amapolas’ (sábados a las 21 en el Teatro de la Fábula, Agüero 444) seduce ahora con las resonancias que puede despertar en este contexto actual tan agitado. Sin embargo, se trata de una pieza de humor político escrita por Juan Bautista Alberdi allá lejos, a mediados el siglo XIX .
En su material, Alberdi arroja dardos contra Rosas. Burlonamente, le cambia el apellido por el de otras flores. Pero no se queda en la crítica acérrima, va más allá y habla con humor y sarcasmo de la sinrazón de las guerras, de la necesidad de encontrarse y pelear por un objetivo común. Algo tan necesario en 1842 como ahora.
Al frente de la puesta actual se encuentra el director Yamil Ostrovsky. reconocido por su trabajo como coreógrafo y responsable de numerosos espectáculos infantiles, así como por la dirección de obras como ‘Sueño de una noche de verano’ y ‘Mandinga, el Diablo que vino de Africa’. Cultor del llamado teatro físico, el director se juega en ‘El gigante Amapolas’ por una performance donde prevalecen los cambios de ritmos, las onomatopeyas y los movimientos corporales.
Clave en la propuesta resulta el actor Esteban Fiocca, quien realiza un verdadero despliegue componiendo a cinco personajes. Fiocca varía ritmos, tonos e intenciones para dar vida a la obra imaginada por Alberdi hace 180 años.

EN FAMILIA
La versión libre, en tanto, corresponde a Karina Mariani, esposa de Ostrovsky, pero ante todo licenciada en Comunicación Social y columnista de varios medios (entre ellos, La Prensa). En su proceso de adaptación, Mariani condensa los personajes pero rescata el valor del texto del padre de nuestra Constitución.
En su estudio y taller donde da clases de teatro físico, Ostrovsky recibe a este medio. Se ven libros, muñequitos de superhéroes, espejos; todo su mundo aparece desplegado. Vive ahí mismo con su mujer, con quien tiene tres hijos. “Karina escribe y adapta la mayoría de las cosas que yo dirijo, pero es muy perfil bajo”, explica. Y recuerda que hacer ‘El gigante Amapolas’ partió precisamente de una propuesta de ella.
“Con Esteban -a quien conozco desde nuestras clases de teatro con Raúl Serrano- veníamos trabajando hace bastante con el filósofo francés Étienne de La Boétie. Queríamos hablar de la libertad. Luego nos metimos con un monólogo de Segismundo en ‘La vida es sueño’. Veníamos metiéndole a eso, pero un día Karina aparece con el material de Alberdi y lo releímos. Yo la adapto, nos dijo. Ella transformó el texto, que tiene muchos personajes, en un monólogo y quedaran cinco. Nos encantó”. -¿Qué le gustó sobre todo?
-Hay momentos en que discuten entre ellos y va tan rápido que a vos te queda la imagen de que son cuerpos diferentes. El cambio es muy veloz. Es re complejo. Pero cada transición está armada, entrenada. El sostiene todo. Casi no hay música. Al empezar, termina de sonar una trompetita, cae el soldado a escena y arranca, y nunca más sale de escena. Por otro lado, no podemos creer la actualidad del material.
-¿En qué lo ven?
-Cada ensayo trabajábamos cierta escena y era decir ¡uh!, esto es justo lo que acaba de pasar. Encima, con la campaña, las resonancias se multiplican. Y una cosa que mucha gente dice: Alberdi era anti Rosas. No es tan así: en realidad, lo que hace Alberdi es referir a Rosas, pero también a los opositores.

HUMOR POLITICO
-Reparte para todos lados.
-Sí. Es esa cosa del humor político, que no debiera repartir solamente para un lado. Para mí es una alegría enorme que haya humor político.
-Es difícil de conseguir.
-Totalmente. En la obra lo que gusta, insisto, es que no estamos ni para un lado ni para el otro. Sucede que el humor político post Tato (Bores) es bastante parcial. Todos estos atacan a estos otros y defienden a los propios. Acá es parejo. Tato era más imparcial: criticaba al que estaba en el poder pero le pegaba a todos. ‘El gigante Amapolas’ de alguna manera hace eso. El texto ni siquiera está marcado en una época, está como genérico. Además, Alberdi dentro de ese humor está mandando un mensaje.
-No en sentido de moraleja.
-No. En el material se ve eso de que te estás riendo de algo que en realidad es trágico. Uno de los personajes, el soldado, somos nosotros. Alberdi nos dice: todo esto es así y estos son así, ¿pero nosotros, qué hacemos? Nos está interpelando, nos dice: riámonos de esto, pero también recalca que “vos podrías liberarte de estos que están haciendo un juego entre ellos”. No es un golpe bajo ni reclamo. Se evidencia. De repente te das cuenta. Es más, el gigante es una luz, el soldado hace un chasquido y la apaga. Pero hasta que se da cuenta de que puede apagarla, es un gigante.
-Además de la reflexión, la gente también se ríe.
-Entran en código rápidamente; funciona. Tenemos la sensación de que es un buen momento para hacer humor. La gente necesita descargar. Cuando les digo que es de humor, les cambia las caras. Estamos en un momento de mucha incertidumbre y reírse es necesario. Además, en la sala De la Fábula nos preguntan si lo hicimos a propósito y la verdad es que no, cuajó ahora. No muchas veces pasa que lo que uno quiere coincida con lo que está pasando en la actualidad. La gente viene y al terminar me dicen: este era tal o este era cuál.
-¿Cree que aparece Milei, por ejemplo?
-Eso depende de quién mire. Pero no hay nadie que vos digas: es ese. Unos dicen: este es Rico o este es Milei ante el mismo personaje. Cada uno, según su edad o sus ideas políticas, pone y reparte diferente. Nosotros no hicimos una marcación respecto de eso. Al contrario, mantuvimos esa cosa genérica del texto original. Alberdi utiliza arquetipos. Y lo que más nos gusta, repito, es que no estamos ni para un lado ni para el otro. Le da parejo a todos, Milei incluido.