Política
Buenos Aires fue la única capital virreinal no reconquistada por España

La toma de Montevideo

El episodio fue reconocido por San Martín como la victoria más importante de la revolución americana hasta ese momento (1814). Las hazañas navales del almirante Guillermo Brown fueron fundamentales.

Por Alejandro Poli Gonzalvo

La Guerra de la Independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata abunda en hechos heroicos. La primera victoria de la Revolución de Mayo en Suipacha, la espartana valentía de las tropas de Belgrano en Tacuarí y su clarividente desobediencia en Tucumán, la guerra gaucha de Güemes, el cruce de los Andes y los triunfos decisivos de Chacabuco y Maipú, la intrépida carga de caballería de Lavalle en Riobamba jalonan de gloria a las armas de la patria. En esta saga de bravura y arrojo, la toma de Montevideo no tiene popularmente el reconocimiento que se merece.

Producida la Revolución, Buenos Aires se pone al hombro la guerra revolucionaria y con una capacidad que asombra al observador imparcial forma el ejército expedicionario al Alto Perú, la expedición armada a Paraguay y la expedición libertadora de la Banda Oriental. Pero mientras que Buenos Aires exhibía todo su potencial bélico terrestre, el dominio de los ríos correspondía a la escuadra realista fondeada en Montevideo.

Debido a este factor, en la temprana fecha de junio de 1810 se inicia el bloqueo naval a Buenos Aires, que impedía el reaprovisionamiento de la ciudad y aseguraba el control de los ríos a los españoles.
Con el objeto de poner fin al bloqueo, la Junta de Buenos Aires crea la primera flotilla naval, compuesta por tres buques, la goleta Invencible, el bergantín 25 de Mayo y la balandra Americana, al mando del antiguo corsario maltés Juan Bautista Azopardo. Su segundo será el marino francés Hipólito Bouchard.

Enterados los realistas de Montevideo, despachan una flotilla de siete naves para enfrentarla. El combate tuvo lugar en el río Paraná, en las cercanías de San Nicolás de los Arroyos el 2 de marzo de 1811. El resultado fue la destrucción de las naves patriotas a pesar de la desesperada resistencia de Azopardo a bordo de la Invencible, que continuó la lucha con ocho hombres ilesos del total de cincuenta de su tripulación. Solo aceptó rendirse ante la enorme superioridad enemiga luego de cuatro horas y media de lucha, no sin antes intentar volar la nave.

A diferencia de la derrota en el río, en tierra oriental la sublevación de la campaña tras el Grito de Asencio (28 de febrero de 1811) confinó a las tropas realistas en Montevideo. Regresado Belgrano de su campaña al Paraguay, fue puesto al frente del ejército.

Su segundo al mando, Manuel Artigas, primo del caudillo oriental, obtuvo la victoria de San José el 25 de abril y murió días después a causa de las heridas recibidas. Es uno de los dos oficiales homenajeados en la Pirámide de Mayo por ser los primeros caídos en combate.

Entretanto, Jose Gervasio Artigas se dirigió hacia Montevideo con sus milicianos y con tropas de apoyo enviadas desde Buenos Aires y obtuvo una gran victoria en la batalla de Las Piedras (18 de mayo), dando comienzo al sitio del último baluarte realista en el Río de la Plata.

La ciudad no podía ser tomada por tierra por la presencia de imponentes murallas de nueve metros de altura y seis de ancho y sus fortificaciones complementarias. Sólo era posible ocuparla cortando su abastecimiento desde el estuario del Río de la Plata, dominado por los buques realistas.

Por esta razón, en 1814 Montevideo continuaba sitiada mientras el Alto Perú se encontraba indefenso luego de la derrota del ejército del Norte en Ayohuma (noviembre de 1813). Sin embargo, la peor amenaza provenía de España. En mayo de 1814, Fernando VII recuperó el trono perdido a manos de Napoleón y abolió las reformas liberales de las Cortes de Cádiz. Y de inmediato ordenó preparar una gran fuerza expedicionaria de 10.000 hombres para ser enviada a América. Aunque existen controversias entre los historiadores, uno de los destinos más probables era el Río de la Plata, donde la posibilidad de usar a Montevideo como cabeza de playa para la expedición representaba una amenaza formidable.

La amenaza era creíble al observar que España envió 4.520 hombres de refuerzo a Montevideo antes de su captura por Alvear. Por fortuna, esa posibilidad desaparecería por la extraordinaria gesta del Almirante Guillermo Brown.

PADRE DE LA ARMADA

El padre de la Armada argentina nació en 1777 en Foxford, Irlanda y arribó a Buenos Aires en 1810. Hizo un viaje a Chile a través de la cordillera y a su regreso compró terrenos en Barracas en los que construiría la célebre Casa Amarilla. En 1813 arribaron su esposa y dos hijos para radicarse en Buenos Aires.

En el interín, pasaron tres años desde la derrota en San Nicolás para que el Director Supremo Gervasio Posadas bajo la presión de su sobrino Alvear y de la Logia Lautaro (y con el decidido apoyo del Ministro de Hacienda Juan Larrea) armara una nueva flotilla, que fue puesta al mando de Brown el 1 de marzo de 1814. De inmediato, puso proa a la isla de Martín García, la que ocupó el 15 de ese mes tras cinco días de intensa lucha naval y terrestre.

Su próximo paso fue establecer un bloqueo de Montevideo, cuyos poderosos cañones protegían a la armada realista. Luego de venticuatro días de bloqueo, los realistas decidieron enfrentar a las naves de Brown, que fingió una retirada. El combate tuvo lugar entre el 14 y el 17 de mayo a la altura del puerto del Buceo.

Nueve barcos patriotas se enfrentaron a doce barcos realistas. Brown fue herido en una pierna pero continuó al comando de la flotilla, que obtuvo una completa victoria. Destruida la mayor parte de las naves enemigas, el almirante completa el sitio terrestre de Montevideo con el bloqueo naval. El 20 de junio el gobernador Vigodet se rindió ante Alvear, jefe del ejército sitiador, cuando la ciudad tan solo tenía provisiones para una semana.

La toma de Montevideo fue reconocida por San Martín como la victoria más importante de la revolución americana hasta ese momento. Los resultados lo confirman. Seis mil quinientos oficiales, soldados y marinos quedaron prisioneros. Se tomaron quinientos cañones, dieciocho mil fusiles, toneladas de pólvora y municiones, que contribuyeron a reequipar a los ejércitos patrios. Y se capturaron cien buques mercantes y unos veinte buques de guerra.

Conocida la pérdida de Montevideo, la fuerza expedicionaria creada por Fernando VII se dirigió al territorio de Costa Firme, donde reconquistó la Capitanía de Venezuela y posteriormente el Virreinato de Nueva Granada.

En las Guerras de la Independencia americana, Buenos Aires fue la única capital virreinal no reconquistada por España. Las hazañas navales del almirante Guillermo Brown fueron fundamentales para ese logro.