Opinión
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La tan amada y suicida cocaína

La Unesco dice: “En la medida que la guerra se inicia en la mente de los hombres, es en la mente de los hombres que debe ser combatida”.

Llega un paciente casi sin nariz ya dañada por el uso inveterado de la droga por vía nasal, no duerme; otro ya delirante toca el timbre de la institución buscando una salvación frente a la compulsión que lo rodeaba e invadía. Otro había vendido un coche por droga a un precio irrisorio, una joven vende su sexo por un plato de cocaína; otro es buscado por la familia durante más de treinta días y vive en un “burdel” regenteado por un perverso rodeado de mujeres que practican el sexo lésbico también inundadas de cocaína, etc., etc. Esto me lo enseña la clínica todos los días. Es la verdadera pandemia. Llegan pacientes cada vez más deteriorados.
Se ganó la batalla de las mentes. Pandemia de consumo en desarrollo y lo muestran datos estadísticos del Gobierno de la Ciudad. La cocaína es la sustancia por la cual se pide más ayuda a la línea 108 (ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat de la Ciudad) y aumentó el 2 por ciento el número de llamados de un año a otro. Después de la cocaína se pide ayuda por la marihuana y el crack.
El 35 por ciento de las personas que llaman a una línea de asistencia del Gobierno porteño lo hacen por el consumo de esta droga (cocaína); se comunican chicos desde los 13 años. En la historia de ellos ya se comprueba que no estudian ni tiene planes para trabajar y las discusiones con sus familias son permanentes.
Muchos son los que viven de la plusvalía que genera la cocaína que deja un tendal deja muertos, demenciados descerebrados y antisociales que tienen en el delito la forma de conseguir más y más con la cárcel como destino en el mejor de los casos.
La producción de estas drogas aumenta día a día desde el norte de la Argentina a distintos países, algunos caribeños, incluso han reemplazado el petróleo por la producción de esa “planta mágica”, como ha dicho en la misma ONU un Presidente con el silencio de la mayoría de los medios.
Mientras tanto esa producción masiva forma un narcomarketing (dominio de las mentes) con especialistas en comunicación, streaming, youtubers; todo sirve para vender y seducir, y con un sistema de distribución cada vez mas aceitado que recuerda a los “deliverys” de una pizzería o restaurant. No hay que moverse de la casa. Servicio al instante. Muerte próxima.
A su vez se suman cadenas bancarias, rutas de lavado, dinero contante y sonante para seducir o matar a funcionarios. El supra Estado hace de los estados nacionales una marioneta. Los Pablo Escobar pululan por doquier.

HISTORIA DEL CONSUMO
En la historia del consumo de drogas el rechazo al consumo de drogas ilícitas fue roto cuando prestigiosos educadores aceptaron cándidamente la trivialización del consumo de marihuana en los Estados Unidos. No se encontraban efectos perjudiciales cuando hoy se sabe que existe mayor posibilidad de contraer esquizofrenia y otras enfermedades psicóticas. Esto sucede en la postguerra.
Así fue creciendo el consumo en todo el mundo. Se hablaba de un “uso juicioso de la marihuana”. Rápidamente toma un lugar la cocaína como otra droga inocua en los albores de los ‘70. Luego sigue en ese país la heroína. Aumenta la criminalización de los pacientes y no alcanzan las camas para una mera desintoxicación mientras sigue aumentando el consumo.
El New York Times llamaba a la cocaína el “champagne” de las drogas (1974) e incluso se recomendaba consumirla dos o tres veces por semana. No más y se ignoraba el deterioro del cerebro que esta droga generaba en los sistemas del placer hipotecándolo y generando un daño en los lóbulos frontales y temporales como occipitales que son la conquista de la civilización y que nos separa de los animales. El cerebro automático y simiesco reemplaza al cerebro en sus estructuras más evolucionadas. Todos los sistemas metabólicos sufren; hoy tenemos jóvenes con diabetes, hipertensión, infartos, etc.

LA DECADA DEL CEREBRO
Muchos científicos se adelantaban a la llamada década del cerebro (1990) en donde se comprueban los daños que ocasiona en esa organización perfecta que es el sistema nervioso, tanto es así que recién en 1998 el NIDA (máximo organismo de adicciones de los Estados Unidos) la llegó a llamar enfermedad cerebral.
Pero la popularidad en los ‘80 del “champagne” de las drogas. Era grande especialmente en los ambientes artísticos de California (cine y medios de comunicación). La canción de Eric Clapton fue un éxito: “Cuando el día ha terminado, y quieres huir ¡cocaína! cuando cuando recibes malas noticias y quieres patear el cielo ¡cocaina!”. Todo esto estimula la aceptación social.
Pero empiezan a aparecer muertos famosos: artistas, deportistas; la muerte del hijo de Paul Newman. Sobresaltan al ambiente que tanto la promovía por una palabra que empieza a ser habitual: sobredosis.
Como orgia de muerte aparece la pasta base “free base” y el crack (cocaína, bicarbonato, agua; todo esto se disuelve y luego se fuma). Fórmula letal. Suicidio lento o rápido en puerta.
Pero la batalla de las mentes ya se había ganado a pesar de las consecuencias y de los estudios científicos que se daban a conocer de los daños y de la abstinencia creciente que pedía más y más drogas, con un vacío depresivo enorme que llevaba a repetir dosis hasta la sobredosis con probable suicidio. Las evidencias no bastaban.Se había ganado la batalla de las mentes.
Los datos ya mostraban en los inicios de los ‘80 (Conferencia sobre cocaína en California), como dijera Gabriel Nahas en su libro la ‘Peste blanca’:
1. Deterioro de las funciones cognitivas como la capacidad de sentir, habilidades intelectuales y memoria con síntomas agudos (excitación psicomotriz, por ejemplo ) y crónicos (delirios persistentes) .
2. Después de cada toma, decía el maestro, a quien tuve el honor de traer a la Argentina en 1995, aparecerán dos manifestaciones irreversibles: sensación de placer y un oscurecimiento de las funciones intelectuales lo que impide una relación autentica entre el cerebro y el ambiente.
3. Mientras tanto aumenta la tolerancia (necesidad de mayores dosis), la abstinencia y el reforzamiento permanente o sea la autoadministración repetida. La sobredosis está ahí… cerca.

MORIMOS COMO RATAS
Mientras tanto la experiencia de las ratas es concluyente´(las ratas tienen una enorme similitud genética con los humanos ya que el 95 por ciento del genoma de ratones y humanos es el mismo). Ya desde la década del ‘60 se emplearon ratas para estudiar adicciones. Preferían las ratas la droga (cocaina) a la comida y se morían consumiendo cocaina. Tenían que bajar una palanca; en una había agua y comida y en otra una sustancia psicoactiva. Repetían esto último.
Luego se hizo otro experimento con ratas en 1977 con un ambiente más estimulante de juegos para dos grupos de ratas y preferían también la sustancia psicoactiva a la comida hasta morir.
Pero no es solo un problema médico hay múltiples intereses que cancelan todo discurso preventivo y limitan la creación de centros de asistencia profesionalizados. La batalla de las mentes parece perdida.