Opinión
El rincón del historiador
La supuesta dicotomía entre liberales y radicales en la UCR
El año pasado al cumplirse cien años de la presidencia de Alvear, ‘El Club de la Libertad’ -prestigiosa institución liberal- me invitó a disertar en un panel que aludía al expresidente y nieto del héroe de Ituzaingó como ‘un presidente liberal’, concepto sobre el que se explayaron los demás oradores que participaron.
Cuando llegó mi turno, con el mayor de los respetos, dije que me permitía señalarles que Marcelo Torcuato de Alvear había sido un presidente radical dado que había adherido a la UCR desde su inicio en la vida política a fines del siglo XIX cuando era un jovencísimo abogado cautivado por la figura mítica de su líder Leandro Alem y había terminado sus días como máxima autoridad de dicho partido al que había consagrado su vida, sus anhelos, sus desvelos y esfuerzos, incluyendo en ellos sus seis años como primer magistrado.
LA RELACION CON YRIGOYEN
También señalé en la oportunidad algo que he trabajado en estas crónicas. La relación de Alvear con Yrigoyen que, aunque con breves altibajos, fue constante por cuarenta años de solidaridad política. Lo cual se demuestra con las dos oportunidades en que el “caudillo radical” lo eligió su sucesor; en 1922 para ser primer magistrado y en 1931 como líder del partido radical proscrito y perseguido.
EXPLICACION NECESARIA
En los últimos días y en contexto de una campaña electoral para la segunda vuelta o balotaje y motivados en la desesperante necesidad de conseguir adhesiones que se traduzcan en votos hemos escuchado decir que el auténtico radicalismo es el que sigue la línea Alem-Alvear como la que representa el ideario del más antiguo partido nacional que ha recorrido tres siglos de existencia.
El tamaño de la impostura nos exime de asumir la responsabilidad de desmentir o ratificar el aserto aunque desde la óptica de esta columna que habitualmente aborda la temática histórica del radicalismo nos resulta difícil sustraernos a la tentación de ofrecer una explicación procurando clarificar episodios y situaciones en torno a las cuales -aunque sean verídicas- se construye una narrativa que se choca de bruces con la realidad.
El subterfugio no nos impide decir que son falsedades que deben ponerse negro sobre blanco (no al revés, como erróneamente se afirma).
Alem fue un auténtico romántico de la política, por lo tanto las ideas liberales habían calado hondamente en él y las representó cabalmente en su extenso “cursus honorum” que lo llevó a ocupar escaños como diputado a la legislatura de Buenos Aires y como diputado y senador al Congreso Nacional. Lo hizo en representación de diversos partidos, algunos efímeros y otros de existencia más prolongada.
El viejo Partido Autonomista que lideró Adolfo Alsina, caudillo porteño por excelencia fue su alma mater. Enemistado con él, Alem pasó a fundar el Partido Republicano junto a su habitual compañero de luchas, Aristóbulo Del Valle, que se evaporó muy pronto. Luego de un tiempo alejado de la política activa retornó convocado por la joven generación porteña (que integraba Alvear) que había dado vida a esa primigenia Unión Cívica de la Juventud que bien pronto descartó dicho aditamento cuando los senectos Mitre, Irigoyen, Estrada junto a la generación intermedia representada por Alem, Del Valle e Hipólito Yrigoyen tomaron protagonismo en aquella Unión Cívica que aspiró a conducir la transición republicana del viejo régimen conservador oligárquico. La palabra liberal (que alguna vez fuera utilizada para denominar un Partido al que adhirió Barolome Mitre pero que pronto pasó a llamarse Partido Nacional) no serviría para denominar esa nueva fuerza que asomó pujante, novedosa y combativa para enfrentar al conservadorismo. Promovían ideas del liberalismo pero no eligieron llamarse liberales.
¿LIBERALES VS. RADICALES?
Tampoco sería la ecuación correcta. Alem y Del Valle si bien identificados con las ideas del liberalismo político, combatieron con pasión políticas ultraliberales en lo económico sobre todo en la presidencia de Juárez Celman ya antes de la Revolución de 1890. Ha dicho además Yrigoyen a través de los varios lustros en que combatió al régimen oligárquico "nuestro programa es la Constitución Nacional", plexo que sin dudas contiene los grandes lineamientos de la visión liberal de la Argentina del siglo XIX, aunque la lucha más fogosa se dio precisamente para hacer realidad por medio de la garantía del sufragio el principio representativo que asegura el artículo primero de nuestra ley suprema.
LOS POSTULADOS
Si atendemos a la evolución de las relaciones socioeconómicas en los gobiernos radicales de Yrigoyen y Alvear podrá comprobarse que en ambos casos los viejos postulados liberales fueron en general respetados y puestos en práctica. Ambos con austeridad cuidaron el déficit y ordenaron las cuentas públicas (Yrigoyen recibió el comercio exterior jaqueado por la Gran Guerra Europea). También ambos presidentes, supieron introducir correcciones en el sistema económico cuando razones estratégicas así lo recomendaban: atenuar las desigualdades construyendo un Estado social de derecho con leyes laborales y los primeros regímenes previsionales, la creación de YPF e implementación de una agresiva política de desarrollo territorial.
Así, marcamos que la supuesta dicotomía planteada entre liberales y radicales en el seno del radicalismo (partido horizontal, policlasista, de raíz movimientista) es argumentativo y puramente literario, inspirado -es obvio- en atendibles motivos proselitistas que la urgencia de la hora exige.