A Juan Martín de Pueyrredon, le tocó asumir el mando del Ejército Auxiliador del Perú para el que había sido designado después del desastre de Huaqui sucedido el 20 de junio de 1820. Cuando informó al gobierno de Buenos Aires el 4 de octubre la retirada con las tropas después de vaciar la Casa de la Moneda de Potosí en una épica hazaña anotó: "El físico don Diego Paroissien ha demostrado, que el valor militar no está limitado a la profesión militar, pues con un fusil en la mano, no ha tenido que envidiar a los bravos". Este reconocido médico habría de participar con señalado mérito en la campaña sanmartiniana.
Pueyrredon llegó a Salta bastante delicado de salud donde lo atendió el doctor Redhead que habría después de ser el facultativo de Belgrano. Hialmar Edmundo Gammalsson ha descripto muy bien la situación: "El ejército del Norte cuya jefatura se le asignó a Pueyrredon, lo eran tan sólo en su denominación, pues carecía de armamentos y de equipos, perdidos en la retirada, y se hallaba constituido por el resto de las distintas unidades que en la huida, dispersos, indisciplinados y desmoralizados".
El nuevo jefe el 18 de octubre le escribió al gobierno: "Uno de los ramos de absoluta ruina y de mayor importancia para este ejército es la curación de los infelices enfermos; y no encontrándose en estas ciudades los remedios y útiles necesarios para el efecto, incluyo a VE. la lista de los objetos de más urgente necesidad".
Dos meses más tarde destacaba la labor del citado Paroissien y de Bartolomé Tejerina, que "hacen esfuerzos y se esmeran en la atención de los enfermos, suple hasta aquí la falta de asistentes y más cirujanos". Pero las cartas llegaban a Buenos Aires y distintas circunstancias las dejaban en el olvido.
El ejército ahora instalado en Jujuy, seguía con los mismos problemas, pensar una marcha con enfermos que demora mayor tiempo y sin recursos no era una tarea fácil. Desde el Cuartel General escribió nuevamente al Triunvirato: "Apenas tomé el mando de este Ejército, remití a V.E. desde Salta una relación de los medicamentos que necesitaba con urgencia el Hospital Militar. Ha llegado el caso en que teniendo ciento treinta y seis soldados enfermos con otros muchos de la División que forma la Vanguardia los veo expirar sin que tenga otras medicinas con que asistirlos que aceite de almendras y sal de Inglaterra, únicas drogas que se han podido encontrar en estas ciudades inmediatas. Ruego por tanto a VE, que por la posta se me remitan los que constan de la adjunta relación sin embargo de las anteriormente pedidas pues yo no puedo sobrellevar con indiferencia los tristes clamores de los infelices dolientes, por cuya razón me he retraído de visitarlos como solía y debo". El aceite de almendras se usaba como desinflamante y la sal de Inglaterra o sal inglesa, es un purgante.
IMPRESIONANTE
La lectura del documento impresiona, muertos, falta de medicina y sufrimiento de los enfermos, mientras que el gobierno de seis libras de alcanfor, sólo le remitió una "porque no se encuentra más" y a ello el retraimiento de Pueyrredon en visitar a esa gente porque no podía responderles y los veía expirar.
A ello la salud de Pueyrredon que en vez de mejorar empeoraba, por lo que nuevamente escribió al gobierno: "Yo voy a concluir, o a imposibilitarme en pocos días más y esto se lo lleva la trampa, si no vuela el que ha de reemplazarme". No es el caso disminuir el mal de Pueyrredon, pero creo que estos párrafos son el grito de un jefe solo y abandonado, buscando auxilio.
El Triunvirato tuvo noticias esto y el 27 de febrero, el mismo día que Belgrano enarbolaba la Bandera en las barrancas del Rosario, aceptó la renuncia de Pueyrredon. En ese mismo acuerdo dispusieron enviar "al coronel don Manuel Belgrano para que se reciba del mando del ejército del Perú".
Mientas tanto Pueyrredon el 2 de marzo informaba que las medicinas que le habían remitido por el capitán Eustaquio Moldes estaban casi agotadas. A la vez Belgrano el 1 de marzo abandonó Rosario y a los pocos días el paludismo atacaba al ejército, así Belgrano desde el cuartel de Campo Santo, escribió en abril al gobierno: ""Por la razón que VE. se sirve acompañar a su oficio del 20 del pasado de lo que conduce don Pedro Carrasco, no parece que traiga los medicamentos pedidos. El ejército está sin ellos, y aún lo que es más sin quina, principal agente para desterrar el tal chucho que tiene casi la mitad de la gente inútil". La falta de respuestas del gobierno la solucionó la providencia con dos cargas de quina encontradas en Jujuy.
Sin embargo el estado general era desastroso y lo prueba su carta del 28 de abril: "Cuento con 1.500 hombres en el ejército, pero la mitad de ellos están enfermos".
Poco queda agregar sobre el sacrificio de estos hombres en aquellos tiempos, las cartas de Pueyrredon y Belgrano, los documentos de por sí son harto elocuentes.
* Historiador y vicepresidente de la Academia Argentina de Artes y Ciencias de la Comunicación.