La Argentina no se destaca por ser un país prolijo en materia de administración. Nuestra historia así lo demuestra. De allí que 23 cepos y 3 hiperinflaciones después estemos en un estado crítico, con inflación de tres dígitos y una pobreza que alcanza al 40% de la población.
El resultado de las PASO y el magro nivel de la economía dejan entrever un cambio de rumbo en diciembre. El nuevo programa implicará la salida del cepo vía la unificación cambiaria, la actualización de las tarifas y la ejecución de un cronograma de reformas estructurales.
El equipo de la Fundación Libertad y Progreso encabezado por el economista Aldo Abram trabaja desde hace tiempo en un esquema bimonetario que, elecciones mediante, podría ser aplicado por Carlos Melconian en caso de que triunfe Patricia Bullrich.
“Este cepo cambiario es kafkiano. Es una maraña, mucho peor que el que dejó Cristina Fernández de Kirchner”, señala Aldo Abram.
-¿Cómo describiría el esquema bimonetario?
-Estamos trabajando en la libre opción de monedas. Lo lógico que va a terminar pasando es que por tradición y costumbre la gente va a usar pesos y dólares, como los usa hoy, nada más que formal y legalmente. Nosotros queremos darle el marco legal para que eso pueda suceder y no tengan los problemas de hoy, donde un juez puede decir que al tipo de cambio oficial es posible cancelar en pesos algo que se pactó libremente con otra persona en dólares. Mientras haya una contraparte que acepte hacer una operación cualquiera en una determinada moneda, distinta del peso, se va a poder hacer. Estamos pensando que el curso legal a una moneda en la Argentina se lo de el hecho de que tenga curso legal en algún país del mundo. Lo cual no excluye a las criptos, pero tienen el carácter de especies.
-Pero el esquema se implementaría como una canasta opcional de monedas.
-Cualquier moneda que tenga curso legal en algún país del mundo. Hoy de hecho las criptos se pueden usar incluso en la Argentina para hacer pagos. Claramente ese camino va a seguir estando disponible. Hoy, de hecho, el ministro Massa y el Banco Central están fomentando los plazos fijos en yenes. Y si un banco quiere aceptar plazos fijos en francos suizos, también sería viable.
-¿Habría que aplicar este plan ya desde el 10 de diciembre?
-La realidad es que si uno mira la historia argentina, estamos en el cepo número 23. De los 22 anteriores, a 21 los intentaron sostener en el tiempo. Todos ellos terminaron en bancos centrales quebrados, como el actual, y con tremendas crisis cambiarias y monetarias. Tres de esos cepos terminaron en las tres hiperinflaciones que tuvimos. Ibamos hacia la cuarta y la paró Cavallo con la Convertibilidad. Y ahora, si intentamos sostener este cepo, vamos a terminar con otra hiperinflación. Esa es la realidad. Pudimos claramente haber terminado con una hiper en el cepo de Cristina Fernández de Kirchner. No ocurrió porque perdió el kirchnerismo y el gobierno no intentó sostenerlo. Y ganó Cambiemos, que se sale a la semana del cepo con la unificación cambiaria. En realidad decir que se salió del cepo es un poco engañoso porque en realidad el cepo no es solamente el no tener un único mercado cambiario sino que hace a la cantidad de restricciones, parches e imposiciones que existen. En ese sentido se eliminaron casi todas y otras demoraron algunos meses. La gran mayoría de las empresas y la gente el día 17 de diciembre ya estaba operando en un único mercado cambiario libremente.
-¿Es eso lo que hay que hacer desde el primer día?
-Yo creo que hay que hacerlo. ¿Y por qué recién después del 10 de diciembre? Claramente porque hoy no tenemos un gobierno con credibilidad y con un diagnóstico correcto. De hecho, creen que esto se puede seguir sosteniendo. Una muestra es que están proponiendo para el año que viene mantener el Impuesto País, que es la alternativa que sugieren usar para compensar a las provincias por lo que van a perder por el impuesto a las Ganancias de las personas físicas. Pero el Impuesto País sólo tiene sentido en la medida en que haya diferencias cambiarias. Si hay uno solo, ya no tiene sentido. Otra cosa es que evidentemente ni el gobierno, ni el ministro de Economía y candidato piensan que acá hay un problema de fondo mucho más grave que simplemente un problema fiscal y monetario. Simplemente es que la Argentina ha perdido toda credibilidad de los argentinos y los extranjeros de que éste puede ser un país normal. Los países considerados normales son aquellos donde se generan mayores oportunidades de progreso para la gente. En los últimos 60 años han hecho reformas estructurales que les han permitido, con sacrificio y esfuerzo, estar dónde están hoy. Son las reformas que nosotros nos hemos negado a hacer sistemáticamente para no sacrificarnos. Y lamentablemente hemos hecho el peor de los esfuerzos y sacrificios. Nos empobrecimos todo el tiempo, en una historia de decadencia, de ir de crisis en crisis.
LOS PESOS
-En un esquema bimonetario, ¿cómo convencer a la población de que siga usando el peso? ¿No se inclinará naturalmente hacia la moneda más fuerte?
-No, eso no es así. Hoy sí podría serlo. De hecho, la demanda de pesos se está derrumbando. La cantidad de pesos que hay en circulación comparado con el momento que salió Cambiemos del cepo es mucho mayor, pero valen muchísimo menos.
-Para operar en el día a día, con este nivel de alta inflación, la gente se va a sacar de encima los pesos y se quedará con el dólar. Aumentará la circulación.
-La gente va a preferir el peso. De hecho, hoy prefiere el peso. Los pocos pesos que todos nosotros tenemos, que en términos de poder adquisitivo es 60% menos que lo que teníamos en el período de Macri, está indicando que primero no es un problema para salir del cepo. Porque son muchos pesos pero no valen nada. Segundo, que la gente se ha venido desprendiendo de los pesos. Nuestra moneda está perdiendo poder adquisitivo porque el Banco Central produce una cantidad mayor de moneda de lo que la gente quiere. Eso la hacer bajar el precio.
-Sin embargo, en la presentación del esquema por parte del equipo de Melconian se destacó la necesidad de ofrecer instrumentos para que la población se quede en pesos. Esto de que la codicia le gane al miedo.
-Hasta acá tenemos un gobierno que emite de más. Se supone que un nuevo gobierno va tender a morigerar y hasta eliminar ese financiamiento. Esto suponiendo que será un gobierno que va a cambiar de rumbo. Al menos así lo expresó el 60% de los votantes en las PASO. El otro motivo por el cual baja el nivel del peso es porque en algún momento, y esto ocurre desde hace dos años, la gente se harta de ser estafada. Hoy ahorrar en pesos, atesorarlos, es un sacrificio. Se busca tener la menor cantidad de pesos posibles para que nos cobren menos impuesto inflacionario. Menos pesos tenemos, menos nos puede sacar el Banco Central, menos nos empobrecemos. Ese mecanismo además genera una depreciación de la moneda. Si de algo cae la demanda, ese producto pierde valor. Veníamos con una tasa de producción de pesos de entre 40 y 50% interanual desde mediados del 2021, y sin embargo la inflación no está en 50% sino en 124% y vamos para más de 160%. Esto pasa no sólo porque cae el valor de la moneda a raíz de que el Banco Central emite mucho sino porque estamos dejando circular esa moneda cada vez más rápido. Nos desprendemos del peso. Esto con un gobierno que no genera ninguna confianza ni credibilidad.
-¿La confianza será una cuestión clave?
-Es que la confianza en la economía siempre es clave. Si la gente cree que el gobierno es estafador, no le presta. Si cree que es honesto, van a prestarle plata. La historia argentina muestra que el Banco Central desde 1935 ha dedicado el 70% de su tiempo a financiar al Tesoro. Los países confiables se encargan, en cambio, de generar una moneda estable para la gente y tienen una inflación anual del 5%. El BCRA ha financiado los excesos de gastos de los gobiernos de turno. Respondía a todo lo que los gobiernos demandaban y no a lo que la gente demandaba, que era mucho menos.
INFLACION
-La dolarización sofoca la inflación en poco tiempo. En cambio, el esquema bimonetario no. ¿Con este sistema necesariamente hay que ser prolijos en materia fiscal y monetaria?
-Necesitamos varias cosas. Una, un gobierno nuevo que tenga credibilidad. Cuando un gobierno recién asume, no sólo la gente que lo votó deposita su confianza en la flamante administración sino también parte de aquellos que no lo votaron. Al menos un porcentaje. En definitiva estamos todos acá y ese tipo nos va a gobernar cuatro años. Evidentemente va a haber un alto porcentaje de esperanza y confianza, un capital que tendrá este nuevo gobierno de entrada y que va a ser muy fuerte. Esto justifica la famosa luna de miel. La diferencia es que en Estados Unidos el capital lo dan en dólares; en Europa, en euros; y acá lo dan en pesos con una inflación que probablemente esté en el 200%. Es decir que si no invierten ese capital político rápido, se diluye entre los dedos. Si bien al principio eso implica que ningún opositor en su sano juicio se tira contra el nuevo presidente, contra la confianza y la esperanza de los votantes, en cuanto se diluye ese capital se lo comen los lobos. Claramente lo que hay que hacer el día uno es salir con un programa de reformas estructurales que le diga a la gente ‘estas son las leyes que vamos a aprobar para darte un cronograma de las cosas que vamos a cambiar del rumbo de la Argentina’. Por el otro lado, donde no sea necesaria una ley, como en el caso de la reforma del Estado, el ministro de Economía se tendrá que plantar frente a los medios y decir: ‘Estas son las reformas que se harán, y en estos plazos’. Lamentablemente en el gobierno de Cambiemos primero dijeron que iban a realizar las reformas estructurales, eso habilitó una salida ordenada del cepo de Cristina, pero nunca lo cumplió. Mucha gente perdió mucha plata porque apostaron al cambio y a principios del 2018 se preguntaban para cuándo. Ahí se fueron y vino la crisis. Ahora ya no estará ese inversor que apostaba por ver. Ese señor ya perdió plata y no va a volver. Y por cada paso que demos, probablemente tengamos mucha más gente apostando a una Argentina que puede ser normal, y eso genera una recuperación económica y que baje la inflación. Si se hace esto, a mediados de año puede haber una baja de la inflación. La primera parte del 2024 será tremenda en términos de inflación. Están emitiendo un montonazo y eso seguirá así hasta que se vayan. El reordenamiento de los precios relativos va a tener sus costos. Esto no se resuelve sin costos, pero será con costos infinitamente menores que en una crisis monetaria y cambiaria, y ni que hablar de una hiperinflación. No hay otra alternativa. Hay un mito con eso.
-¿El punto fuerte de este esquema es continuar teniendo un Banco Central que nos permita hacer política monetaria?
-La política monetaria del Banco Central tiene que ser signada por la necesidad de pesos que necesite la gente. Eso es política monetaria. Lo cual lleva a otro punto: cuando uno produce pesos y del otro lado hay una demanda, claramente eso determina un valor de la moneda. Se supone que si hacemos las cosas bien, porque va a llevar un tiempo, sobre la base de la confianza se podrá realizar la unificación cambiaria. Esa unificación no va a implicar eliminar todos los parches y restricciones que tiene este cepo, que es kafkiano. Es una maraña, mucho peor que el que dejó Cristina Fernández de Kirchner. Va a llevar tiempo desarmarlo pero al menos ya habrá un mercado único de cambio. Cuando con la política monetaria se fija el valor de la moneda se está fijando lo que valen los bienes y servicios en términos de esa moneda. Los cepos aparecen porque se quiere depreciar la moneda para cobrar el impuesto inflacionario pero no se quiere que se note en el tipo de cambio. Eso es como poner un precio máximo a un producto como el aceite. Entonces unos ofrecen menos aceite y otros demandan más.
-Cuando se habla de esquema bimonetario o dolarización existe la fantasía de que el vecino va a ir con dólares a comprar el arroz al supermercado. Pero en realidad lo que ocurriría es que a partir de las buenas políticas y la confianza el peso recuperaría su valor y volvería a ser demandado. ¿Ese es el enfoque?
-Exactamente. Si en este momento en el cual hay un gobierno en el que nadie cree ni confía, la gente tiene pesos en el bolsillo, ¿por qué tendrían menos pesos con un gobierno que genera confianza y hace las cosas bien? Lo que uno va a ver es que la caída de la demanda de pesos se va a recuperar cuando se vea que el gobierno hace las cosas bien. Pero hacer las reformas estructurales puede llevar dos o tres años. En líneas generales en ambos equipos económicos (el La Libertad Avanza y Juntos por el Cambio), quieren tener la hoja de ruta lista para mostrarla en el día uno.
-¿Pueden verse condicionados en el programa por las elecciones de medio término?
-Hay una frase de Maquiavelo que dice algo así como que hay que hacer el daño de golpe, todo junto, y el bien de a poco. Claramente los costos hay que pagarlos lo más lejos posible de las elecciones. Y vamos a tener que pagar costos. Los argentinos creemos en el realismo mágico. Pensamos que las cosas se resuelven mágicamente. Creemos que vamos a elegir un presidente que hará milagros, que vendrá con la varita mágica y los problemas desaparecerán sin sacrificio. Y eso no pasa. No ocurre tampoco en la vida nuestra. La primera parte del 2024 será muy dura. Aunque se empiecen a resolver los problemas, el reordenamiento de los precios relativos será muy costoso.
-¿Las tarifas también deben actualizarse en el corto plazo o sirve el gradualismo?
-Ahí hay que ir a fondo. Ya no quedan recursos para el gradualismo. Al menos que querramos seguir emitiendo y que la inflación continúe eternamente alta.
-¿Le parece más aplicable el esquema bimonetario que la dolarización?
-Lo que es cierto es que con un Banco Central absolutamente quebrado no se puede salir del cepo directamente hacia una dolarización. No están los dólares para rescatar todos los pasivos en pesos que tiene el Banco Central. Claramente habrá una etapa intermedia que podría parecerse mucho al esquema bimonetario que describo. Tal vez lleve uno o dos años. Por ejemplo, hoy debe haber unos u$s 4.000 millones de ganancias de empresas que no pueden enviarse a sus casas matrices porque se lo prohíben. El primer día no podrán hacerlo tampoco porque no van a estar los dólares. En la medida en que se gane credibilidad, cada vez entrarán más dólares.
-Haciendo futurología. En caso de ganar las elecciones Sergio Massa, ¿se podría continuar por esta vía?
-No. Hoy las condiciones están para que haya una hiperinflación. De hecho, estamos en un proceso hiperinflacionario. Es cuando la gente se saca de encima cada vez más rápido los pesos. Es lo que está pasando desde mediados del año pasado. Es un proceso, pero lo que no tenemos es un estallido hiperinflacionario, que es cuando la gente, harta, repudia la moneda. Creo que la gente todavía no ha repudiado la moneda porque justamente tiene la expectativa de un cambio de gobierno. Con eso ya estoy diciendo que Massa tiene problemas. También los inversores tienen esa expectativa de cambio. Por eso algunos no se van. Después están los organismos internacionales que vienen apoyando a la Argentina con un acuerdo de facilidades extendidas, prestándonos plata y perdonando todos los objetivos que no cumplimos, que también esperan un cambio de rumbo el 10 de diciembre. Con un nuevo gobierno será más fácil renegociar el acuerdo que a esta altura ya está muerto. No lo declaran porque no quieren generar un estallido de la economía. Si en este momento me dijeran que las elecciones son el año que viene, diría que vamos a un estallido. Esto así como está no se puede sostener. La expectativa del Fondo es que va a ganar la oposición y que hará las reformas estructurales. Si Sergio Massa en algún momento queda con posibilidades de ganar, esto estalla. Y si gana, ni hablar.