En el Museo del Prado se puede ver un óleo sobre tabla de 48 x 35 cm, atribuido al pintor neerlandés Jerónimo Bosch, más conocido como El Bosco. En esta obra, el artista retrata un procedimiento quirúrgico que se realizaba durante la Edad Media. Entonces se creía que los desequilibrios mentales se debían a la presencia de una “piedra” en la cabeza que algunos médicos podrían extraer mediante una incisión en el cuero cabelludo.
El encabezado de la pintura, escrito en letras góticas doradas, dice: “Maestro, extráigame la piedra, mi nombre es Lubbert Das”. Lubbert Das es un nombre satírico en la literatura holandesa que significa “tonto”, un hipolúcido.
El Bosco representa a un “doctor” con un embudo en la cabeza (otro símbolo de estupidez) quien, por una incisión en la cabeza, extrae una piedra, aunque en este cuadro en particular sea un tulipán, flor que años más tarde (en 1657) sería la excusa para producir la primera gran burbuja financiera de la historia moderna.
Todo es engaño en este cuadro: la prestidigitación que permite al doctor sacar la piedra o tulipán que oculta en la manga de su camisa, la bolsa de dinero atravesada por un puñal es símbolo de estafa y la presencia de una religiosa con un libro sobre su cabeza es una alusión a la superstición. La presencia de un fraile ante esta falsa cirugía es, para El Bosco, una elíptica alusión a la ignorancia del clero.
Sin embargo, esta práctica, por extraña que hoy nos parezca, salvó muchas vidas durante las persecuciones religiosas por discrepancias con la doctrina de la Iglesia, ya que podían costar la vida de quien osase pensar lo contrario. Los acusados de herejía perdían la vida en una hoguera después de largas torturas a fin de cambiar su opinión. Entonces aparecía este truco, donde se apelaba a la insania como razón de esta discrepancia religiosa. Y para curar al insano, se le extraía esta piedra que causaba el desequilibrio mental.
Por los cuadros de distintos artistas que representan esta extracción, como el cirujano Jan Sanders Van Hemessen (1500-1566), se trataba de una práctica bastante frecuente, aunque muchos de los partícipes supiesen que solo era un acto de prestidigitación.
FRAGIL EQUILIBRIO
Este relato sobre curiosas prácticas médicas para curar afecciones psiquiátricas viene al caso porque el 10 de octubre ha sido consagrado como el Día de la Salud Mental, una condición imprescindible para la construcción de una vida plena y satisfactoria.
Sin ese equilibrio que nos permite asumir los problemas (y también las gratificaciones) que a diario debemos enfrentar, seríamos esclavos de nuestras hormonas desequilibradas y neurotransmisores indomables... La calidad de vida depende de este frágil equilibrio. Uno podrá tener todos los valores y privilegios del mundo, pero si no los podemos apreciar o disfrutar de esta vida, de nada sirve tener todo el oro del planeta.
Se estima que en el mundo hay 300.000.000 de personas con cuadros severos de depresión. Desde el fin de la Segunda Guerra la cantidad de personas con depresión ha aumentado incesantemente y pronto se convertirá en la causa más frecuente de ausentismo laboral.
Después de la pandemia, los casos se han multiplicado a un ritmo alarmante (se estima en un 25%, solo en estos tres años que han pasado).
El suicidio entre los jóvenes ya es un problema generalizado que se ha convertido en la segunda causa de muerte entre los 15 a 30 años.
Este aumento guarda un paralelismo con el abuso de sustancias psicotrópicas en los adolescentes. Un nuevo flagelo que cada día será más complicado de combatir y de tratar, con un enorme costo social.
En el otro extremo de la vida, las demencias implican una onerosa carga para la sociedad que se ve obligada a sostener una creciente cantidad de personas con problemas cognitivos que no llegan a valerse por sus medios.
Ya en 2019 se estimaba que 1 de cada 8 personas sufría algún problema relacionado con la salud mental. Pues esa proporción ha aumentado en los últimos tres años.
El domingo 1 de octubre hubo un nuevo debate presidencial donde se chicanearon con la economía, la producción, la corrupción y los derechos humanos... pero nada se habló sobre la salud. El 8 de octubre habrá un segundo debate pero entre los temas anunciados tampoco figura la salud pública, como si ésta fuese un tema aparte, un eslabón perdido, algo ajeno a la vida o a los derechos… ¿O acaso creen que la salud pública está funcionando bien? ¡Es claro! Esta conducción, si tiene algún problema, termina en las suites desproporcionadas de las clínicas privadas, o se van al exterior (con o sin su amante).
Nadie comenta nada sobre el desorden en el gasto burocrático, tanto en el orden público, privado y, sobre todo, sindical.
Nadie anuncia qué van hacer, cuando todos los días se lee en los diarios las quejas de los médicos sobre los valores de consulta y el monto adicional que se le pide al paciente.
¿Qué van a hacer con los chicos descerebrados por la desnutrición? ¿Qué harán con los jóvenes perdidos por el abuso de drogas? ¿Qué harán con la gente mayor hundida en la demencia?
Estos son los temas que se imponen en el Día de la Salud Mental que, al parecer, está muy lejos de la cabeza de quienes van a conducir los destinos de la nación.
Todavía la salud funciona gracias al entusiasmo de los jóvenes médicos, psicólogos y terapistas, y la fe que empecina a muchos profesionales con años de experiencia que han dado valor y jerarquía a la medicina argentina, a pesar del destrato, de la falta de medios, de los honorarios de miseria. ¿Alguno de ustedes ha tenido la oportunidad de visitar algún hospicio donde se amontonan los pacientes psiquiátricos como "desperdicio" de una sociedad?
Después vean los sueldos estrambóticos de funcionarios, el derroche de las obras sociales, el gasto administrativo desorbitante... Esta es la “piedra de la locura” que debemos erradicar.