Los economistas tienen una máxima: cuando un café sale lo mismo en Buenos Aires que en París, entonces algo anda mal en la economía. Lo que viene después es la propuesta de devaluar para recuperar competitividad, efecto de corto plazo en el cual se benefician algunos empresarios pero el grueso de la sociedad pone la espalda y soporta el latigazo inflacionario. Ahora, ¿qué ocurre cuando no sólo el café sino también la ropa, la comida y el calzado, entre otros rubros, además es más caro acá que en Europa?
La Argentina se ha vuelto un país caro. No sólo para su gente, víctima de las medidas de ajuste libertarias que buscan consolidar el equilibrio fiscal, sino también para aquellos que llevan euros y dólares en los bolsillos. Si un turista extranjero, con superior nivel de ingresos, recalcula ante los precios locales, ¿qué le queda al argentino de a pie que gana en pesos salarios miserables?
Viajeros que llegan desde el Viejo Continente cuentan que un café en algunos bares de Italia cuesta 1,5 euros; zapatillas de marca que acá se pagan $300.000, allá se compran por $100.000; los alimentos no difieren en demasía y darse un gusto, como ir a un restaurante, está en precios similares. La diferencia es que para el argentino el costo de vida resulta elevado a partir de sus magros ingresos.
La ecuación de precios altos e ingresos bajos ha generado el esperado desplome del consumo. Los argentinos ahora compran menos y, principalmente, buscan ofertas al momento de llenar el changuito. Los productos suntuarios hace rato ya que se dejaron de lado.
El último informe de la consultora Moiguer, que muestra las diversas facetas del consumo en la sociedad, da cuenta de la retracción que experimenta la economía en materia comercial. Ante la consulta sobre qué estrategias utilizaron en la última compra, el 47% de los encuestados dijo que apeló a las marcas más económicas. Con la misma lógica recurrieron a ofertas, a promociones de medios de pago como billeteras virtuales -algunas devuelven el 30%- o a recorrer y buscar precios.
El paper refleja que la lista de productos que dejaron de comprarse con mayor frecuencia para ahorrar es encabezada por la carne vacuna, seguida por los snacks, los helados, yogures, chocolates, aceite de oliva, golosinas y gaseosas.
Por último, ante la pregunta sobre qué bienes se incorporaron a las compras para obtener un ahorro efectivo, las respuestas estuvieron lideradas por “productos sueltos”, carne de pollo, aceites económicos, frutas de estación, arroz blanco, fideos, agua de la canilla y polenta.
Los expertos del arco económico relevan el terreno y coinciden en las respuestas. Según un informe de Nielsen IQ, el consumo masivo registró en una baja del 17,1%. Las ventas en los supermercados cayeron 22%, mientras que los almacenes de barrio y quioscos presentaron descensos del 11% y el 16%, respectivamente.
Los productos que mostraron mayores reducciones en su demanda fueron las golosinas, con un 20%, seguidos de los alimentos básicos (-18,9%), y los alimentos no básicos, que retrocedieron un 14,7%.
En esta Argentina cara, paradójicamente, el ímpetu en la suba de los precios habría acentuado su parábola descendente durante el mes de octubre. Cuesta creerlo pero es lo que, al fin y al cabo, reflejan las mediciones de las principales consultoras a escala nacional.
Un par de muestras sirven como casos testigo. La consultora C&T Asesores Económicos, de Camilo Tiscornia, difundió que la inflación de octubre habría sido de 2,8%, tras el 3,5% de septiembre. “La variación interanual se redujo a 196,4%, siendo la más baja desde noviembre del año pasado”, argumentan.
Por su parte, la Fundación Libertad y Progreso informó que, de acuerdo a sus proyecciones, la inflación de octubre fue del 2,7%, lo cual implica un desaceleración de 0,8%. En los primeros 10 meses del año el IPC acumularía un total de 107%. “La inflación viene bajando más rápido de lo esperado”, confiesa el economista Eugenio Marí.
El método de talar la inflación por estrangulamiento está dando resultados, al menos hasta el momento. Era sabido que la recesión autoinducida provocaría una caída relevante del consumo y, tal como lo indica el manual, cuando la demanda merma la consecuencia lógica es el freno del alza generalizada de los precios.
La situación, sin embargo, podría revertirse en noviembre ya que son muchos los sectores que tienen luz verde para aumentar sus precios. Entre ellos figuran el transporte, el servicio de agua (5%), la medicina prepaga (3,9% y 6,9%), alquileres, taxis (50%) y combustibles (entre 4% y 9%).
MODELOS
En diez meses de gestión libertaria festeja la patria financiera y padece el sector productivo. Una constante en la Argentina cuando se aplican políticas liberales de desregulación y apertura de la economía, y se descuidan las fuentes que generan trabajo genuino.
Buena parte del arco de economistas que opinan en los medios ya denuncian la dinámica de la bicicleta financiera montada por el equipo económico que lidera el ministro Toto Caputo. El capital fluye en el mercado pero no derrama hacia el entramado de la denominada economía real, la que pesa, la que genera empleo.
“Atrasar el tipo de cambio en recesión y antes de que lleguen las inversiones externas me suena más a bicicleta financiera que a un plan de estabilización. Tanto la recuperación como la entrada de inversión externa recalentarán los precios y salarios y eso apreciará más la moneda”, escribió Carlos Rodríguez, economista del CEMA, en la red social X.
Y Carlos Maslatón recalcó: “Guarda que los que armaron la bicicleta financiera 2024, en fraude al estado y al pueblo, disimulan con festejos el desarme de sus posiciones para rajarse del país. Caputo y Milei no avisan, proceden”.
A nivel macro el gobierno avanza en el achique del Estado. En la semana se anunció que la compañía petrolera YPF se desprenderá de sus activos en Metrogas, mientras que en el Congreso arrecia el debate que tiene como objetivo volver a privatizar Aerolíneas Argentinas. La política de apertura produce urticaria sobre algunos empresarios de grueso calibre que hasta el momento gozaban del privilegio de operar sin amenazas. Uno de ellos es Paolo Rocca.
El CEO de Techint, la compañía líder en la producción de acero nacional, disertó en el foro Alacero 2024 y le exigió a Javier Milei que levante el cepo cambiario y que se aleje de China, su principal competidor en el mercado ya que vende sus productos por debajo del precio de costo.
Y en medio de este escenario la economía, con sus precios altos, el bajo consumo y la producción parada, se atreve a dar algún que otro brote. El Indice General de Actividad que elabora la consultora de Orlando Ferreres marcó esta semana una caída de 2,7% interanual en septiembre, acumulando para los primeros nueve meses del año una contracción de 5,1%. Sin embargo, la medición desestacionalizada registró una suba de 1,4% respecto al mes precedente. En tanto, el tercer trimestre del año marca una suba de 1,4%.
SON 30.000
La motosierra libertaria no detiene su marcha. En su afán por podar el Estado genera el efecto secundario del incremento del desempleo y su correlato con la merma del consumo. El ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, confirmó en su cuenta de la red social X que desde la asunción de Javier Milei a la presidencia de la Nación se redujeron en más de 30.000 los puestos de trabajo en el ámbito estatal.
El funcionario posteó un gráfico que en el detalle da cuenta que 20.026 eran empleados que pertenecían a la administración centralizada y descentralizada del Estado, mientras que 11.014 bajas corresponden a trabajadores de empresas públicas y 2.251 eran personal militar y de Seguridad.
Las medidas de ajuste no pueden más que generar conflictividad social. De allí que nuevamente sea parte de la agenda cotidiana el encadenamiento de paros, que en los últimos días tuvo como protagonistas al sector del transporte y a los docentes y empleados no docentes universitarios.
Pese a todo, el Indice de Confianza en el Gobierno, que elabora la Universidad Torcuato Di Tella, muestra que la medición de octubre fue de 2,43 puntos, registrando un aumento de 12,2% con respecto al mes anterior.
Esta es la foto de un país en transición, de una nación que atraviesa un proceso de transformación que será prolongado, desgastante e incierto. La tensión es inevitable: la mitad de la sociedad ha elegido las políticas de mercado; la otra mitad las repudia.
Suba de bonos mediante, bicicleta financiera o carry trade, la patria financiera celebra, goza de sus mieles. El mundo del trabajo, en cambio, lo mira desde afuera, la ñata contra el vidrio, como a esas cosas que nunca se alcanzan.