Opinión
Default humanístico

La narco cultura y la dominación de territorios

"La dictadura del futuro no necesitará de bayonetas y de métodos de terror... bastarán seducción, drogas y publicidad''. (Aldous Huxley)

Jorge consume desde los ocho años. Vive en Rosario, en zonas muy desprotegidas. Su padre también lo hace. Su madre está separada, tiene varios hijos y desde el conurbano lucha por la supervivencia: con otros hijos, hermanos y tíos consumen y venden. Llega al tratamiento sin fe y piensa que su vida es solo consumo, aunque un hijo es su luz de esperanza; es su motivo de vida. Ahí está puesta la esperanza de recuperación. Hizo toda la carrera adictiva: desde el alcohol, pasó por la marihuana, la cocaína, el crack y los opiáceos.­

Luchamos por socializarlo, que estudie, ya que abandonó los estudios y/o que aprenda un oficio y, fundamentalmente, que crea que otra vida es posible. Para él, su mundo es la `pipa de crack', un grupo de familiares consumiendo y los `matones del barrio' haciendo sus tropelías. El cuidado de los valores preventivos de la salud luce ausente.­

La Argentina es el principal consumidor de cocaína de América Latina (datos de Naciones Unidas del 27 de junio de 2022) y esto justifica la puja por el negocio, y así se entiende que varias organizaciones delictivas luchen por el manejo del negocio de las drogas.­

La narco cultura dominante, con su estructura de neuromarketing muy activa con múltiples vías tecnológicas de propaganda y distribución, forma parte del narco negocio. Desde la comodidad del hogar consiguen aquello que asegura la `narcotización' de la vida.­

Esta narco cultura dominante es un plexo de negación de daños y está sostenida por la matriz cultural de la cancelación del discurso preventivo. Rosario es quizás un símbolo de todo esto, pero se replica en distintas localidades del país. Los muertos dependen de los dominios de los narcos, territorios por la lucha del negocio. Hay datos en Rosario que muestran la venta de protección a empresarios, cuevas financieras y a sindicatos radicados en la ciudad.­

A su vez, Rosario es el ejemplo magno de una prevención inorgánicamente estructurada, ya que durante 30 años se dejó el camino expedito para las acciones de sobreoferta, limitándose los caminos preventivos y asistenciales a la sociedad. Todo esto funciona como una red con distintos `gerentes territoriales' que, en muchos, consensúan acciones y en otros disputan territorios. Aunque esta red necesitaría ser preventiva, se mantiene silente y cancelada.­

Solo una red cultural preventiva es el sistema inmunológico social que permite limitar la prevalencia de estas enfermedades sociales. El frente preventivo comunitario luce ausente. Las acciones deberían ser en red, centradas en la protección de la infancia del consumo de estupefacientes, a través de múltiples vías escolares, familiares, culturales. La detección precoz ante los primeros consumos es indispensable para frenar el avance de una enfermedad que tiende a la cronicidad y al deterioro.­

Mientras tanto, entre una mezcla de negación de la realidad, ceguera normativa y anemia (anomia de valores) se festejan con tortas que remedan la frase de Pablo Escobar: `plata o plomo'. Hay en venta, en la terminal de ómnibus, tazas que festejan: ``visité Rosario y sobreviví'' (en referencia a la ola de homicidios que sufre la ciudad).­

Para nosotros, en relación a las adicciones, colisionan las epidemias (alto consumo de drogas y alcohol al lado de una pobreza generalizada). El AMBA parece ser un continente explosivo en donde las estadísticas siempre se quedan cortas ante la magnitud y el exceso de las demandas manifiestas y de las que están ocultas.­

Casi dos mil poblaciones en riesgo rodean las ciudades y son un desafío a la creatividad de todos nosotros. Son muchos los `descartados' por esta sociedad y, a la vez, el refugio de las peores perversiones: venta y tráfico de drogas, utilización de menores para tareas esclavas, explotación de menores para la vida sexual, etc.­

­

LA PREVENCION CANCELADA­

La prevención como la cultura del cuidado de la salud está horadada, ya que se despliega el desarrollo de políticas activas para la liberación de las drogas en el territorio américano con un neuromarketing y ganancias siderales a costa de miles de enfermos; es una campaña que tiene una secuencialidad en pasos sucesivos:­

A) La liberación del consumo de marihuana.­

B) No mencionar nunca a la adicción como una enfermedad aun cuando las consecuencias son severas.­

C) Una ceguera ideológica de los daños­

D) Los fuertes intereses económicos que los financian y la transformación de un programa paliativo para crónicos y terminales, como es la reducción de daños en la plataforma política de la liberación y la normalización final del uso de drogas.­

Desde los 2000, la Argentina quedó perforada en lo social y con un amplio avance de la oferta, con una cultura de aceptación social de las drogas junto a un agudo proceso de des-familiarización. Surgieron nuevos fenómenos, como la transmisión familiar entre generaciones del consumo de drogas, daños ambientales y daños al genoma (esa maravilla de la naturaleza que es el ADN humano acelerando los daños genéticos, el envejecimiento cerebral y los daños metabólicos multisistémicos). Todo esto va llevando al deterioro de la socialización de las familias y de los niños, con la nueva pertenencia a grupos marginales en clanes, como los `barras bravas', transformándose rápidamente en `nadies' caminantes por el camino de la vida sin rumbo.­

Las ciudades lucen como `ciudadelas fragmentadas', cada ciudad está separada en varias ciudades y muchas de ellas fortificadas o separadas, con un cambio de la noción de la ley. La legalidad es supletoria y los `amos de la muerte' de cada territorio superan en fuerza a los poderes formales constitucionales. Triunfa así una representación social sobre sobre el consumo de drogas con una tolerancia y aceptación social, silenciándose rápidamente los efectos negativos con una vasta red multimediática que solo atiende a lo criminal pero nunca la cultura de aprobación del consumo. La negación de los daños se transforma en un hecho y es solo una mercancía más para consumir, limitándose el concepto de salud pública. El derecho a ser libres queda suplantado por el derecho a consumir.­

­

LA INOCENCIA PREVENTIVA QUE FALTA­

Hace falta una gesta preventiva y asistencial que detenga el deterioro creciente y para esto necesitamos realzar el cuidado de los valores preventivos de la salud:­

* Atender las conductas de alto riesgo en adolescentes.­

* El principio de precocidad (a menor edad de entrada en el consumo. mayor posibilidad de cronicidad).­

* El principio de persistencia (programas locales municipales y globales que persistan en el tiempo, con multiplicidad de lideres sociales en capacitación).­

* Involucramiento de los padres.­

* Involucramiento de la comunidad.­

Los intentos de legalización de la marihuana, como por ejemplo sucedió en Uruguay, llevaron al aumento del consumo de otras drogas, como la cocaína en donde figura en América del Sur en segundo lugar de ingesta.­

­

SALUD MENTAL­

Mañana, a las 18, el Espacio de Diálogo Abierto organiza un encuentro virtual, con entrada libre, para hacer un análisis crítico de la Ley Nacional de Salud Mental. Coordinará el Doctor Jorge Luis Pellegrini, y estarán invitados el Doctor en Psicología, Juan Alberto Yaría, y el diputado nacional y médico, Luis Di Giácomo. Información para acceder al meet: PIN: 334 291 537.­