Tan solo dos minutos de las 21 pasaron cuando las luces del estadio Movistar Arena se apagaron y un reflector apuntó al extremo izquierdo del escenario para iluminar la entrada del legendario cantante británico. En silencio caminó hasta el centro, saludó a los más de quince mil fanáticos que lo ovacionaban, se acomodó en un banco alto y, sólo acompañado por un teclado y casi en penumbras, comenzó a cantar ‘I'm Growing Old’ (‘Envejeciendo’), de su último álbum ‘Surrounded by Time’, lanzado en 2021
“Estoy creciendo, sí, estoy envejeciendo, me estoy volviendo sabio”, repite en el estribillo. Y de eso se trata su gira mundial ‘Age & Stage Tour’, que lo llevó ya por Asia, Oceanía y Estados Unidos, lo trajo a Latinoamérica, y que culminará en Europa a fin de año. Una vigencia que mantiene gracias a un talento y carisma incomparables e intactos, pero también por haber sabido reinventarse durante las innumerables etapas de una trayectoria musical que ya lleva más de sesenta años e incluye 41 discos editados, más de 100 millones de copias vendidas y numerosos premios y reconocimientos, como el de Caballero (Sir) de la corona británica en 2006.
Ya no es el showman de las décadas del ‘60, ‘70 u ‘80, con sus movimientos frenéticos, sus enormes hebillas doradas en el cinturón, sus grandes bandas musicales y las infaltables coristas morenas. Hoy, con sus 83 años y considerado como uno de los artistas musicales más grandes de todos los tiempos,
Tom Jones se muestra con el pelo blanco, con camisas coloridas y holgadas. Pero la renovación no ha sido solo estética. Prefiere hoy en vivo un sonido menos intenso, sin vientos ni coros, más intimista. Y en estudio experimenta diferentes estilos que lo han convertido, un par de años atrás, en el artista de mayor edad en el Reino Unido en tener un número uno en las listas.
No hay dudas, aquel “me estoy volviendo sabio” le ha permitido seguir adelante. ¿O acaso no es como decía Miguel de Unamuno: “El progreso consiste en renovarse”?
LA BANDA
Tras aquella primera canción, ingresa su banda compuesta por dos guitarras, un bajo, batería y un teclado que alterna, según el tema, con un acordeón a piano. El estadio cubierto de Villa Crespo, con localidades agotadas, explotó cuando el galés interpretó ‘It´s Not Unusual’, su primer número uno en las listas de éxitos del Reino Unido allá por 1965 y que lo catapultó a la fama internacional. Y el primer desafío vocal llegó con ‘Sex Bomb’, el hit de 1999. Su voz increíble de barítono lució intacta, potente, y brilló en todo su esplendor hasta el final.
“Quiero decir que no puedo creerlo, pero es verdad. Cuando canto pienso: "¿cómo diablos sale esto de mí?" Honestamente”, confesó días atrás en una entrevista con el periódico británico Daily Mail.
A través de tres pantallas gigantes, la audiencia integrada por varias generaciones, pudo disfrutar de todos sus gestos, su carisma y festejar sus pocas palabras en español como el infaltable “muchas gracias” al que a veces completaba con un “señoras y señoritas...”.
A lo largo de dos horas de concierto, los grandes éxitos se fueron encadenando. Los más festejados por el público porteño fueron los clásicos como ‘Green Green Grass of Home’, ‘What's New Pussycat?, One More Cup of Coffee’, de Bob Dylan; ‘You Can Leave Your Hat On’, popularizada por Joe Cocker para la película ‘Nueve semanas y media’; ‘If I Only Knew’, ‘Lazarus Man’ y ‘Tower of Song’.
Cada canción era presentada con una breve historia de la misma y su infaltable susurro del “sound like this” (“y suena así…”). La que no necesitó presentación y fue la más ovacionada y cantada por el público fue ‘Delilah’, el megaéxito de 1968.
El momento más emotivo fue la visceral interpretación de ‘I Won’t Crumble With You If You Fall’ (‘No me desmoronaré contigo si te caes’), la canción que le dedica a su esposa Linda Woodward, quien falleció en 2016 tras casi sesenta años de matrimonio. Se despidió con ‘Kiss’, de Prince, y un “I love you Argentina”.
Pero volvió. El primero de los tres bises fue Hell of a Life y el segundo, ‘Strange Things’, con cierto sabor a gospel y rhythm and blues. El último tema de la noche llegó con anécdota incluída. Haciendo gala de su amistad con Elvis Presley contó que una noche lo invitó a ver un concierto y que le dijo (“Elvis Said to Me…”, repitió entre risas como si hubiese sido una revelación divina) que el verdadero ‘Rey del Rock’ era Chuck Berry. Por eso, en su homenaje, cerró una noche inolvidable a todo Rock and roll con Johnny B. Goode.