El tiempo, en su movimiento pendular, volvió a poner sobre la mesa de debate el tema de la inmigración y sus consecuencias. La guerra en Medio Oriente y las oleadas de desesperados que llegan a Europa, las promesas de deportación masiva de Donald Trump en Estados Unidos y las poco felices declaraciones del senador Miguel Picchetto encendieron la mecha de la polémica.
En la sociedad abundan los prejuicios y escasean los datos. Argentina, otrora crisol de razas, esconde en su seno el sordo debate sobre el impacto que los extranjeros producen con su arribo. ¿Le quitan trabajo al argentino o dinamizan su economía? ¿Estudian gratis o hacen su aporte impositivo a través de, por ejemplo, el impuesto al consumo? ¿Son todos delincuentes o brindan una curiosa muestra de tesón y ascenso social?
"En todo el mundo y en todas las épocas siempre ha habido una prevensión frente al otro, prejuicios frente al otro, al extraño, al diferente -explica el sociólogo Lelio Mármora, director del Instituto de Políticas de Migraciones y Asilos de la Universidad de Tres de Febrero-. Pero en la actualidad está exacerbado por los efectos de la globalización, el traslado de algunas empresas a otros países con mano de obra barata y el consecuente desempleo, la automatización que reemplaza al trabajador. Todo esto ha afectado a ciertas clases sociales, las clases medias bajas, y así surgen los fenómenos de racismo".
-¿Este sentimiento surge más en momentos de crisis y desempleo?
-Sí, y en ciertas clases sociales, las que se ven más afectadas por la llegada de la inmigración. Esto es lo que ha pasado ahora en Estados Unidos con la elección de Donaldo Trump. Lo votó buena parte del sector trabajador industrial que había perdido sus puestos de trabajo. Por ejemplo, a Marie Le Pen en Francia la votan ahora todos los que están en el denominado Cinturón Rojo de la periferia de París, que eran votantes del Partido Comunista. Es importante tener en cuenta el origen social y la situación.
-¿Cómo es la situación en la Argentina?
-Argentina fue hace 100 años uno de los tres primeros países del mundo con respecto a la cantidad de migrantes en relación a su población. A principio del siglo XX el país tenía un 30% de inmigrantes con respecto al total de la población, y Buenos Aires tenía un 50%. Hoy estamos en el puesto 124 de los 200 países que miden las Naciones Unidas. Hoy en día el porcentaje de inmigrantes llega al 4,5% del total de la población. Además este es un nivel que se ha mantenido constante durante las últimas décadas. Y eso que tenemos 1 millón de argentinos afuera, que si estuvieran en el país la proporción de extranjeros sería menor.
PERFILES
-¿Cómo es el perfil del tipo de inmigrante que recibe la Argentina?
-Los inmigrantes vienen a hacer el trabajo que los argentinos no quieren hacer. Esto ocurre acá, en España, en Estados Unidos, en todos lados. No es que vienen a desplazar a la mano de obra nacional. Una excepción es el caso de los colombianos, que mayormente son estudiantes. Casi el 50% de la inmigración colombiana que hay en el país son estudiantes.
-¿Cómo impactan sobre la economía local aquellos extranjeros que vienen a estudiar?
-Nosotros hicimos una encuesta sobre 1.500 casos de colombianos. El 50% de ellos estudia, y de ese grupo, el 75% además trabaja formalmente. Incluso hicimos un trabajo sobre los gastos que afrontan. El 75% de los estudiantes colombianos paga sus estudios, van a universidades privadas que promocionan sus servicios en esos países. El cálculo de gastos por persona entre alquiler, transporte, alimentación y demás reveló que llegaba a los 120.000 pesos por año, si no tenía que pagar la universidad. En ese caso ascendía a 160.000 pesos anuales.
-¿Qué pasa con la masa que viene a trabajar?
-Los que vienen a trabajar también generan un gran impacto en la generación de la riqueza nacional, dinamizan la economía. Están radicados de manera uniforme entre la Ciudad de Buenos Aires y el Conurbano, alcanzando un 10% de la población, es decir que superan la media nacional.
-¿Hay un prejuicio sobre los inmigrantes y el uso de lo público?
-En el Instituto elaboramos un informe sobre la asistencia de inmigrantes a hospitales públicos del Conurbano y comprobamos que la población extranjera que se atendía allí era el 12%. Muchos de los que hablan del tema y citan estadísticas mienten porque los hospitales mayormente atienden a la gente pero no le toman la nacionalidad. Así que tuvimos que hacer una encuesta propia para determinarlo. La mayor parte eran mujeres que iban por cuestiones vinculadas a la maternidad. En los servicios de alta complejidad no encontramos a ningún extranjero internado. Tal vez en otros establecimientos sí haya, pero no se trata de un fenómeno que está afectando al servicio de salud de la Argentina.
-¿Y cuál es la participación en educación?
-En el caso de la educación, lo que son gastos del Estado en la primaria y el secundario, la participación de inmigrantes es del 1,5%. Es realmente muy baja.
PIEL NARANJA
-En las últimas décadas la inmigración vino de países de América Latina. ¿La sociedad marca una diferencia con respecto a los inmigrantes europeos del siglo XIX y XX?
-Hay un prejuicio muy grande con esto. Algunos pueden delinquir, pero los peruanos y colombianos que vienen acá tienen un nivel educativo superior a la media argentina. Pero, claro, estos vienen de países limitrofes o de América Latina. No hay que olvidarse que los europeos que vinieron acá eran trabajadores ignorantes en su gran mayoría.
-¿Cuesta tomar el concepto de que la cultura es permeable y que las sociedades no son rígidas sino que se construyen permanentemente?
-Siempre ocurrió. Cuando venían a Buenos Aires los migrantes internos en la década del "50, hubo un diputado radical que dijo que venía el aluvión zoológico y los llamó Cabecitas negras. Pero eran argentinos también. Pero como Cabecita Negra suena cariñoso, terminaron llamándolos negros. Ahora son los negros. Esto ocurre en todos lados, pero lo importante es que el prejuicio no mute a xenofobia, y que la xenofobia no se transforme en racismo, encarnado en algún partido político. Esa es la gran diferencia entre la Argentina y otros países.
-¿El inmigrante es carne de cañón para la venta ilegal?
-El inmigrante que llega y está en situación de ilegalidad es el que mayormente termina trabajando en talleres clandestinos o son víctimas del tráfico de personas. En Estados Unidos hay 11 millones de inmigrantes ilegales, en Europa 6 y en Rusia, 5 millones. Nunca en la historia de la humanidad hubo tantos migrantes en situación irregular.
-¿Qué los atrae de la Argentina?
-Cuando uno realiza encuestas entre los inmigrantes, por ejemplo los colombianos, lo que destacan es que nunca se sintieron discriminados. La gente puede decir cosas en contra, pero en el cara a cara los inmigrantes se sienten muy cómodos en la Argentina.
-¿Se da una especialización laboral por nacionalidad? Suele decirse que los paraguayos son albañiles o los bolivianos quinteros o verduleros.
-Es interesante porque la situación va cambiando. En el año 2000 hicimos una encuesta y la mayor parte de los trabajadores extranjeros en la construcción eran bolivianos. Ahora priman los paraguayos. Pero hay un movimiento de ascenso social. Se habla de la escalera boliviana. Los bolivianos han ascendido mucho: llegaron como peones, trabajadores rurales, luego se hicieron medieros, y en la crisis del 2001, como ellos guardaban la plata en su casa y no la depositaban, se quedaron con un capital. Con eso hicieron una inversión en tecnología. Se capitalizaron y son los que hoy producen buena parte de la fruta y la verdura. Y además son dueños de los locales donde venden, así que tienen toda la cadena de producción. Y los hijos de ellos ya van a la universidad.
PREJUICIOS
-¿Tienen una predisposición especial para el trabajo en su condición de migrantes?
-Nuestros abuelos españoles o italianos vinieron y trabajaron mucho, todo el día, igual que lo hacen estos ahora. Por supuesto que hay delincuentes, como hay delincuentes argentinos.
-¿Cuál es el porcentaje de inmigrantes en el sistema carcelario?
-El porcentaje de extranjeros encarcelados es similar al porcentaje de inmigrantes con respecto al total de la población, alrededor del 4,5%. En los "90 se hizo un estudio interesante: los detenidos eran el 50%; luego era procesado el 25%; y los condenados era el 4 o 5%. Esto muestra una orientación que algunos sectores quieren lograr sobre este grupo de la población.
-El Estado no tiene una política activa de convocatoria de inmigrantes. ¿Qué pasó con el caso de los sirios que iban a venir al país?
-La política argentina es abierta y está vinculada a los convenios que se han firmado con los países del Mercosur como parte del proceso de integración regional. En cuanto a los sirios, el proceso avanza y han sido muy bien recibidos ya que la colectividad sirio-libanesa es muy grande aquí, basta ir al noroeste del país para comprobarlo. Es como si vinieran españoles o italianos.
-¿Cómo es el caso de los chinos?
-Ese es un caso nuevo y poco estudiado. Es muy interesante porque es una inmigración con capital. El inmigrante chino no es como los otros, que viene a trabajar en las obras o el campo, llegan con un capital y abren un supermercado. Llegan respaldados por fondos del propio gobierno o de algunas provincias. Siempre en el mismo rubro y con los mismos problemas.