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La hora del salvador­

Con la Selección argentina penando para llegar a Rusia 2018, la llegada de Jorge Sampaoli a la dirección técnica abrió un período de esperanza. El debut será contra Brasil, ensayo inicial para lo importante: los cuatro partidos que le quedan a las eliminatorias. ­

La revolución está en marcha. El cambio tan esperado llegó. Se viene un antes y un después en la historia... No, no es el discurso de un político desesperado por lanzar frases altisonantes para captar vorazmente el voto de una masa de desorientados ciudadanos. Se trata, simplemente, de la sensación que flota en el aire en las horas previas a la primera presentación de la Selección argentina bajo las órdenes de Jorge Sampaoli.­

Apasionado por encolumnarse detrás de técnicos presumiblemente revolucionarios o dispuestos a modificar la concepción del fútbol tal como lo conocemos, un sector enorme del periodismo ha recibido al nuevo DT albiceleste como el salvador de un sistema caduco, como el único hombre capaz de lograr que dentro de la cancha Argentina traslade a los resultados su grandeza futbolística... ­

Desde hace un tiempo, la crítica especializada ha fabricado su propia grieta, intentando dar con el nombre del entrenador perfecto, ése en el que confluyan modernos conocimientos táctico-estratégicos, novedosos métodos de trabajo, pulcritud e integridad a la hora de declarar, conducta irreprochable... En fin, un superhombre cuya función de técnico lo acerque casi al ideal del ser humano...­

En realidad, de Sampaoli el pueblo futbolero conoce poco y nada. Sus orígenes más bien desprovistos de glamour en ligas casi insignificantes, sus pasos por Perú, Ecuador y Chile... nadie reparó en él hasta que dejó a la Selección argentina con las manos vacías en la Copa América de 2015 para darle su primer título a La Roja.

Hoy, con el equipo albiceleste al borde la ruina en las eliminatorias, él personifica la única esperanza posible para tener un lugar en Rusia 2018. Tras el opaco, opaquísimo paso de Edgardo Bauza por el Seleccionado, Sampaoli surge como el encargado de devolverle al conjunto nacional el prestigio dilapidado en un pasado reciente con más pena que gloria.­

APUESTA FUERTE­

El flamante DT hace una apuesta fuerte. Su ideario futbolístico lo lleva a impulsar a sus equipos hacia adelante, con más preocupación por el ataque que por la defensa y con presión asfixiante sobre el rival. De ese modo parece darles la razón a aquellos que lo endiosan por su pretendidamente moderna propuesta en un mundo en el que casi todos piensan más en protegerse que en arriesgarse. ­

Pero lo que pone en juego es más significativo porque debe encarrilar a un equipo que, a falta de cuatro fechas para el final de las eliminatorias, hace equilibrio en el quinto puesto, un lugar que apenas le asegura disputar una plaza para el Mundial en un repechaje. Claro que además del aspecto fríamente numérico, Sampa tiene que cambiarle por completo la cara a la Selección. De él se aguarda que modifique en un ciento por ciento la apatía que caracterizó al equipo en los últimos tiempos, que termine con una camada de jugadores eternizada en el plantel... En síntesis: que Argentina gane. ­

El primer examen será contra Brasil y en las horas previas a ese duelo el DT dio varias pistas de que el cambio puede llegar, pero no en forma radical. Está la mayoría de los integrantes del elenco nacional de los últimos años (faltan Sergio Agüero y Ezequiel Lavezzi, dos de los que más resistencias generaban en la gente), pero siguen Gonzalo Higuaín, Angel Di María y muchos otros apuntados con el dedo acusador. ­

Después de estar desterrado de cualquier convocatoria posible por culpa de los mentados códigos del fútbol, Sampaoli citó a Mauro Icardi. Un bochorno para los defensores de vaya a saber qué idealista sociedad en la que las esposas de todos los jugadores deberían estar en riesgo por la sola presencia del atacante del Inter. Pocos reparan en que para que existiera un caso Icardi-Maxi López-Wanda Nara hacía falta también que la dama en cuestión estuviese dispuesta a dejar plantado a su marido...­

TODOS AL ATAQUE­

Más allá de estas cuestiones, lo que importa es lo que el Seleccionado haga dentro de la cancha. Y que gane, por supuesto. El DT propone distintos dibujos tácticos (3-4-2-1, 3-3-3-1, 4-2-3-1), siempre con marcada vocación ofensiva. Ya desde el momento mismo de aparecer en escena, intenta dejar su marca. 

Su osada intención de incluir a Eduardo Salvio y Di María como volantes externos muta en una variante más clásica con la aparición de José Luis Gómez -el 4 de Lanús- en lugar del Toto, también con pasado granate. La primera de las recetas se antoja un tanto peligrosa si enfrente está Brasil, y más para un debut, pero Sampaoli no tiene el tiempo a su favor. Todo lo contrario...­

La lesión de Javier Mascherano -otro que también está en la mira del decepcionado simpatizante-, privó al entrenador de ensayar con el hombre del Barcelona como líbero. Ah, en esta nueva era se vuelve a hablar de líberos y stoppers. La línea de tres es una posibilidad mucho más cierta que en los días de Gerardo Martino o Bauza con el buzo de DT. Por supuesto la tradicional estructura de cuatro en la retaguardia goza de buena salud, como para terminar de demostrar que no hay nada demasiado nuevo bajo el sol. ­

Al fin de cuentas, independientemente de su ideología, de sus conceptos más o menos modernos, más o menos enfrentados con la ortodoxia futbolera, una de las misiones más complicadas que tendrá este oriundo de Casilda con más propiedades curativas que el aloe vera será la de hacer que de una vez por todas Lionel Messi se sienta cómodo en la Selección, que sea el jugador incontenible del Barcelona. ­

Para ello, la primera medida que tomó es brindarle la compañía que le faltó en todos estos años. A su lado estará Paulo Dybala, la joya de la Juventus que por fin recibirá la cuota de protagonismo que venía pidiendo a gritos. La Pulga y el cordobés deberán abastecer a Higuaín, el goleador clave de la Vecchia Signora que no la emboca en la Selección...­

Si consigue echar a andar esta maquinaria, si Rusia 2018 deja de ser una meta lejana, podremos decir que la revolución llegó. Quedan cuatro partidos por delante. No hay tiempo. Las eliminatorias meten presión y si el equipo y su técnico -especialmente su técnico- no salen airosos, no habrá más remedio que ir en busca de otro salvador, pero para Qatar 2022 y con mucho dolor por cuatro años de interminable vacío futbolístico.­