La ventana de la puerta de la casa de Marcos Montes se abre y aparece él con un traje en la mano: “Dame un minuto que enseguida te abro”. A los pocos segundos vuelve, esta vez escoltado por sus dos perros. Entramos por un pequeño pasillo en el que en una pecera hay dos ranas, nos sentamos en unos sillones y rápidamente la conversación empieza a fluir. Marcos habla, hace pequeñas pausas, reflexiona y no tarda en confesar que a pesar de la cantidad de años que lleva trabajando como actor, se sigue poniendo “tremendamente” nervioso ante un estreno, como ahora que debuta con ‘Bela Vamp’, dirigido por Alfredo Arias. “A medida que van pasando los años de trabajo y que uno ya tiene bastante conocimiento sobre esto, uno empieza a sentir un poco más de responsabilidad. Al comienzo uno se maneja con otra liviandad con las cuestiones del trabajo”.
Y, principalmente, también le pasa porque “cada propuesta que me alcanzan yo nunca creo que sea capaz. Es decir, siempre pienso que yo no me ofrecería a mí mismo eso y me llama la atención por qué me lo ofrecen”, dice el actor que se pondrá en la piel de Bela Lugosi.
VIDA FICCIONALIZADA
“Alfredo en los últimos años se ha fascinado con ciertas estrellas de Hollywood. A él estos artistas que han sabido conocer la gloria y ver cómo se arreglan en esos años de ocaso es un mundo que le fascina”, explica sobre el origen de la obra que, desde mañana, subirá a escena en el El Extranjero.
En la pieza, después de haber interpretado a Drácula, el el actor húngaro decide consultar a la psicoanalista Dorothy Couch, quien es famosa en Hollywood, luego de que varios de sus pacientes terminaron pegándose un tiro. “Mucha gente me pregunta sobre el deseo de él de querer terminar con su vida. Acá están tomados algunos elementos biográficos, pero después de ahí se hace un salto furioso hacia una ficción desatada y disparatada. Todos sabemos que Bela fue el Drácula, pero después lo ponían a hacer de ese personaje con cualquier otra cosa en películas cada vez más baratas, vimos cómo esa carrera se malogró y en el final lo tenemos obsesionado con morir. Eso es lo que visita la obra, pero lo hace con humor”.
Marcos Montes: “Yo no soy un enamorado de hacer personajes que existieron en la vida real”.
TRABAJAR CON ARIAS
-¿Le genera algún tipo de presión hacer un personaje que existió en la vida real?
-No. nunca me pasa. Yo no soy un enamorado de hacer personajes que existieron en la vida real porque me parece que lo que nos pasa en el arte de la actuación es que cuando hacemos eso la gente enseguida dice “eh no era así”, como que la primera mirada que tienen es si se parece o no a la persona y no en ver cómo se resuelve esa situación dramática que se plantea. Y nosotros, las personas que nos dedicamos al arte de la actuación, tenemos otras mil cosas en juego, más que el parecido físico. En mi caso si está totalmente ficcionalizado me encanta hacerlo, si no pasa por la pátina de la ficción no me interesa tanto. No soy imitador y voy por otro lado, entonces no me crea esa presión desde que está en una alcoba que tiene que ver con la ficción. Vengo de hacer la serie sobre Cris Miró, donde me tocó hacer un personaje que es Marito del Monte, que en la vida real era Juanito Belmonte. Es verdad que desde el loop hacen cosas que me acercan a Juanito, pero yo no tengo nada que ver con él, hice una construcción desde otro lugar, apoyado por mi director.
-¿Cuál es el mayor desafío que le presenta hacer ‘Bela Vamp’?
-El mayor desafío es hacer una obra de Alfredo Arias. Son complejas desde su imaginario y él logra transmitir una cuestión desde lo visual que parece de un acceso muy popular, pero en realidad tiene muchísimas capas y algunas son caprichosas y otras tienen un sustrato realmente muy serio, que tiene que ver con la historia estética de Alfredo, de alguien que perteneció al Instituto Di Tella, que fue parte del grupo de artistas que tiraron todas sus obras al río, que abandonaron el país todos juntos, que se refugiaron en París, que trabajo con Copi, tiene un gran acervo artístico que yo no lo tengo. Entonces sumarse a esa ola es realmente un desafío. Es saber que yo tengo mis propias herramientas para ofrecer en pos del trabajo y que él sienta que puedo aportar algo para esas cosas que se le ocurren.
LLAMADO MISTICO
-¿Qué expectativas tiene de cara al estreno de la obra en un contexto económico tan complicado?
-Siempre queremos que lo que nosotros hacemos lo vea la mayor cantidad de gente posible y no solamente para poder ganar dinero, sino porque creemos que lo que estamos haciendo es algo que puede tener un valor e invitar a la gente a ver una fantasía. Espero que la gente venga, que pueda apartar su dinero para poder pagar una entrada. La Argentina siempre nos sorprende. Estoy muy atento, muy cauto y también tengo que decir que bastante triste con lo que está pasando. Confío en que nos vamos a poder recuperar.
-¿Aprendió a convivir con los altibajos laborales que tiene su profesión?
-Sí y ¡cómo me costó! Porque vengo de una familia en la que son todos docentes, nadie rico, pero con un ingreso constante y esa regularidad del ingreso es algo con lo que yo crecí y que también tuve porque empecé dando clases de inglés hasta que los horarios de la actuación hicieron que termine perdiendo los alumnos y cuando perdí a todos mis alumnos se me terminó el trabajo de actor y estuve 6 meses sin hacer nada. Me acuerdo que en ese momento me dije a mí mismo: “Esta es la prueba. Si yo aguanto al nivel de que casi no tenga razón de ser, voy a haber pasado la prueba de que estoy preparado para llevar esta vida, de la cual he leído tantas biografías”. Tuve esa resistencia y a partir de ahí con sus altos y con sus bajos me he preparado mentalmente para entender que esa es nuestra vida.
-¿Cómo llegó a ser actor viniendo de una familia tan alejada a este mundo?
-Por lo que creo que es un llamado místico que es la vocación. Bienaventurados los que la tienen. Nada de mi vida hubiera hecho que yo llegara a esto, salvo mi gusto por la música y que hizo que yo cantara en un grupo y un día una compañera mía, Paula Herrera, (directora de "Osakan") me dijera: “¿Por qué no vamos a hacer comedia musical?”. Yo le dije que no e insistió. Fui y llegué a un lugar donde era para lo que yo estaba en el mundo, pero yo no estaba enterado. Fue mágico. Es aceptar un camino y la responsabilidad de decir para eso yo me tengo que formar, tengo que decidir y tomar decisiones implican también mucho coraje, como dejar la carrera de veterinaria cuando estaba en 4to año. Miro para atrás y me parece un cuento. Me encanta como se dio todo. Estoy muy agradecido.