La Prensa llega hoy a los 155 años de vida con una condecoración en el pecho. Somos el decano de la prensa nacional. El enorme valor de la persistencia en un país que se ha empeñado en destruir los sueños a largo plazo. Un diario dos veces clausurado por las dictaduras de entonces. "Si te postran diez veces, te levantas / otras diez, otras cien, otras quinientas:/ no han de ser tus caídas tan violentas/ ni tampoco, por ley, han de ser tantas", tallado en las palabras inmortales del poeta Almafuerte.
La Prensa -ya lo dijimos en el 150 aniversario- es como un peñasco en un mar tempestuoso. Esa obsesión para ser fuerte se debe, en primer lugar, a los titanes que han empeñado el timón. Desde Don José Clemente Paz (en 1869) hasta Don Florencio Aldrey Iglesias (desde 1997 hasta la actualidad), cuyo tesón para preservar el barco ha sido admirable, aun cuando todos los vientos soplen en contra.
Don Florencio Aldrey, director de La Prensa.
No hay viento favorable para quien no sabe dónde va, sentenció Seneca hace milenios. La Prensa siempre tuvo en claro su rumbo y esa es otra de las razones de la persistencia. Siempre defendimos y divulgamos la visión esclarecida de Juan Bautista Alberdi, visión que convirtió a la Argentina en tierra de promisión para millones de hombres y mujeres de todo el planeta. Hoy, gobierna la Patria un Presidente que comparte buena parte de las ideas alberdianas. En buena hora. La prédica de este diario no ha sido en vano.
Si se nos permite un párrafo arrogante, La Prensa se enorgullece hoy de la calidad de su capital humano, en todo el espinel. Desde las iluminadoras columnas de política y economía hasta la tarea menos compleja. Un diario es, por encima de todo, un trabajo en equipo. También es motivo de satisfacción la independencia de criterio de nuestra redacción, otra medalla en el pecho. La dirección ha mantenido a rajatabla el principio de no anudar compromisos con el establishment, en sus distintas esferas de influencia. Por ejemplo, la reseña artística de este diario es reconocida por su imparcialidad y coraje. ¿Cuántas críticas literarias o de espectáculos adversas encuentra hoy, amigo lector, en otros medios nacionales?
Como saben nuestros amigos, La Prensa se destaca, asimismo, por dar cabida a todas las expresiones del quehacer nacional que comparten nuestros valores republicanos y de defensa de la vida y la propiedad privada. Esa amplitud de criterio -todo hay que decirlo- ha causado escozor en algunos pocos lectores que no toleran que un texto contradiga su visión de la realidad. En esta época de partisanismo, artificialmente potenciado por intereses políticos (ver La razón populista de Ernesto Laclau), se complica la libre circulación de diferentes ideas.
Un nuevo reto que la post modernidad nos ha planteado a los medios tradicionales es la proliferación de las redes sociales, divertimento que tanto tiempo roba a los ciudadanos. La comunicación ha cambiado más en la última década que a lo largo del último siglo, advierten los expertos. Informarse (¿desinformarse sería más correcto escribir?) exclusivamente a través de las redes es como convertirse en un aficionado a los grafitis de los baños públicos, dijo alguna vez el colega Jorge Lanata.
Don José Clemente Paz, Fundador de La Prensa.
El público debería recordar que si algo caracteriza al ecosistema de las dictaduras -como China, Cuba o Venezuela- es que los medios de comunicación clásicos han sido destruidos o totalmente domesticados y sólo quedan en pie las redes sociales, aunque con aceradas limitaciones. En Occidente se propaga desde la cima del poder cierto discurso deslegitimador del periodismo tradicional, tachándolo de antigualla en vías de extinción. Palabras huecas que no se condicen con la realidad de los hechos. Vaya uno a publicar algo en el diario que no le gusta al Presidente, al ministro, al empresario, al dirigente político, sindical, social o cultural y verá cómo reaccionan.
Seguimos en la trinchera, pues. Alentados por datos como éste: los lectores dan mayor credibilidad a la prensa tradicional que a los medios digitales, indican las encuestas. En La Prensa no se incluye nunca lo que en la jerga se llama "operaciones de prensa". Creemos que el periodismo implica per se una búsqueda de la verdad. Y la verdad no es lo que favorece a Milei, a Cristina, a Macri o quién poderoso sea. La verdad hace libre al ciudadano. Su confianza, lector, nos enaltece.