Es conocida la estrecha vinculación del pueblo vasco con la música, especialmente con el género coral (recuérdense al Padre Donostia y la alta categoría del Coro Lagun Onak, creado por Luis de Mallea). En el camino de esta tradición, uno de nuestros clubes centenarios, el Centro Laurak Bat, junto con Radio Amadeus, inauguró una serie de conciertos con entrada libre y gratuita a cargo de la orquesta de esa emisora, cuya primera sesión tuvo lugar el domingo, en la que se escucharon obras de Grieg, Mozart y Juan Crisóstomo de Arriaga, ante un recinto colmado.
La velada comenzó con la difundida Suite que Edvard Grieg escribió en homenaje al escritor danés Ludvig Holberg, "danzas en estilo antiguo'' en cuya ejecución las cuerdas lucieron buena sonoridad de conjunto y justeza de ataques, al tiempo que el maestro Alfredo Corral, empeñoso, con marcación precisa y adecuadas gradaciones, logró un delicado pizzicato en el rigodón conclusivo.
Luego, la Sinfonía N° 40, una de las páginas más célebres de toda la literatura mozartiana, conducida con brazo seguro, fue vertida ya desde el
UN VASCO INSPIRADO
Muerto de tuberculosis a los diecinueve años, y nacido en 1806 en Bilbao, cuyo teatro de ópera lleva su nombre, Juan Crisóstomo de Arriaga
La velada que nos ocupa incluyó una lucida recordación del denominado `Mozart español' a través de tres de sus piezas. `Nada y mucho', en extraña trascripción para tres violines (Joaquín Díaz, Carlos Golluscio y Alejandra Canesa) constituye en realidad un ejercicio juvenil desarrollado con diseños melódicos y suaves variaciones que se entrelazan.
El Tercer Estudio para piano, pieza de afiligranada elaboración, armónicamente delicada, fue traducida por Corral con toque pulcro. Pero el plato fuerte de la función fue la obertura de la única ópera escrita por Arriaga, `Los esclavos felices' (1820), con texto en dos actos de Luis Francisco Comella, trabajo semi-serio que refiere a una pareja de nobles hispanos cautivos de los moros.
Italianizante, de excelente inspiración y claras influencias rossinianas, esta partitura de buena complexión orgánica y diseño instrumental fue ejecutada por la Orquesta Amadeus con fluidez y articulación clara, ello sin perjuicio de una sonoridad por momentos excesiva en orden a la acústica de la sala y ciertos desbordes de timbales que tendrían que ser moderados.
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