Espectáculos
Dirigida por Javier Daulte y Mariano Stolkiner, la actriz estrenó una obra en el Regio y anticipa sus próximos pasos

Karina K, vegetariana y carnicera

Acompañada por Florencia Raggi, Marcos Montes y Agustín Daulte sube a escena en un thriller psicológico que cuestiona el mundo de las creencias. Habla de sus ganas de hacer más teatro de texto y de su alejamiento del musical.

 

Karina K está sentada en su camarín del teatro Regio, un lugar sencillo y chiquito en el que guarda sus cremas, maquillajes y parte del vestuario de ‘Carnicera’. También hay una pequeña mesa con una cafetera y saquitos de té, dos sillas de madera y una foto junto a su pareja Cynthia Manzi. Es allí, en ese lugar, donde cada día empieza a cobrar vida Porcia, trabajadora de un frigorífico industrial que ve interrumpida la soledad de su tarea ante la presencia de un grupo de jóvenes que integran un movimiento terrorista contra el consumo de carne y un par de científicos que buscan a los culpables.

“Porcia es una mujer que representa un poco al pueblo, al pensamiento de masas, influenciable, a la que no le interesa escuchar las noticias, aunque está enterada de todo. Es una negadora total de lo que está sucediendo”, dice la protagonista de esta obra que acaba de estrenar junto a Florencia Raggi, Marcos Montes y Agustín Daulte.

Desde hace unos años, la actriz decidió hacer un alto dentro de los musicales para poder sumergirse en el mundo de las obras de texto. Esta vez el desafío llegó de la mano de Javier Daulte y Mariano Stolkiner. “Quiero seguir explorando y profundizando este género dentro del teatro, que implica una experiencia en tiempo real que el teatro musical te fracciona”, explica Karina, que viene de trabajar con José María Muscari en ‘Perdida mente’.

OTRO LENGUAJE

-¿Qué encontró en el teatro de texto?

-El espacio para volcar todo lo transitado en los distintos estilos teatrales. Yo vengo de haber explorado el teatro de complicidad con el público, donde la composición de personajes es con muchas máscaras, con los artificios necesarios para interpretar un personaje con características más remarcadas que el naturalismo. Siento que, en el presente, en Porcia hay una síntesis de muchos papeles que transité. Tiene tintes de ‘Sweeney Todd’, que fue un musical que hice con Julio Chávez donde interpretaba a una mujer que era panadera y hacía pastelitos con carne humana; ella era la cómplice del barbero asesino. Si bien Porcia está en las antípodas de la personalidad de Mrs Lovett, porque ella tiene candidez e ingenuidad, pero cuando se rebela tiene una epifanía de que la realidad no es como ella la imaginaba.

-¿Cómo la trabajó a Porcia?

-Con el apoyo de los dos directores fuimos buscando esa candidez de la que hablaba. Yo le encontré cierta brutalidad, no tiene muchas luces, pero tiene un gran corazón. Es un personaje que tiene picardía, que en la curva que hace de su ingenuidad se despierta en ella que va a ser el testimonio de todo lo que sucede en el frigorífico, con estos personajes que representan a la tecnología, la ciencia, la lógica, la elocuencia. Y ella es justamente el corazón, la vulnerabilidad, la fragilidad, pero a la vez la dureza, la mujer guerrera, aunque pacífica en sus principios, pero que empieza a ser movilizada por todo lo se suscita.

“Yo no puedo disociarme tanto y hacer muchas cosas a la vez, no me funciona.”

-¿Qué le sedujo de esta propuesta?

-Tenía ganas de trabajar con Javier. Después me encontré con Mariano, con Florencia y Marcos, que a él lo conocía más del ámbito del teatro musical, que es de donde vengo. Pero ya hace más de cinco años que estoy dedicándome al teatro de texto y me siento muy cómoda y quiero seguir explorando y profundizando este género que implica una experiencia en tiempo real que el musical te fracciona por el devenir de la música. Abordar el teatro de autor argentino implica encontrarme con otra estética desde la actuación, desde el humor, desde el drama. Por eso me atrajo también esta propuesta, porque Daulte es un autor que me parece sumamente significativo y de los más destaca- dos contemporáneos que tenemos.

Marcos Montes, Florencia Raggi y Karina K en una escena de ‘Carnicera’, obra estrenada en España en junio de 2021. FOTO: GENTILEZA CARLOS FURMAN

LO QUE VIENE

-Ante esta necesidad suya de hacer más teatro de texto, ¿qué pasa con el teatro musical?

-Tuve la buena fortuna de abordar muchos géneros dentro del teatro musical. Siento que hasta ahora me dio todo lo que me tenía que dar. No me niego ni me cierro a que después surja algo que me parezca una propuesta sumamente atractiva, pero en este momento me encuentro con la idea también de continuar haciendo mis proyectos. De hecho, después de ‘Yiya, el musical’ abordé una antiópera sobre la vida de la cantante alemana Nina Hagen con ‘Mamá Punk’. Pero después me metí en la dramaturgia, estudié, y tengo idea de hacer un proyecto propio. Así que estoy capturando con esta pieza, como en la experiencia con Juan José Campanella en ‘¿Qué hacemos con Walter?’, la grandeza artística, estética, y en lo que refiere al arte integral de esos directores. Porque lo que tengo ganas es de dirigir teatro de texto y estoy enfocándome en eso.

-¿Cuán lejos está eso?

-No está lejos. Tengo varias obras, pero hay una más ter- minada que es la que quiero hacer. Y creo que, en breve, la haré. Yo no puedo disociarme tanto y hacer muchas cosas a la vez, no me funciona. Entonces, si bien ya tengo la obra terminada, le falta corregir un poquito. Quiero que pase el vértigo del estreno, dedicarme a disfrutar de venir a hacer las funciones y empezar a preproducir esta obra nueva.

-Siendo vegetariana, ¿le costó hacer esta obra en la que tiene que trabajar en un frigorífico?

-Sabés que es impresionante, pero me fui acostumbrando. Al principio, cuando leí la obra dije: ‘¿Cómo voy a hacer?’. Y después pensé: ‘No va a ser carne, es imposible, sería más caro que un musical’ (risas). La verdad es que la escenografía es extraordinaria y todo lo que son los elementos también, el público se va a sorprender mucho. En la tarea te terminás olvidando, estás más ocupada en el texto, en la intención, el estado, y ya soy carnicera. Tengo las manos machucadas de tanto cortar, y algún dedito rebanado. Me ha pasado que me he cortado en casa porque me llevé la chaira para practicar y afilé tanto los cuchillos que cortando la verdura me lastimé.

FOTO: GUSTAVO CARABAJAL