Opinión
Páginas de la historia

José Gervasio Artigas

José Gervacio Artigas representa para los Uruguayos lo que San Martín para los argentinos. Pero hay algo que lo diferencia, no sólo de San Martín, sino de casi todos los héroes o patriotas venerados en sus patrias. Y es el hecho que Artigas tuvo muchas más derrotas que triunfos.
Veinte años antes de la Revolución de Mayo, en 1789, toda Europa se conmueve con la Revolución Francesa y sus lemas de Libertad, Igualdad, y Fraternidad. Y esas ideas llegan rápidamente hasta los países de América, que estaban sometidos por potencias europeas, con cadenas difíciles de romper.
Y aparecen entonces los Belgrano, los Moreno, que frente a metas que parecen inalcanzables, han nacido para alcanzarlas. Por eso fueron hombres que “habiendo volado muy alto, dejaron huellas muy profundas”.
Artigas tenía 25 años en 1789, el año de la Revolución Francesa. Había nacido en Montevideo y era hijo de un rico hacendado. Aclaro que esta no pretende ser una lección de historia. Además no estoy capacitado para darla. Se lo ha observado a Artigas desde dos puntos de vista. El nuestro y el de su patria: el Uruguay.
Para nosotros, inicialmente se adhiere a la Junta de Mayo, participa con valor en las invasiones inglesas y logra el grado de Teniente Coronel en la Segunda Invasión, en 1807.
Tenía 43 años. Se había casado a los 41 años, con la mujer que había amado desde su infancia.
En su otoño siente que le ha llegado la paz y la tranquilidad espiritual y que habrá luz en su invierno.
Pero ella, Rosalía Villagrán se llama, muere repentinamente, a los 4 años de matrimonio. ¡Y cuántas veces, una muerte, puede significar dos muertes!
Muchos historiadores coinciden en afirmar, que desde ese día cambió totalmente el carácter de José Gervasio Artigas. Se transformó en un hombre silencioso, casi huraño.
Dicen que no lloró el día de la muerte de su esposa. Pero enjugar lágrimas no es suprimir dolores. Quizá este proceso íntimo podría explicar, después de su adhesión inicial a la Junta de Mayo, su enfrentamiento posterior. ¡Quién pudiera saberlo!
En 1811, tenía 47 años –todavía seguía aliado- obtuvo con las tropas patriotas un gran triunfo en la batalla de ‘Las Piedras’ y puso inmediato sitio a la ciudad de Montevideo, que estaba a punto de rendirse.
Por un desacuerdo con Artigas, la Junta de Mayo, concertó un armisticio con los españoles de Montevideo, que de acuerdo a la apreciación de Artigas era una medida totalmente injustificada frente al común enemigo prácticamente vencido.
Artigas se dirigió totalmente disconforme, a Entre Ríos. Se sentía adversario no sólo de los españoles, sino también de los patriotas de la Junta. Hombre independiente, tenía su mente puesta solamente en liberar a Montevideo. Y comenzó a formar un ejercito propio. Creó además una bandera tricolor. Era tal el enfrentamiento con Buenos Aires que el Director Supremo Gervasio Posadas lo declaró traidor a la patria. Incluso ofreció una recompensa por traerlo vivo o muerto, aunque fue rehabilitado poco tiempo después.
Pero Artigas ya había formado su propio ejercito y logrado también la adhesión de Córdoba, la de Corrientes y la de Santa Fe.
Mientras tanto los portugueses se habían adueñado de Montevideo. La lucha contra dos adversarios, los patriotas de Buenos Aires, unidos a los portugueses, lo debilitan. Lo derrotan en Tacuarembó. Tenía ya 52 años y un cansancio de tiempo y el cansancio de tiempo “siempre es un cansancio definitivo”.

REFORMADOR SOCIAL
Habían pasado diez años solamente, claro que de actividad plena, pero suele hacer falta que la semilla desaparezca para que la planta crezca.
Según los uruguayos, que lo veneran como su héroe máximo, Artigas fue un reformador social. Les creó el concepto de Nación, nada menos y fue un visionario que comprendió el sentimiento del paisano oriental, de los hombres de lanza y de a caballo, de los gauchos y de los morenos. Se constituyó como el caudillo de un pueblo en armas al que unió en su lucha contra la injusticia.
Después de la derrota de Tacuarembó, totalmente solo y desmoralizado, Artigas llegó, luego de recorrer 70 leguas a caballo, a la frontera con Paraguay, gobernado en ese momento por el dictador Francia, que no era precisamente su amigo.
Solicitó asilo. Luego de tres meses de humillante prisión, le concedieron una pequeña pensión y un modesto rancho donde alojarse.
Ese destierro duraría 30 años, hasta que un día 23 de septiembre de 1850, a los 82 años, se extinguía su azarosa vida.
Y un aforismo para José Gervasio Artigas, el San Martín Uruguayo, hombre discutido, sobrio y parco en el hablar, militar en la batalla y conductor de su pueblo en la paz. Pero acertado o no, siempre digno: “Quien mira siempre de frente, encuentra muchos perfiles”.