"Tener papá" desde el primer segundo de vida es un apasionante comienzo para el recién nacido en su aventura por vivir. Con esta afirmación, el pediatra neonatólogo Jorge César Martínez busca reivindicar la largamente olvidada importancia de la figura paterna desde el mismo momento de la concepción de un niño.
Bajo el título "Embarazo, parto y posparto de un padre", Martínez dedica un capítulo de su libro -"El increíble universo del recién nacido" (Editorial El Ateneo)- a reflexionar sobre el rol del padre y los prejuicios que aún persisten en ese sentido a nivel social.
Su extensa trayectoria como jefe de la Unidad de Asistencia Neonatal Integrada del Hospital Materno Infantil Ramón Sardá, le ha permitido concluir que cuando se habla de una gestación es muy poco el espacio que se le da al padre y parece prevalecer la pretensión de que "al hombre no le pasa nada, que es la mujer la que está embarazada, es la mujer la que tiene al bebé y el padre es un espectador más y no uno de los protagonistas del comienzo de esa nueva vida".
"Después de tener la oportunidad de hablar con muchos futuros padres y otros ya realizados, tengo bien claro que eso no es así. En muchos casos, sus deseos de protagonismo son muy superiores incluso a lo que imaginamos. Creo que quizás el problema fundamental sea que el hombre no encuentra un espacio donde expresar sus sentimientos", sostiene el autor.
Como contrapunto al casi constante escenario de que nadie se preocupa por el padre durante todo el proceso de la "dulce espera", "ni siquiera sus propios familiares", Martínez asegura que al futuro papá le pasan cosas, y muy importantes, "solo que como no encuentra espacio donde poder expresarlas, donde poder compartirlas, termina por guardarlas y tan guardados están sus sentimientos, que algunos llegan a convencerse de que no existen".
Por este motivo, el experto insta a que tanto los profesionales de la salud como la sociedad toda empiece a ocuparse activamente de las necesidades del padre y se lo incluya en cualquier plan de apoyo o asistencia prenatal.
LOS TEMORES
Asimismo, el pediatra neonatólogo pone de manifiesto que todos los temores y angustias respecto del bienestar del bebé y de su normalidad, que suelen experimentar las madres, están presentes también en el padre.
"Uno de los temores que las madres presentan a lo largo de la gestación es el relacionado con su capacidad de ser una buena madre. Estos mismos interrogantes se los plantea el padre. El sueño de ser padres "ideales", padres sin errores, se les presenta una y otra vez, y muchas veces no han tenido la oportunidad de discutirlo siquiera entre ellos", argumenta.
Por otra parte, Martínez reconoce la existencia del sentimiento de celos, de competencia con el bebé, al comentar: "Su mujer, que hasta antes del embarazo se ocupaba solícitamente de él, lo ha dejado de lado, ya sea porque no se siente bien o porque comienza a vivir intensamente en su mundo interior (esto está muy bien), por lo que se olvida de algunos aspectos de su mundo exterior, donde él ocupaba, hasta hace no mucho tiempo, un lugar privilegiado".
Es bueno que la pareja tenga en claro la posibilidad de que aparezca esta incomunicación entre ellos, subraya el autor de "El increíble universo del recién nacido". "En la medida en que hagan sus esfuerzos para mantener el diálogo, para mantener próximos sus sentimientos, lograrán apoyarse mutuamente y solidificar su vínculo como pareja y asentar la iniciación del maravilloso vínculo con el bebé", expresa, para luego añadir: "No dejen de preguntarse cómo están, qué sienten, compartan, apóyense uno en el otro, de allí surgirán las fuerzas tan necesarias para el adecuado desarrollo de la paternidad".
Otro sentimiento que suelen compartir los padres -y que Martínez ha podido identificar durante los cursos de asesoramiento prenatal- es la preocupación central por el bienestar de la mujer y sus deseos de que el parto transcurriera de la manera más placentera.
BUENAS IDEAS Y ERRORES
Entre las sugerencias positivas que muchas veces el autor oyó de los padres en estos mismos cursos se encuentra la de reservar las vacaciones para el momento en que nazca el bebé, de manera de estar cerca de él y de su mujer, vivir intensamente ese período y colaborar en la atención del recién nacido.
En cambio, hace hincapié en un error habitual: la presión que se le ejerce, consciente o inconscientemente a la madre, sobre el sexo del bebé.
"Es absolutamente cierto que en algunas parejas, las presión negativa (muchas veces no por ellos sino por familiares o amigos) que produce el tema del sexo del bebé puede llegar a límites de agregar un factor más de ansiedad a la ya sobrecargada futura mamá", aclara.
También considera como un "gran error" el hecho de que el padre comience a comunicarse con su hijo recién cuando éste ya empieza a tener una actividad física que le permita jugar con él, un tono muscular adecuado, cuando sus movimientos sean coordinados, que no "se rompa". "Ello implica que el bebé tenga entre uno y dos años y que habremos desperdiciado el comunicarnos con él, la posibilidad de conocerlo mejor: que nuestra relación se extienda mucho más allá de los estrictamente físico, al área de lo emocional, a la capacidad de desarrollar su potencialidad desde el minuto cero", apunta.
ESTAR O NO ESTAR
Respecto del interrogante acerca de si el padre debe o no presenciar el parto, Martínez señala que esta decisión debe tomarla libremente, sin presiones, de acuerdo con lo que sientan, convencidos realmente de la importancia de su presencia. "Para eso hay que ofrecerles información, permitirles que encuentren el espacio donde expresar sus sentimientos, sus dudas, sus reales deseos", remarca.
"La presencia del padre no tiene solo el significado romántico de asistir al nacimiento de una nueva vida que, por supuesto, es importante, sino que además y por sobre todas las cosas hace que ese padre sea también un activo y positivo protagonista, con todas las letras, a través de su trabajo de parto del bienestar del bebé y de su mujer", explica.
En esa misma línea, el pediatra neonatólogo insiste en que hay que lograr que el hombre "se "embarace", que viva intensamente los nueve meses, el aumento del tamaño del niño, sus primeros movimientos espontáneos, cómo responde al tocarlo a través del abdomen de su madre. Tenemos que lograr que le hable, porque el bebé en el útero ya lo escucha perfectamente y será para él un hermoso e importante recuerdo cuando nazca. Tenemos que prepararlo, apoyarlo, entusiasmarlo, pienso que debe estar allí, física y emocionalmente desde el primer segundo de vida de su hijo".
Por supuesto, el especialista recuerda que el protagonismo del padre no debe acabarse en el momento del parto, sino que por el contrario después del alumbramiento el padre puede y debe desempeñar un rol importante, aliviando las responsabilidades de la madre al participar activamente en la crianza del niño y, en especial, al comienzo, cuando ésta se recupera.
"El padre debe estar y sentirse emocionalmente comprometido en el bienestar de la madre y del niño, y competente para cuidarlos, es decir, debe sentirse útil", enfatiza.
A modo de cierre del capítulo, el autor invita a todos los flamantes padres a internarse de lleno en una experiencia única: "Mire a su hijo recién nacido a los ojos, mírelo profundamente, yo creo que detrás de esos hermosos ojitos va a ver un universo maravilloso", concluye.