Opinión
Buena Data en La Prensa

Imprevisible

La realidad Argentina, está plagada de hechos que cambiaron el rumbo de las cosas de un momento a otro. Los abruptos cambios económicos y políticos que sucedieron durante gran parte del siglo XX y durante este primer cuarto del siglo XXI, son una clara muestra de nuestra inestabilidad. 
Basta hacer un pequeño ejercicio de memoria sobre algunos sucesos que ocurrieron, para confirmar que la historia está llena de casos que fueron imposibles de prever o de imaginar. 

Argentina nos tiene acostumbrados a lo inesperado. Aunque parezca una contradicción, en cierto sentido, es esperanzador, porque aún en los momentos más oscuros siempre puede aparecer algo que nos haga resurgir. También sabemos que la armonía es frágil y puede destruirse en un abrir y cerrar de ojos, por eso hay que cuidarla. 

Es como en el famoso cuento del anillo del rey que contenía un breve y sabio mensaje: “Esto también pasará”, que debía ser leído tanto en la más trágica derrota como en el momento de máxima victoria. 
Mientras tanto démonos un rato para reflexionar sobre aquello que escapa a nuestros designios.

ESPERAR LO INESPERADO

Aunque parezca una contradicción grosera, la verdad es que los argentinos, nos acostumbramos a esperar lo inesperado y esto acarrea una ventaja implícita: desarrollamos una gran creatividad reconocida en todas partes del mundo; no nos quedamos paralizados frente a lo que no sale como habíamos planificado; “lo atamos con alambre” y seguimos adelante. 

Es cierto que también muchas veces somos exitistas o en otras vemos todo mal y eso no ayuda a tener una mirada objetiva; pero saber que todo, en algún momento, puede fallar nos pone frente a la limitación humana. Y si bien, el error no es bueno en sí mismo, es una oportunidad para encender las alertas y revisar lo que nos llevó hasta allí. Oportunidad que pocas veces usamos, pero gracias a Dios, Él escribe derecho en renglones torcidos y salimos del paso.

ERROR PRESIDENCIAL

No pretendemos juzgar la moralidad ni las intenciones de los actos que tuvieron como protagonista al presidente Javier Milei en el desafortunado episodio de $Libra.  El tema está envuelto con una serie tan intrincada de tecnicismos que como a la inmensa mayoría de los argentinos, nos excede. Sí, podemos percibir que, al menos, cometió un grave error político que será capitalizado hipócritamente por la oposición y que frente a él puede tomar diferentes actitudes. No tenemos respuestas, ni nos es posible prever las consecuencias, pero pensar sobre ello puede iluminar nuestros errores cotidianos, que aunque no tengan tanta relevancia global, nos perturban la vida. 

NUESTROS PEQUEÑOS ERRORES

El error divide la experiencia en un antes y un después. ¿Cómo se llegó a cometer? ¿Qué factores intervinieron? ¿Por qué no se advirtió con antelación que el camino era el equivocado? ¿Hay posibilidades de enmendarlo? ¿Cómo hacerlo? ¿Qué hacer para no volver a repetirlo? 

El antes puede estar marcado por la inmediatez, por la liviandad al emitir opiniones, fallas en la información, un entorno desfavorable, la falta de prudencia. Si el después no está signado por el aprendizaje y el cambio, de nada sirve lo pasado y en otra oportunidad se volverá a caer en el mismo lugar. Tomar distancia y hacer una autocrítica es lo más sano. Reconocer el error es el primer paso. Quizás haya cosas que cambiar, que rever, que replantear.  

La actitud que tomemos frente al error puede empequeñecernos o hacernos crecer. Esto sirve como patrón para nuestros errores de todos los días como para el “error presidencial”.

San Juan Bosco decía que “Ser bueno no consiste en no cometer ninguna falta, sino en saber enmendarse”.  
 
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