Señor director:
Dada mi edad asistí a la escuela primaria en tiempos en que tempranamente se aprendían las tablas de multiplicar y los verbos en todos sus tiempos y modos de memoria, sin que se me ocurriera pensar que se me estaba imponiendo tiránicamente un sistema de pensamiento único. De hecho, hace un tiempo encontré el cuaderno forrado con papel araña azul en el que ocupan una gran cantidad de páginas, absolutamente todas las conjugaciones de los verbos -regulares e irregulares- escritos con tinta azul lavable. Así como las nociones básicas de la ortografía y la sintaxis y de las matemáticas y la geometría.
Pero además, capitales del mundo, ríos y montañas y otros conocimientos adecuados a la edad sin otro método pedagógico, psicológico o sociológico, más que el de maestros, varones y mujeres, que nos hicieron aprender las nociones básicos para una formación gradual e integral. Pero eso no era todo: fábulas, cuentos, poesías y leyendas clásicas, relatos históricos nacionales y universales, que nadie imaginaba que pudieran ser traumáticos para nuestras mentes infantiles.
¿Y por qué recuerdo ahora eso? Porque más allá de todo ese ritornelo de metodologías que no resuelven nada acerca del deterioro de la educación y del nefasto resultado que todos vemos, ese método nos proporcionó los cimientos que nos enseñaron a ver la realidad de una manera natural; cosa que con los que artificiosamente se han ido imponiendo, a fuerza de consignas vacías y repetidas hasta el hartazgo y sin sustento racional, a ojos vista han desembocado en el cuasi analfabetismo de gran parte de la sociedad. Desgraciadamente lo comprobamos hasta en los debates de los representantes políticos, día a día; lo que muestra claramente el estado de la sociedad de la que proceden.
Pruebas al canto
Basta recordar el cuento “El traje nuevo del emperador” para ver que hoy es denigrado quien se atreva a decir que el gobernante está desnudo y que unos presuntos sastres no son más que una casta de pillos embaucadores. O la fábula de “El zagal mentiroso”, con sus amenazas de que viene el lobo y el terror de la población ante la falsa alarma, hasta que a las cansadas y cuando ya todos han sido engañados, lo descubren. Y, ni qué decir del cuento de El Flautista de Hamelin que concretó su venganza secuestrando a todos los niños al sentirse estafado cuando le negaron su recompensa en oro aquellos que lo embaucaron con la falsa promesa de pagarle por haber exterminado la plaga de ratas que azotaba al pueblo.
¿Hace falta mucha imaginación para asociar estos ejemplos clásicos con los relatos que desde hace años sufrimos los argentinos que sólo han servido para una contienda fratricida con el único propósito de denigrar al otro?
Entre otras estrategias de manipulación eso sólo ha sido posible, a mi juicio, gracias al estado de ignorancia y falta de conocimientos elementales a la que demagógicamente nos han ido llevando, entre otros artilugios, las ideologías de un lado y otro que fueron imponiéndose mediante las supuestas propuestas educativas que destrozaron, pese a lo que públicamente pregonaban, la capacidad intelectual de una sociedad que ya nos es capaz de sumar dos más dos, ni de distinguir la Revolución de Mayo del Día de la Independencia.
JUAN MARTIN DEVOTO
DNI: 10.625.501