La hija del español
Por Tinco Andrada
Barenhaus. 186 páginas
Es la más antigua de las historias románticas: el amor imposible entre dos personas de realidades diferentes, enfrentadas por divisiones históricas, por los prejuicios y por una insuperable terquedad familiar.
Una nueva versión de ese argumento ancestral es la que ofrece La hija del español. El escenario: el Buenos Aires de principios del siglo XIX, pero también las provincias del Norte. Tiempos de revolución, de independencia y, más tarde, de interminables contiendas civiles. Los protagonistas: Concepción De Alzaga, niña bien pero con ínfulas de independencia, hija protofeminista de un comerciante negrero tan próspero como inescrupuloso, y Manuel Rodríguez, negro liberto, criado en la familia del célebre Martín Rodríguez, más tarde militar heroico en el regimiento de Pardos y Morenos, y fogueado en mil combates de las luchas intestinas.
Amigos en la infancia, separados brutalmente cuando niños, la novela imagina su reencuentro pasadas casi tres décadas, cuando Concepción sea ya una esposa y madre asentada, y Manuel vague entre los montes tucumanos combatiendo montoneras y salteadores. No por anunciada la reunión perderá intensidad.
El amplio arco temporal, que se relata de manera episódica en unos pocos capítulos entrelazados con hechos de la historia nacional, se condensará en un desenlace a toda orquesta, impactante, cargado de violencia y tragedia, a tono con las pasiones desatadas por los amantes mal avenidos.
Nacido en Añatuya, Santiago del Estero, Tinco Andrada procuró contar en La hija del español la versión desde el punto de vista femenino de la misma historia que había narrado en El negro Manuel, el tercero de sus libros. Su lectura aporta una nueva mirada a un género, el de la novela histórica-romántica, cada vez más transitado por escritores y lectores argentinos.
Arturo Blair