En los últimos años se abrió en Italia un debate, alimentado de libros y conferencias, sobre el Concilio Vaticano II y su correcta interpretación. Uno de los protagonistas del debate, reproducido por la prensa de ese país, fue el arzobispo emérito italiano Agostino Marchetto.
Monseñor Marchetto, canonista, historiador, con 30 años de carrera diplomática, publicó en 2005 un primer libro sobre el tema donde analiza la historiografía del Concilio. Su título: "El Concilio Vaticano II, contrapunto para su historia", editado por la Librería Editora Vaticana y traducido al español por Edicep de Valencia. Ahora publicó un segundo volumen con el subtítulo "Para su (del Concilio) correcta hermenéutica".
En vísperas de que se cumplan 50 años de la apertura de la asamblea eclesial, La Prensa entrevistó a Marchetto por correo electrónico sobre su obra, que corrige la visión hoy dominante del Concilio. Una visión, según el prelado, que quiere verlo como un evento revolucionario. A su juicio se trata de una reconstrucción ideológica que fue impuesta por la Escuela de Bolonia, cuyo referente es Giuseppe Alberigo, coordinador de una "Historia del Concilio Vaticano II" en cinco volúmenes. Pero, según Marchetto, Alberigo sigue en sus teorías al padre Giuseppe Dossetti, experto de confianza del cardenal Giacomo Lercaro, uno de los cuatro moderadores del Concilio.
- Excelencia: ¿cuándo nace esa interpretación del Concilio y por qué la asocia a la Escuela de Bolonia?
- El monopolio de una visión histórica "concertada" por la Escuela de Bolonia (de Dossetti, Alberigo y ahora el historiador Alberto Melloni, pero con muchos aliados en todo el mundo), al fin y al cabo de ruptura con lo que precede, ya está presente durante el Concilio en la franja extrema de los llamados progresistas. Ellos se opusieron a los intentos de Pablo VI de llegar a soluciones de consenso en muchas cuestiones disputadas. Esa interpretación continuó después del Concilio, especialmente al presentarlo como un "evento", al poner el acento en el "espíritu" del Concilio, al verlo como el nacimiento de una nueva Iglesia. Se lo hizo también desvalorizando los textos conciliares y sus Actas (fuentes oficiales) en detrimento de los diarios personales.
-¿Cuándo se manifiesta?
- El monopolio de esa visión se manifiesta con la publicación de los cinco volúmenes de la "Historia del Concilio" dirigida por el profesor Alberigo. Como declaró Su Santidad en su famoso discurso a la Curia del 22 de diciembre de 2005, ésta interpretación encontró el favor de los medios de comunicación social y de una parte de los teólogos modernos. Por lo demás, era ya la situación conciliar: favorable a las novedades, con exageración de los contrastes y juicios muy negativos hacia quienes recordaban la necesidad de considerar también la Tradición eclesial precedente. Renovación y fidelidad al "deposito" de la fe van juntas en la Iglesia católica.
- ¿Cuáles son los argumentos de la Escuela de Bolonia? Usted ha dicho que se basa en un juego de oposiciones: por ejemplo, entre los dos papas del Concilio.
- Los argumentos de dicha escuela son ideológicos, no respetuosos de la verdadera historia del Concilio. De hecho, por ejemplo, oponer a Pablo VI -definiéndolo como enterrador del Concilio- y a Juan XXIII es una posición contraria a las palabras y a los hechos de los dos Papas.
- ¿La historia del Concilio dirigida por Alberigo ha sido la fuente de otros historiadores?
- El merito de Alberigo, desde su punto de vista, ha sido la creación, o coordinación, de un movimiento, de una corriente de pensamiento. En los libros dirigidos por él, Alberigo siempre se reservaba la introducción, los orientaba y delineaba las conclusiones. Llegamos al punto de que, en Italia por ejemplo, los que se identifican con una línea histórica tradicionalista van a "pescar" en los libros dirigidos por Alberigo los argumentos (para mí, infundados) a favor de la visión de ruptura.
- ¿Cómo logró imponerse esta interpretación? Usted habló de amistades, operaciones industriales... Es asombroso que algo así ocurra.
- Me acuerdo que una vez escribí que los talentos de Bolonia, sus capacidades organizadoras y científicas, sus amistades poderosas, y las ayudas económicas recibidas, eran dignas de una mejor causa, la de una historia no ideologizada y de confrontación, sino conforme a la hermenéutica de reforma en la continuidad del único sujeto Iglesia, como han proclamado Su Santidad y los Papas anteriores a él.
- ¿Cree que existe una estrategia detrás de esos intentos?
- Sí, creo que hay una estrategia para imponer estos cambios en la Iglesia y lo constatamos todos los días. De hecho la Iglesia católica es casi la única "institución" (esta palabra no es mala pero exige también el espíritu que la sostiene), que sigue defendiendo ciertos valores, que son "indigestos" a no pocos contemporáneos nuestros.
- ¿Por qué cree que estos esfuerzos unidireccionales encuentran, además, el favor del público?
- Ir en contra de la corriente común de pensamientos no es fácil ni cómodo. ¿El favor del público? Ciertamente tenemos que considerar a quienes nos dirigimos hoy, pero tenemos que conseguir como siempre la aprobación, el favor, de nuestro Señor Jesucristo.
- ¿No cree que la visión dominante del Concilio terminó por provocar una suerte de "ruptura real" con las formas antiguas, con lo que era tradicional? El propio Papa tuvo que salir a aclarar, por ejemplo, que el rito de San Pío V no había sido abrogado por el Concilio...
- El bombardeo produce sus efectos. Como fue presentado (falsamente) en algunos lugares, el Concilio creó la convicción en muchas personas de que todo en la Iglesia se podía cambiar. Si cambian de opinión ciertos obispos en Roma, ¿por qué no los teólogos, porque no los fieles? No hacer distinción entre lo que puede ser cambiado, adaptado, renovado ("aggiornato"), y lo que no lo puede ser es cosa bastante común hoy. También entre los que se dicen católicos. Al fin y al cabo, nuestra es la época de la religión "ˆ la carte", en línea con nuestro relativismo dominante. Pero el Concilio no fue relativista.