Suplemento Económico

¿Hay atraso cambiario?

 

Por Diego Barceló Larran *

En el primer semestre del año el precio oficial del dólar aumentó 12,9%: pasó de 808 a 912 pesos. Al mismo tiempo, los precios al consumidor subieron 79,8%, si bien la inflación “núcleo” fue 68,8%. De la comparación entre la evolución de la cotización oficial del dólar y la inflación, hay quien deduce que el “dólar está atrasado”.

Sin embargo, los períodos para hacer esa comparación son arbitrarios. Si se toman las variaciones entre diciembre de 2018 y junio de 2024, se encontrará un aumento de 2.281% en el dólar (¡entonces valía 38,3 pesos!) y uno más bajo tanto en el IPC como en la medida “núcleo” (casi 2.140% en ambos casos). En todo caso, esas comparaciones están más en el terreno de la aritmética que en el de la economía.

Cuando se habla de “atraso cambiario”, implícitamente se está diciendo que la cotización del dólar sería menor a la necesaria para alcanzar un “equilibrio”. ¿Qué equilibrio? Un equilibrio macroeconómico tal que permita crecimiento económico con estabilidad de precios, bajo desempleo y una cuenta corriente del balance de pagos “sostenible”.

Lamentablemente, no es una variable observable ni fácilmente estimable. Si uno reuniera a veinte economistas, lo más probable es que tenga veinte estimaciones diferentes de cuál sería ese tipo de cambio. Incluso, puede que hubiera más de veinte.

La inestabilidad macroeconómica crónica en Argentina hace que el pasado sea una guía pobre para encontrar una referencia “correcta” para el tipo de cambio. Pero podemos hacer algunas inferencias basadas en una sana teoría económica.

Cuando no hay déficit fiscal, el tipo de cambio de equilibrio es menor. Por ejemplo, eso es así porque el gobierno deja de impulsar la demanda, lo que a su vez debilita las importaciones y favorece la sostenibilidad de la cuenta corriente del balance de pagos. Además, baja el riesgo país y las empresas pueden bajar el costo de financiarse en dólares.

En un país donde la perspectiva es la reducción sustancial de la carga impositiva, el tipo de cambio de equilibrio es menor. La reducción del costo impositivo implica una ganancia de competitividad que facilita las exportaciones y, con ello, la sostenibilidad de las cuentas externas. El mismo efecto tiene toda reforma de las regulaciones que redunde en una reducción de los costos de producir en Argentina.

En un país con estabilidad de precios, el cálculo económico es más seguro y permite reducir los márgenes. De ahí surge otra ganancia de competitividad. Además, la misma estabilidad de precios reduce la necesidad de protegerse de la inflación comprando dólares, de lo que se deriva un tipo de cambio menor.

En un país donde se respeta el derecho de propiedad, aparecen más oportunidades de inversión rentables, lo que fomenta el ingreso de capitales y el retorno del ahorro nacional huido al exterior. De esa inversión surge una modernización del capital productivo instalado, que conlleva un aumento de competitividad, reforzando también la sostenibilidad de la cuenta corriente.

No sé cuál es el tipo de cambio de equilibrio de la Argentina de hoy. Lo que sé es que Argentina ya no tiene déficit fiscal, avanza a paso firme hacia la estabilidad de precios, está poniendo en marcha múltiples reformas liberalizadoras y el respeto al derecho de propiedad ha mejorado (por ejemplo, con la reforma de la regulación de los alquileres). Es cierto que aún no llegaron las inversiones, ni los capitales del exterior y que el riesgo país todavía es alto, aunque sí están subiendo los depósitos en dólares en el sistema financiero local.

El nuevo contexto macroeconómico apunta a un tipo de cambio de equilibrio menor de lo que fue en el pasado. Devaluar ahora o alterar la pauta devaluatoria mensual del 2% para compensar un “atraso”, no sabemos en qué medida solucionaría un supuesto problema (si de por sí es difícil determinar cuál es el tipo de cambio de equilibrio, mucho más lo es en la Argentina de hoy, en plena transición hacia una macro sólida), pero significaría una pérdida de credibilidad que el gobierno no está en condiciones ni tiene por qué asumir.

La titánica tarea de estabilización y reordenamiento de Milei, Caputo y Bausili tiene suficientes amenazas como para crear riesgos adicionales, alterando el rumbo trazado. A diferencia de lo que fue habitual en nuestra historia, el Plan económico en marcha se fortalece con el paso del tiempo y… ¡apenas lleva ocho meses!

 

* Economista.