Suplemento Económico

“Hasta las elecciones el Gobierno va a tratar de sostener esta política cambiaria”

A mediano plazo el esquema exigirá un mayor financiamiento externo. El desafío será salir del cepo con la menor volatilidad posible, sostiene el economista Martín Polo. El Fondo Monetario Internacional no arrojará un salvavidas antes de octubre.

La Argentina, cual un teatro, sabe de escenas fuertes. La última la protagonizó el presidente de la Nación, Javier Milei, quien se subió al escenario mediático para defender a capa y espada la política cambiaria; descartar de plano una devaluación y descalificar con palabras lacerantes a quienes sostienen que el dólar está retrasado.

La cantidad de argentinos que este verano pasaron sus vacaciones en Brasil, el incremento de las importaciones y el estatus de “país caro” que se ha ganado la Argentina en la consideración de los turistas extranjeros parecen desmentirlo.

“Nosotros creemos que el tipo de cambio está atrasado, lo que pasa es que todavía, hoy por hoy, no es un problema. Básicamente el Banco Central está comprando dólares, está recuperando reservas, hay algunos sectores que siguen trayendo dólares a partir de su buen dinamismo en las exportaciones”, explica Martín Polo, estratega en jefe del Grupo Cohen.

“El hecho es que cuando se dan estos procesos, se van extendiendo en el tiempo y a la larga generan un problema -recalca-. No es que tengamos un tipo de cambio que nos impida crecer o nos genere problemas en el corto plazo, pero sí a mediano plazo es algo que van a tener que afrontar. Básicamente en Argentina, más allá de los avances que ha hecho en bajar la inflación, en plantear una agenda de desregulación, todavía la presión impositiva sigue siendo muy elevada y el costo argentino sigue siendo alto. Eso hace que varios sectores estén con problemas de competitividad. No es que no se puede tener atraso cambiario pero hay que contar con los canales, estar preparados para ese proceso”.

-¿Qué significa estar preparado?

-Cuando decimos estar preparados es que cuando el tipo de cambio se va retrasando es cada vez más natural que se necesite financiamiento externo para ir financiando la cuenta corriente. En ese sentido, mientras el Gobierno consiga todos esos dólares como para financiar ciertos desequilibrios, no va a tener problema. El gran problema que ha sufrido la Argentina es que en algún momento ese financiamiento puede ser volátil. Y cuando viene eso, el ajuste se puede hacer o bien por precio o bien por cantidad. Creemos que hay un problema con el tipo de cambio y el gobierno lo está usando como un ancla antiinflacionaria. Es un mecanismo válido pero tenemos que saber que obliga a ir pensando en tener una cuenta financiera más bien enfocada a buscar el capital porque lo vamos a necesitar. Hoy todos esos problemas no se ven tanto porque todavía hay algunos comodines que siguen dando resultado como es el efecto del blanqueo, hubo el año pasado un buen superávit comercial, todavía la economía no despegó del todo y por lo tanto aún hay mucho stock de importaciones para consumir. A la larga las importaciones van a subir mucho más, el saldo comercial se va a ir achicando y las necesidades financieras van a ir subiendo. Siempre es más cómodo tener un tipo de cambio competitivo de manera que el Gobierno pueda ir consiguiendo los dólares. No es un problema para enfrentar ya, pero lo tendrá que hacer en el mediano plazo. Tampoco es que deberá hacerlo en modo shock, se puede ir ganando en competitividad. Obviamente la agenda del Gobierno de lograr esa competitividad a través de la baja de impuestos y la inflación, sería lo más sano.

DEVALUACION

-El presidente Javier Milei descartó la devaluación. ¿Esto es sostenible hasta ese mediano plazo al que hacés mención?

-Cuando evaluamos, tratamos de explicarle a los clientes cuál es el escenario más probable, nos guste o no. A todos nos gustaría tener una economía con un tipo de cambio muy competitivo pero para nosotros ese no es el escenario base. El Gobierno en su afán de bajar la inflación va a mantener este ritmo de crawling al 1% -microdevaluaciones-, incluso con chances de que lo baje. Lo que buscan es el efecto inmediato de bajar la inflación. Entonces, en ese contexto creemos que hasta las elecciones el Gobierno va a tratar de aguantar esta política cambiaria. Luego la agenda va a ser más exigente. Tendrán que demostrar que este tipo de cambio sin restricciones, sin cepo, puede no tener volatilidad. El gran miedo, temor o duda es que en un contexto en el cual se levante el cepo y el tipo de cambio vaya a buscar su nivel de equilibrio, el mercado le pida un precio más alto, que es lo que creemos que puede pasar.

-De allí también ese chisporroteo de Milei con Cavallo, quien asegura que eliminado el cepo habrá un salto inevitable del dólar.

-Un movimiento va a haber. Lo que hay que discutir es la persistencia y la magnitud. Se tiene un mercado cambiario controlado y cuando se destape la olla seguramente habrá una fuerte demanda. Todos vamos a estar mirando ese balance entre oferta y demanda. Si la mayoría cree que habrá más demanda que oferta en el corto plazo, todos se van a comprar y el vendedor demorará todo lo posible en liquidar. Un shock cambiario en el corto plazo va a haber. Lo que puede ocurrir también es que dado que se enfrentaría la apertura del cepo con condiciones macroeconómicas más sólidas, el salto entonces no debería ser tan pronunciado y el shock debería también durar menos tiempo. A eso se juega. En el medio hay que aguantarse esos momentos de incertidumbre.

-¿Se logrará un nuevo acuerdo con el FMI para que ingresen divisas en el proceso de salida del cepo?

-Hasta las elecciones nosotros no creemos que haya acuerdo con el Fondo si eso implica que la entidad va a poner 15.000 millones de dólares y que el Gobierno lo pueda usar para intervenir en el mercado cambiario y que no se le escape el dólar. Eso no lo tenemos en cuenta. Creo que Caputo (Luis, ministro de Economía) va en esa línea. No es buscar plata para intervenir en el mercado cambiario sino para capitalizar en el Banco Central. No vemos un acuerdo hasta después de las elecciones porque vemos un choque de intereses en cómo va a ser la política cambiaria, que es un debate que el Gobierno no quiere dar. Cuando hablamos de estos temas y del riesgo de que el tipo de cambio se escape un poquito, eso va a generar presiones inflacionarias. Un salto de la inflación no le gusta al Gobierno ni a nadie porque su activo principal es haber bajado la inflación. Es un riesgo que no quieren correr.

-¿La baja temporal de las retenciones puede leerse justamente como que el Gobierno descarta un pronto acuerdo con el FMI y entonces apura la obtención de dólares a través de la liquidación de la cosecha?

-La baja de retenciones es como un mimo, un sinceramiento que el Gobierno le hace a un sector que venía muy castigado con la sequía y la caída de precios. Algo tuvo que ceder. Uno lo piensa con la planilla de Excel en la mano y vemos que en esta baja de retenciones el gobierno un poco intenta apurar que no haya especulaciones al momento de la liquidación del agro. La idea es tener esos dólares lo más pronto posible para llegar con más comodidad a las elecciones de octubre. Eso es en el plano teórico, pero en lo práctico hemos visto cómo en los últimos años la liquidación del campo ha sido muy homogéneo. Se perdió la estacionalidad. En el margen el Gobierno está tratando de asegurarse estos dólares lo antes posible. Saben que este año el agro, en el mejor de los casos, aportaría lo mismo que el año pasado. Probablemente ingresen menos divisas por este sector. Vamos a ver cómo impacta la sequía. Entre sequía y caída de precios el aporte del agro tendería a ser menor.

MOTOSIERRA

-El calendario está marcado en rojo con la fecha de las elecciones legislativas. ¿La política de ajuste del gasto para sostener el superávit fiscal entra en tensión en este contexto?

-No necesariamente porque gran parte del ajuste fiscal se hizo el año pasado. Este año tienen que administrar ese ajuste. De hecho, en 2025 el ajuste será menor que en 2024. Las jubilaciones no tendrán el recorte que tuvieron el año pasado. De hecho, van a crecer un poquito. Los subsidios tampoco caerán tanto. Se va a compensar un poquito más de gasto con un poquito más de recaudación vía crecimiento. Con eso el Gobierno compensa. La economía creciendo mejora la recaudación y hace que no sea necesario ser tan agresivo en el recorte del gasto. De hecho, el resultado primario para este año se espera que sea 1,2% del PBI, cuando el año pasado había sido del 1,8%. El Gobierno le está sacando menos pesos al privado.

-Se pone el acento en que habrá un crecimiento muy segmentado por sectores, no tan homogéneo. ¿Qué opina?

-Siempre la economía argentina es bastante heterogénea. En este ciclo de recuperación hay algunos sectores que picaron en punta. Está claro que uno de ellos fue el agro, que lo hizo el año pasado. No fue por el Gobierno en sí y sus medidas sino porque venía de una sequía muy fuerte. En seguida con una buena cosecha acomodó el cuerpo. Después también hay sectores como el minero o energético que vienen creciendo desde hace muchos años. Vaca Muerta no empezó ahora sino hace 10 años. Cada año madura un poco más. Son sectores donde el crecimiento es exponencial. También está el sector de los bancos. El crecimiento del crédito viene muy bien y eso al sector financiero lo hace crecer y es otro de los motores. Después están los sectores más rezagados como la Industria, la Construcción y el Comercio, que el año pasado vivieron una caída importante. Cuando lo miramos de cara a este año, los sectores que en 2024 más contribuyeron al crecimiento, este año serán los que menos contribuyan. Estos sectores mencionados, que llegaron a caer hasta 10%, este año van a crecer. Van a aportar.

DONALD TRUMP

-El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, hizo alusión al déficit comercial que mantienen con la Argentina. ¿Qué debemos esperar?

-Nosotros sabemos que la política comercial de Trump siempre es un desafío para la Argentina. Son políticas arancelarias que generan riesgo sobre el precio de las materias primas, con un dólar fuerte, un crecimiento global un poco más lento. Pero por el lado financiero la expectativa de la Argentina era que al ser Trump un amigo de la casa, agilice los acuerdos con el Fondo Monetario Internacional y el desembolso de plata. Todas estas novedades que hay de Trump hacia la Argentina eran esperadas porque eso es Trump. Algunos tenían la ilusión de que porque es amigo de Macri o Milei sería distinto, pero no es más amigo de Macri o Milei que del propio industrial norteamericano. Ellos defienden sus intereses.

INCERTIDUMBRE EN LA BOLSA

Los mercados, en modo ‘wait and see’

-En los mercados hemos vivido algunos días de zozobra. ¿Cuál es la explicación de esta caída?

-Primero hay que poner las cosas en perspectiva. Argentina en el cuarto trimestre del año pasado había volado en cuanto a los activos, acciones y bonos. Tuvo un flujo muy importante de ingresos. Eso hizo que las acciones hayan subido muy rápido. Hubo una cuestión de velocidad primero. Argentina hizo un buen resultado fiscal pero hay que pensar en que es el primer resultado fiscal positivo en 50 años. Tampoco podemos pensar en que porque hicimos una vez los deberes, automáticamente el mercado nos va a creer. La primera etapa de Milei, el reordenamiento macro, permitió que el riesgo país baje de los 2.000 puntos a los 600. Para que esto continúe hace falta un poquito más, y en ese poquito más comienzan a aparecer algunas cuestiones de mediano plazo. Se necesitarán ciertos drivers. El mercado está necesitando saber cuál será la política cambiaria, cuándo se va a abrir el cepo o si se va a acordar con el Fondo. Argentina no tiene que pensar en los dólares que va a tener este año sino en que los bonos vencen a partir del ‘29. Tiene que armarse para ver cómo pagará esa deuda que tiene a mediano plazo. Eso está en un impasse. No hay un cambio de tendencia en los mercados sino una pausa.

-¿Hay optimismo de cara al futuro?

-En el mediano plazo, estratégicamente, todo indica que Argentina podría seguir positiva. Se supone que el Gobierno va a mantener el resultado fiscal; el acuerdo con el FMI tarde o temprano va a llegar, y el tren electoral aparentemente es favorable para el Gobierno. Hay algunos argumentos objetivos para asegurar que esto es una pausa y no un cambio de ciclo. Todavía no hubo una noticia para derrapar. Es cierto que genera dudas el atraso cambiario, la sostenibilidad y cómo se hace para acumular reservas más rápido. Pero eso es más de coyuntura, de cómo se pilotea en el corto plazo. En el mediano plazo la historia argentina sigue siendo atractiva. También hay cuestiones cualitativas. No hay ningún banco de afuera que le haya bajado el pulgar a la Argentina. Todavía sigue siendo una historia de seducción pero ya no está tan barato como estaba antes. Eso obliga a hacer un wait and see. El inversor quiere esperar un poco más para ver cómo sigue la cosecha y si es verdad que el Gobierno está tan fuerte como parece. Las dudas siempre están, esto es Argentina. Hay oportunidad de entrada a estos precios. Es exagerado que el riesgo país esté en 700 puntos. Vemos que los bonos pueden tener un recorrido alcista. El Merval es un poquito más complicado, venía subiendo mucho. Hay que ser más selectivo.