Opinión
Mirador político

Hacer lo mismo

Para Albert Einstein uno de los síntomas de la locura es hacer siempre lo mismo y esperar resultados distintos. Esa opinión es aplicable al balotaje del próximo 22 de noviembre, en el que Daniel Scioli y Mauricio Macri competirán por la Presidencia.

 

Para Albert Einstein uno de los síntomas de la locura es hacer siempre lo mismo y esperar resultados distintos. Esa opinión es aplicable al balotaje del próximo 22 de noviembre, en el que Daniel Scioli y Mauricio Macri competirán por la Presidencia.

¿Le alcanzará a Scioli para ganar repetir el discurso antimacrista utilizado a lo largo de toda la pasada campaña y erigirse en el último baluarte de un kirchnerismo en extinción? ¿O debe cambiar de rumbo y alejarse del estilo combativo impuesto en los últimos doce años que ve en cada opositor un enemigo, divide la sociedad en réprobos y elegidos y practica la intolerancia con los disidentes como en las épocas más oscuras de la historia nativa?

No hay experiencias de balotaje, pero para tomar la decisión correcta el ganador debe hacer como mínimo un análisis coherente de la elección del domingo último. Y la decepcionante performance del peronismo puso de manifiesto que un mayoritario porcentaje de la población fue a las urnas a votar contra el Gobierno.

Las razones de ese voto castigo son variadas. Hay quienes sufren el desmanejo de la economía -inflación, estancamiento, volatilidad cambiaria- y quienes están hartos del clima de conflictividad e intolerancia fomentado desde el poder. También quienes ven agotado un ciclo en el que los Kirchner dispusieron de un poder prácticamente omnímodo y lo utilizaron para desperdiciar la oportunidad más favorable para la economía argentina de los últimos 80 años.

Hay quienes se hartaron de las cadenas nacionales, los retos de la Presidenta, los "ñoquis" de La Cámpora, las mentiras del Indec, la corrupción endémica, los periodistas militantes y los funcionarios que parecen tomarles el pelo al estilo de Aníbal Fernández.

De lo que no hay dudas -o no hay razón para que las haya- es que el kirchnerismo fue repudiado en las urnas, que perdió por segunda vez consecutiva y que el opositor que daba por muerto -Mauricio Macri- está en condiciones de vencer proponiendo un cambio a lo hecho en los últimos 12 años. Ese es el mensaje de la elección del domingo.

A la luz de lo sucedido, la campaña de Scioli contuvo varios errores. El primero, presentarse como la continuidad de lo que la mayoría quiere cambiar; el segundo, aceptar en la fórmula a Carlos Zannini; el tercero, nombrar un gabinete de ministros de nulo relieve, algunos de los cuales fracasaron en la gestión "K". ¿Ejemplo? Sergio Berni.

Scioli habló el domingo de la derrota y el lunes en conferencia de prensa. En ambos casos recitó el catecismo "K". Se presentó como el defensor de los pobres contra la codicia "neoliberal", cargó contra el mercado, defendió al Estado, etcétera, etcétera.

Esa línea ya fracasó. El 22 jugará solo. La estructura del PJ mirará la elección desde la platea, porque gobernadores, intendentes y legisladores ya pasaron por las urnas. Está frente a Macri y debería aprender de la experiencia que le recomienda alejarse del kirchnerismo y utilizar su mejor activo: la garantía de gobernabilidad que le da el hecho de ser peronista. CFK ya no suma votos, los resta. Esa es la lección. Repetir la campaña previa al fracaso sólo garantizará obtener idéntico resultado: un nuevo fracaso.