Opinión
Había una vez… un pintor de nuestra gente
—Tuvimos (y tenemos) excelentes pintores que han retratado con arte a la linda gente de la ‘Argentina profunda’. Quizás el más famoso sea Florentino Molina Campos o Eleodoro Marenco, más clásico… no sé. Hay muchos y muy buenos pintores “costumbristas”, “gauchescos”, que no dejaron que se pierda la huella del paisanaje. Te voy mostrando algunos otros de ahora: aquí lo tienen a Rodolfo Ramos, bien “sabedor” de nuestras costumbres; este otro es el nieto de don Eleuterio, Francisco Madero Marenco; mirá estos dibujos de Esteban Diaz Mathé… y nos faltan muchísimos… Pero les confieso que a mí, el que más me gusta, es don Carlos Montefusco, el que ilustró este Martín Fierro. Le llevó mucho tiempo, porque no era solamente fue dibujar, lo principal era “rumiar” cada verso, cada estrofa para poder expresarlo.
—Eso hacen las vacas, abuelo; me lo enseñaron en el colegio.
—Sí, Cruz (así se llama el que habló), pero tu amigo Don Fierro supo decir: “tiene mucho que rumiar, el que me quiera entender” , así que es lindo usar esa palabra. Viste que las vacas rumiando extraen todo el poder nutritivo del pasto…
—Parece que están mascando chicles…
—Bueno, los hombres debemos detenernos sobre las cosas y los pensamientos para sacarles provecho. Si no, pasan de largo, como los devoradores de TikTok, unos segunditos y a otra cosa mariposa. No, la cosa no es así. Hay que detenerse, mirar, “contemplar” es la mejor palabra que podemos usar. Recuérdenla.
—¿Y por qué te gusta tanto este pintor?
- Don Carlos Montefusco, como te decía, se detiene. Escucha. Contempla. Después, recién después pinta. Y eso lo hace distinto. Una vez le oí decir: “yo pinto la gente, nuestra gente, sobre toda la del campo y su vida cotidiana, sus historias pequeñas de cada día, junto a los animales que los acompañan, perros, gallinas, vacas y caballos”. Y acá voy a decirles algo que ya oyeron: hay que amar a nuestra gente, a nuestra tierra. Es un deber que tenemos. Y para eso la obra de Don Carlos nos ayuda como ninguna. No son “momentos”, son historias largas las que nos cuenta en cada uno de sus cuadros. Hondas y sencillas al mismo tiempo. Y él tiene la capacidad de mostrarlas condensándolas en una imagen. Por eso es también un gran ilustrador de libros. Y debe ser un gran lector. Acá tenés una vida del cura gaucho, San José Gabriel del Rosario Brochero. Miren estos dibujos: parecen escenas vivas… Eso es fruto de la “contemplación” que te decía. Si se lo preguntamos (y se lo vamos a hacer, porque lo tienen que conocer), veríamos que esa obra es fruto de su amor al cura. Y como “no se puede amar lo que no se conoce”, su obra es también fruto de su conocimiento. Estoy seguro de que don Carlos Montefusco vivió con Brochero, conoció a su gente, escuchó sus anécdotas… Lo mismo que le pasó con Fierro, su amigo Cruz, los hijos… Disfruta de su gente y se le nota. Y les cuento dos cositas nomás de su vida. Su familia fue de inmigrantes: el padre, un italiano que, como casi todos, se enamoró de esta tierra. Entre los más fuertes defensores del gaucho, siempre estuvieron los italianos. Su madre era descendiente de cosacos rusos. Los cosacos se distinguen por su amor a los caballos. De esa sangre nació un artista que se tomó como misión “defender al gaucho” como diría José Hernández, mostrando su vida, sus costumbres, sus paisajes y, de modo especial, la flora y fauna que los rodea. Ah, se me olvidaba decirte que además es Ingeniero Zootecnista y eso creo que lo debe de haber ayudado mucho. Aunque lo más importante es lo de siempre, y para decirlo, lo citamos a él: “mi mayor obra de arte es mi familia”.
Hasta fin de año en el Museo Las Lilas de San Antonio de Areco, se están exponiendo algunas de sus obras. El pueblo es todo una joya y éste es uno de sus museos más lindos. Les dejo uno de sus dibujos. ¿Qué pájaro es?
—¡Un tero! ¿Por qué está tan enojado?
—Está defendiendo su nido… Y nosotros tenemos que hacer lo mismo. Sin temores, con verdades, con alegría. Como Carlos Montefusco.