Si bien el fernet nació en Italia, a esta altura no parece errado afirmar que merece tener doble nacionalidad. Es que esta bebida fue adoptada por la Argentina como una “hija del corazón” y aún perdura, como muchas otras costumbres que arribaron con los inmigrantes europeos a principios del siglo XX.
Sin embargo, lo que es innegablemente producto del ingenio argentino es el tan amado y popular ‘fernet con coca’. “Es una costumbre nacional, así como el tango, el mate o el dulce de leche son productos de la cultura argentina. Forma parte de ese sello de identidad nacional”, asegura a La Prensa Martín Olivera, brand ambassador de Branca, marca líder que cumple 175 años.
UN POCO DE HISTORIA
Esta bebida nace finalizando la primera mitad del siglo XIX en la ciudad de Milán, de la mano del boticario Bernardino Branca y el doctor Fernet, su colaborador suizo. Es a partir del conocimiento que tenía Bernardino de la alquimia, que éste comenzó a perseguir la fórmula de algo que todavía no sabía qué iba a ser. Finalmente, obtienen una bebida única a partir de la combinación de hierbas, cortezas, raíces y frutos macerados en alcohol. Con el logro en sus manos, Bernardino decide unir sus nombres para bautizar su reciente creación.
Con el tiempo fue ganando mucha popularidad en Italia por sus propiedades curativas. En un principio, se utilizó como digestivo, para luego pasar a consumirse como aperitivo en todo el país europeo. Pasaron los años, al crecimiento se le sumaron premios y reconocimientos a nivel mundial. El paso a seguir era claro: en 1907, Dino Branca asumió la dirección de la empresa y creó Fratelli Branca Destilerías conquistando los mercados norteamericano y europeo bajo el lema Novare Servando, que -según explican desde la marca- “expresa el espíritu innovador, abierto a lo nuevo y a las oportunidades, pero al mismo tiempo con una fuerte voluntad de conservar y preservar los valores de la tradición”.
Los reconocimientos siguen llegando, en 1938 el rey Emmanuel III de Italia le concedió a Dino el título aristocrático de Conde en honor a los logros empresariales y éste fue heredado por su primogénito.
En la actualidad, la empresa continúa siendo un negocio familiar, dirigido desde 1999 por Niccolò Branca, miembro de la quinta generación de dueños de la marca, quien afirma: "La calidad del producto y las personas que trabajan en la empresa son las principales causas del éxito de Fernet Branca y las razones por las que ha crecido de esta manera a lo largo de los años. Tenemos pasión por el producto y por lo que hacemos. Cada empleado pone su alma y creo que cuando uno trabaja con pasión y con el corazón, el resultado luego llega.”
LLEGADA AL PAÍS Y ADOPCIÓN
El fernet llegó al país en las valijas de los inmigrantes italianos a principio del siglo XX, momento en el que comenzó el proceso de adopción que terminaría convirtiendo a esta bebida en un emblema nacional.
La afición de los argentinos fue tal que en 1941 Fratelli Branca tomó una importante decisión: el fernet también se produciría en el país. En principio, la calle Uspallata, en el barrio porteño de Parque Patricios, sería el centro de sus operaciones. Finalmente, en 1982 se mudó a la localidad bonaerense de Tortuguitas, donde se construyó la más moderna bodega subterránea de Sudamérica.
De aquí surge la prueba número uno de porqué el fernet debería tener doble nacionalidad: solamente se produce en dos lugares, Milán y Buenos Aires.
UNA FORMULA SECRETA
Guardar un secreto por 175 años debe ser bastante difícil, pero al parecer no imposible. Solo muy pocas personas conocen los ingredientes de la fórmula de Fernet Branca. Mirra, ruibarbo, manzanilla, cardamomo, orégano y azafrán, son algunas de las decenas de hierbas utilizadas. “¿Cuántas son en total? ¿Qué otras forman parte de este proceso? ¿En qué proporción se encuentra cada una de ellas? Nunca lo sabrán”, aseguran desde la marca.
Lo que sí comparten es el proceso de elaboración: “Estas hierbas, especias y raíces se mezclan primero a través de una infusión caliente y después una fría, para terminar maceradas en alcohol que luego se filtra y reposa durante un año en cubas de roble de Eslovenia. Sólo determinadas personas de altos cargos de Fratelli Branca conocen las medidas exactas de 22 de esos botánicos, mientras que de las restantes sólo los saben algunos miembros de la familia Branca”.
Pero si está guardada bajo miles de llaves, ¿cómo llega al país?. La respuesta parece sacada de una película: “La receta codiciada llega a la fábrica en la Argentina con el mismo cuidado, un miembro de la familia viaja dos veces y prepara la mezcla madre”.
“La producción argentina, si bien sigue los estándares internacionales de preparación, adquiere impronta propia: el cambio de agua y el alcohol y la utilización de caña de azúcar lo modifican sensiblemente, es por ello que el fernet argentino es único”, cuentan desde Branca.
EL TOQUE ARGENTINO
La prueba número dos: el fernet con coca. Este invento argentino, más específicamente cordobés, tendría que ser razón suficiente para la doble ciudadanía. Tan simple como eso.
Existen muchas versiones acerca de dónde nació esta combinación que se volvió tan icónica, pero hace poco una investigación de la BBC Mundo, junto a la Voz del Interior, hizo globalmente conocida la que sería la verdadera historia.
El origen se encuentra a mediados de 1970 en el Bar Español -ahora Premier-, de la ciudad de Cruz del Eje, y que su inventor fue un hombre conocido como “El Negro” Becerra, quien falleció en 2005.
"Se lo recomendaron los médicos para que dejara la ginebra, porque le estaba haciendo mal. Primero lo cortó con soda y no le gustó. Hasta que lo mezcló con coca y ahí la cosa cambió", le contó a los periodistas el humorista Cacho Buenaventura, oriundo de la localidad del norte de Córdoba. ‘El Negro’, generoso, decidió compartir su descubrimiento. Y así habría sido cómo surgió el trago más emblemático del país, en uno de esos bares bien de barrio y de la mano de un personaje muy querido por sus vecinos y amigos.
La creación del ‘Negro’ Becerra se volvió tan pero tan popular que este año la Asociación Internacional de Bartenders (IBA) eligió al clásico “fernet con coca” como uno de los cócteles de "la nueva era" y lo denominaron ‘Fernandito’.
A raíz de esto surgió una duda: ¿Existe una receta, una manera correcta de prepararlo? La Prensa le consultó a Olivera -brand embassador de Branca-: “La que nosotros siempre recomendamos es llenar un vaso trago largo con mucho hielo, agregar 30 % de Fernet Branca y el 70 % de gaseosa cola, creando una espuma de unos dos centímetros que nos va a ayudar como decoración del cóctel. Sin embargo, una de las cosas que lo hace único, es que lo podés preparar de la manera en la que más te guste.”
EL AMARGO, AL PODIO
Según un informe de la International Wine and Spirit Research (IWSR), que publicó en 2017 Forbes Argentina, el fernet es la tercera bebida alcohólica más consumida del país con más 50 millones de litros anuales, ubicándose por detrás de la cerveza y el vino.
Con todos estos datos, la gran pregunta es: ¿Por qué al argentino le gusta tanto esta bebida? Para Olivera la respuesta es simple: “Tiene un gran arraigo al paladar de los argentinos, es una costumbre nacional, así como el tango, el mate o el dulce de leche son productos de la cultura argentina y gracias a Branca, el fernet con cola forma parte de ese sello de identidad nacional. Hoy en día es muy difícil pensar que en una reunión, un asado o una celebración no haya alguien bebiéndolo”.
“Como aperitivo antes de comer”, “con amigos y bien cargado”, “con mucho hielo y mientras se prepara el asado”, “después de las 17 y con coca zero”. Estas fueron algunas de las respuestas que las personas dieron al preguntarles, desde la cuenta de Instagram de Sugerencias del Chef (@sugreneciasdelchefar), cuándo y cómo se toma.
Así, las pruebas se siguen acumulando y sin dudas esta bebida italiana es tan amada por los argentinos que la sienten propia. Un amor que llega al punto de inventar un trago con reconocimiento mundial, que es tan versátil que puede tomarse tanto en la barra del mejor bar o, de manera comunitaria, desde una botella de plástico cortada por la mitad. Es un amor que sobre todo está ligado al folklore sentimental que lo rodea, ese que se extraña tanto, el de los asado multitudinarios, las juntadas con amigos o las charlas en la mesa de un bar.