Opinión
Sentido de vida

Federico Nietzsche (Segunda parte)

Por Martín Hary * 

Quizás la mejor forma de acercarse al enigma Nietzsche sea ubicarse en su época, en el contexto que le tocó vivir: ...nacido en 1844, de una familia de pastores luteranos (lo fueron su padre y también sus abuelos por ambas partes) llevaba fresco en la memoria de sus ancestros, en las charlas familiares, los ya lejanos ecos de la Revolución Francesa y todos los cataclismos posteriores: el surgir de la chusma enardecida que acompañó la época del "terror jacobino", esa época de feroces iniquidades, vendaval popular que desemboca finalmente en la sanguinaria epopeya napoleónica.

Al tiempo de sus años de juventud y posterior madurez fue testigo de las graves revueltas populares: la "Comuna" (en 1871), movimiento anarco-socialista que regenteó por 60 días la ciudad de Paris hasta que el Estado volvió a imponerse y el Ejército de Línea desalojó a los comuneros en un baño de sangre, donde la mayoría de los 30.000 muertos fueron por ejecuciones sumarias o directamente a mansalva.

Por los mismos años el creciente enrarecimiento de los ánimos políticos, momento del surgimiento de los movimientos de masas, ruptura entre masas proletarias y Estado burgués que era fogoneado y coadyuvado, desde un plano intelectual por las ideas socialistas de Marx,... desde otra vertiente, por el anarquismo violento. Una ebullición social creciente que presagiaba momentos sumamente difíciles.
Paralelamente Nietzsche asiste al vacilar de la vida religiosa, un cristianismo que ya insinuaba su declive, en parte por errores de la propia Iglesia (que persistía en una concepción medieval de la Sociedad), en parte por los propios tiempos modernos pertrechados de mayores conocimientos (que envalentonaron a la soberbia atea, como por caso en el Positivismo de Auguste Comte, heredero de los sansimonianos).

Finalmente fue testigo del auge del nacionalismo alemán, con la algarabía que provocó la concreción del Imperio y la coronación de Federico Guillermo luego de la guerra franco prusiana (de 1870) y de la cual paradójicamente participó ("motu proprio", dado que ya había abdicado de su ciudadanía alemana); paradójico, pues aquello que enfervorizó a vastos sectores del país (en su germanofilia) a Nietzsche le resultaba (como toda muchedumbre o movimiento de masas) absolutamente repulsivo.
Visto desde este contexto histórico se puede colegir, posiblemente con más acierto, cuál era el pensamiento motor detrás del discurrir críptico y alambicado de Nietzsche.

DESLIZAMIENTO DECADENTE

Se podría aventurar que Nietzsche veía, por aquellos años, un deslizamiento decadente: del orden aristocrático al populacho revoltoso; del hombre simple imbuido de su Fe hacia un creciente desinterés por Dios... cuando lanza al ruedo aquella terrible frase de "Dios ha muerto" (lo menciona por primera vez en "La gaya ciencia", en aquel episodio donde un demente, munido de una linterna, irrumpe en una plaza gritando "donde está Dios", lo que provoca la risa de los presentes), frase que (desde la perspectiva de un hijo y nieto de pastores) nada tenía que ver con la muerte literal de Dios, sino que la denuncia implicaba que Dios había muerto para la gente, que los hombres ya no se referenciaban en El. Y así, sustraídos en sus vivencias de la divinidad, habían emprendido un camino que derivaba hacia una nada...hacia aquel nihilismo que atormentaba a Nietzsche y que vislumbraba en el horizonte de los tiempos por venir.

Por cierto si en "La gaya ciencia" todavía aflora la nostalgia de su formación religiosa y ancestral, ésta, en sus escritos posteriores (asumiendo siempre las propias contradicciones que tenía) comienza a enderezar hacia una tormenta enojosa que culmina en el desplegar de feroz diatriba, no tan sólo contra la Iglesia paulina, sino finalmente contra el propio Cristo y la negación más absoluta de Dios.

Cabe suponer que por extraño sortilegio, Nietzsche se vio compelido a destruir la Divinidad al efecto de centrar toda idealidad en ese monstruoso delirio del †bermensch (el mal llamado "superhombre", quizás con más aproximación: "el hombre superior").

En grosera simplificación podemos establecer (quizás) un hilo conductor recorriendo su obra: Nietzsche comienza dedicándose a desmontar los valores éticos, subvertirlos ("Umwehrten") y pregonar la bifurcación en dos "morales" (en realidad "pulsiones"): la del amo y la del dominado.

Un modelo de conducta del "señorío" que tiene por nervio motor "el dominar" y la conducta reactiva del "siervo" que tiene por medular impulso "el resentimiento". En la lucha entre estas dos morales, a los ojos de Nietzsche, son finalmente los sometidos los que logran desestabilizar a los "señores", la chusma que arrasa, arrastrando lo que es superior, decayendo cultura y civilización.