Opinión
El rincón del historiador
Facundo Quiroga más allá de Barranca Yaco
El Tigre de los Llanos no cesa de cabalgar por nuestra patria. Ante un nuevo aniversario del asesinato de Facundo Quiroga, en Barranca Yaco, Córdoba, el 16 de febrero de 1836, el caudillo riojano tiene mucho para decir. “Facundo pudo decir que éramos un simulacro de nación”, según la pluma de Diego Luis Molinari en “Prolegómenos de Caseros” (1962).
Allí el historiador y ex legislador radical lo incluyó como uno de los hacedores de nuestra patria, por sus acciones bélicas de defensa territorial, donde relató: “El antiguo virreinato se despedazó, originando varios estados, sobre la base de una herencia territorial indivisa… más lo argentino fue perfilándose ante la desintegración que fracasó en el norte, según los planes de Santa Cruz, merced a Heredia; en el este porque en Arroyo Grande fenecieron los de Berón de Astrada y Rivera, concretados en Paysandú, en 1842; en el oeste, por obra de Facundo y el rechazo de Portales a las proposiciones de Calle y los unitarios; y el vasto mediodía, incluyendo la Patagonia,… por la expedición de Rosas”.
SU FIGURA
Si bien hubo un triunfo “unitario” que hegemonizó las letras, estigmatizando a la “barbarie” federal, la figura de Quiroga atrapó tanto a admiradores como a detractores por igual. A modo de ejemplo, en la Casa Rosada, en el recientemente renombrado “Salón de los Próceres Argentinos”, conviven las imágenes de los representantes del procerato liberal con la imagen del general Juan Facundo Quiroga.
Sea porque su cercanía simbólica con el también riojano expresidente Carlos Saúl Menem, quien es considerado “prócer” por la actual administración nacional, lo cierto que es Facundo logró “colarse” y tenerlo cerca – quizás para polemizar - a su máximo detractor/admirador, el expresidente sanjuanino Domingo Faustino Sarmiento.
Y ya que hablamos del escritor cuyano, familiar del riojano, ya que fueron primos directos en cuarta línea, fue él quien en 1845 publicó “Civilización y Barbarie: Vida de Juan Facundo Quiroga”, un ensayo político de envergadura y un instrumento político de lucha contra Juan Manuel de Rosas, el que se complementa con “Vida de Aldao”, obra editada del mismo año, que refiere la vida del fraile guerrero de la independencia y gobernador federal de Mendoza, y donde la figura de Quiroga abarca gran parte del relato sarmientino.
Volviendo al “Facundo”, introducción shakesperiana mediante, será el notable sanjuanino quien invoque místicamente al espectro de Quiroga: “¡Sombra terrible de Facundo, voy a evocarte, para que sacudiendo el ensangrentado polvo que cubre tus cenizas, te levantes a explicarnos la vida secreta y las convulsiones internas que desgarran las entrañas de un noble pueblo! Tú posees el secreto: ¡Revélanoslo! Diez años después de tu trágica muerte, el hombre de las ciudades y el gaucho de los llanos argentinos, al tomar diversos senderos en el desierto, decían: ´¡No, no ha muerto!¡Vive aún!¡Él vendrá!´”.
También la pluma Jorge Luis Borges dijo presente, destacando al caudillo en su poema “El general Quiroga va en coche al muere”, incluido en “Luna de enfrente” (1925): “Yo, que he sobrevivido a millares de tardes / y cuyo nombre pone retemblor en las lanzas, / no he de soltar la vida por estos pedregales. / ¿Muere acaso el pampero, se mueren las espadas?”.
Sumo a Juan Pablo Feinmann, en “El último viaje del general Quiroga”, incluido en “Escritos para el cine” (1988), que luego confluiría en el guion de la película “Facundo, la sombra del tigre” (1994), de Nicolás Sarquís; y a don Abelardo Arias, fallecido en 1991, en su novela póstuma “Él, Juan Facundo” (1995), quienes cedieron ante la figura mística del riojano.
Párrafo aparte merece el cordobés Saúl Taborda, quien desde su revista “Facundo (Críticas y Polémicas)” (1935 - 1939), no sólo polemizó con entorno cultural de la época, sino que promovió lo “facúndico” como ideal del saber y espíritu de nuestra tierra ancestral.
Se preguntó en el primer número de dicha publicación, del 16 de febrero de 1935: “Un siglo y un crimen: Facundo. ¿Cabe todavía interrogar por la significación actual de la tragedia de Barranca Yaco? Si, cabe”.
Taborda utiliza la definición de David Peña, que a principios del siglo XX retomó la figura de Quiroga en su trabajo “Juan Facundo Quiroga” (1904) y comentó: “Ninguno como él penetró más hondo los arcanos de la naturaleza humana. Ninguno descendió más adentro en el corazón de las multitudes y los hombres”.
Luego el escritor “reformista” cordobés apuntó: “Pero falta agregar que Facundo es la expresión más alta de la vida comunal, la perfecta relación de la sociedad y del individuo concentrada por el genio nativo para la eternidad de su nombre”.
Vida comunal, desde un “federalismo basado en las estructuras políticas locales”, respeto por la “voluntad de Mayo”, tal la propuesta de ordenamiento político de Saúl Taborda, en los convulsionados años ’30 del siglo pasado, crisis financiera global, surgimiento del fascismo, consolidación del régimen soviético, e instauración de la dictadura de Uriburu y Década Infame mediante, utilizando la figura y símbolo del Tigre de los Llanos. Y nos trae una sentencia profética “de la intuición de Facundo: “Las provincias serán despedazadas tal vez, jamás dominadas”. Ella está ahí formulada con un elán de eternidad, con la precisión superior a las doctrinas escritas por los doctores de la ley. Es la lección del “caos” y de la “anarquía” que resuena, a lo largo de un siglo, en el dolmen de Barranca Yaco.
¿La recogeremos alguna vez”?
Conceptos potentes que, vistos con relación a los acontecimientos políticos locales y mundiales de estos tiempos, nos da que pensar sobre nuestro destino como país.