POR P. LIC. JOSÉ A. MARCONE (IVE)
Han ingresado a la Cámara de Diputados de la Nación cinco proyectos de eutanasia; dos están firmados por miembros de la UCR y tres por miembros del Frente de Todos. Me he tomado el trabajo - amarguísimo trabajo- de leer detenidamente los cinco proyectos.
El primero, firmado por Alfredo Cornejo y otros miembros de la UCR y que llamaremos UCR I (expediente 4597/2021), es el más bestial y el más directo, ya que habla explícitamente de que el ‘paciente’ se pueda ‘causar su propia muerte’.
El segundo, firmado por algunos miembros del Frente de Todos y que llamaremos FdT I (expediente 4734-D-2021), trata de edulcorar las expresiones y habla de ‘morir dignamente’. No encontró otra solución que robarle a la Ley de eutanasia pasiva el nombre de ‘muerte digna’. Para este proyecto suicidarse activamente también es una ‘muerte digna’. Este proyecto es más cínicamente macabro ya que donde UCR I en su crudeza habla de ‘droga para causar la muerte’, éste habla de una ‘sustancia administrada por un profesional de la medicina’. Quiere que esta ley sea de ‘orden público’. El ‘orden público’ es el conjunto de elementos fundamentales y esenciales necesarios para la vida social de una comunidad nacional. Si una ley que legaliza el suicidio es de ‘orden público’ significa que se considera el suicidio como un elemento fundamental de la comunidad nacional para garantizar la normal convivencia en la sociedad argentina. Además, dado que el ‘orden público’ expresa el ser y la existencia misma de la comunidad, deben usarse las fuerzas coercitivas públicas ante cualquier individuo que quiera violar una ley de ‘orden público’. Sin comentarios.
El tercero, firmado por Julio Cobos, de la UCR, y que llamaremos UCR II (expediente 3956-D2022), es el que, en el cuerpo de la ley, se quiere presentar como el más humano. Ya no se habla de ‘causar la propia muerte’ ni de ‘muerte digna’ sino que se habla de ‘la interrupción de la propia vida’. Además, este proyecto pone más obstáculos al ‘paciente’ para que se suicide. Esto puede hacerlo parecer más ‘humano’ o ‘humanitario’. Sin embargo, en los Fundamentos es más radical que las dos anteriores. Reconoce explícitamente que su propósito es introducir la eutanasia en cuanto “actuación que produce la muerte de una persona en forma directa e intencionada mediante una relación causa-efecto única e inmediata” (literal, Fundamentos, p. 11). También quiere que la ley sea de ‘orden público’.
El cuarto está firmado por una diputada del Frente de Todos de Jujuy y que llamaremos FdT II (expediente 4092-D-20229). Este proyecto es un insulto a la lengua castellana debido a sus numerosos y groseros errores de sintaxis. Es una de esos escritos que en la jerga digital se llaman ‘CV’, es decir, ‘copie y pegue’ (control C + control V). En el cuerpo del proyecto no tiene ni un artículo, ni una línea original. Está todo copiado de los anteriores. (En honor a la verdad, hay que decir que entre los cinco proyectos se han hecho una ‘copiatina’ estupenda). A juzgar por la redacción no parece escrito por alguien que haya pasado por las aulas universitarias (y se haya recibido...). Sin embargo, en los Fundamentos, con todos sus gruesos errores de redacción, intenta audaz, alegre e irresponsablemente lo que podríamos llamar ‘un ensayo sobre filosofía de la muerte’, el cual termina convirtiéndose en un ‘cántico a la muerte’. Se escandaliza y le causa una profunda pena que “la cultura cristiana castigue el suicidio frente a la grecorromana que no lo hace” (literal, Fundamentos, p. 12). No cita a Baudelaire, el así llamado ‘poeta maldito’, pero bien podría esta diputada jujeña cantar con él: “Vivre est un mal. Plus encor que la Vie, la Mort nous tient souvent par des liens subtils. Laissez, laissez mon coeur s’enivrer d’un mensonge, plonger dans vos beaux yeux comme dans un beau songe”: “Vivir es un mal. Más todavía que la Vida, es la Muerte la que a menudo nos ata con sus sutiles lazos. ¡Dejen, dejen que mi corazón se embriague de una mentira!; déjenlo que se sumerja en tus bellos ojos (le habla a la Muerte) como dentro de un hermoso sueño” (Baudelaire, poesía Semper eadem, en Las flores del mal, poesía nº 40, edición de 1861). Este proyecto quiere también que la ley sea de ‘orden público’ (por las dudas de que exista alguien que no esté enamorado de la Muerte; en ese caso habría que hacer que se enamore a la fuerza).
El quinto está firmado por otro grupo de diputados del Frente de Todos y que llamaremos FdT III (expediente 4855-D-2022). El eufemismo que usa este proyecto es ‘muerte voluntaria médicamente asistida’. Éste es el único proyecto que habla abiertamente de “suicidio asistido” en el cuerpo de la ley. Lo hace una vez en el artículo 3, presentándolo como la segunda modalidad de ‘muerte voluntaria médicamente asistida’. Luego usa el término “suicidio asistido” en los Fundamentos refiriéndose al dicho art. 3 de su propia ley, confirmando el sentido de ese artículo. Este proyecto ha sido redactado después de la aprobación de la Ley de Cuidados Paliativos, pero en vez de procurar que se ponga en práctica esta Ley para aminorar el dolor del que sufre, invoca dicha ley como un argumento a favor del suicidio. Si bien los otros cuatro proyectos también tienen elementos preocupantemente totalitarios, como hemos visto, sin embargo, éste es el más totalitario de todos. Es particularmente duro con los objetores de conciencia y con aquellas personas que sostengan “cualquier doctrina religiosa” (art. 22) y que quieran “emitir algún juicio valorativo de carácter religioso” (art. 22). Si bien todo el proyecto es nefasto, este artículo 22 lo es especialmente. Al igual que UCR II propone la modificación de un artículo del Código Penal para castigar con prisión de hasta un año al profesional de la salud que dilate el suicidio. También quiere que la ley sea de ‘orden público’.
FRASES MACABRAS
Estos proyectos tienen frases verdaderamente macabras y pavorosas. Así, por ejemplo, UCR I (que, naturalmente, la diputada jujeña en FdT II copia hasta los puntos y las comas) narra con una frialdad espeluznante cómo debe ser la actitud de los médicos ante la persona que se suicida: “La realización de la prestación de ayuda para morir debe hacerse con el máximo cuidado y profesionalidad”. Después de que la persona se autoadministra la droga para causar su muerte “el médico responsable mantendrá la debida tarea de observación y apoyo hasta el momento de su fallecimiento” (art. 13), observando cómo muere la persona que se ha suicidado. Tétrico. Otras frases lúgubres y escalofriantes: “La eutanasia (...) es llevada a cabo con la justificación de que la muerte del paciente no es un mal o un daño para sí” (UCR I, Fundamentos, p. 8). “La vida es un derecho y no una obligación” (FdT I, Fundamentos, p. 13). “La vida no es un valor a defender en sí mismo” (FdT I, Fundamentos, p. 14). “No existe un deber constitucional de imponer o tutelar la vida a toda costa” (UCR II, Fundamentos, p. 11). Y, finalmente, la inefable diputada jujeña: “En otras culturas la muerte es parte de la vida. (...) Por esto vamos a indagar en el origen de la necesidad de regular la muerte legalmente” (FdT II, Fundamentos, p. 12). Me corre un frío helado por la espina dorsal. Estas frases tomadas de los mismos proyectos demuestran que hay un amor a la muerte. La excelente periodista Claudia Peiró decía, con toda razón, que los promotores de la ley de legalización del aborto repetían, con tono de indignación moral, ‘nadie quiere el aborto’. Y sigue diciendo: “Pero la agresividad con la cual se pretende obligar a practicar abortos (...) demuestra que sí se quiere el aborto. Se lo quiere, se lo promueve, se lo propagandiza, se lo pretende enseñar en las escuelas, se lo banaliza y se lo frivoliza” (Claudia Peiró, Infobae, 30 diciembre 2021). Lo mismo debemos decir acerca del suicidio que se quiere legalizar. Los promotores de la ley de legalización del suicidio juran, con tono de indignación moral: ‘¡Nadie quiere el suicidio!’ Sin embargo, se invocan constituciones y tratados para demostrar que la vida no es un bien, se buscan principios filosóficos para defender el suicidio, dicen expresamente que el suicidio es una muerte ‘natural’ (UCR I, art. 19, y FdT III, art. 26), se promueve la muerte, se cantan loas a la muerte, se AMA la muerte. De manera que, por más que juren que “nadie quiere el suicidio”, sí se quiere el suicidio, sí se quiere la muerte. Para ellos, como para el existencialismo ateo de Sartre y de Heidegger, el hombre es un ‘ser para la muerte’. No debieran enojarse si alguien los catalogara de ‘pro-muerte’.
Dice el libro de la Sabiduría: “Los impíos con las manos y las palabras llaman a la muerte; teniéndola por amiga, se desviven por ella, y con ella conciertan un pacto, pues bien merecen que les tenga por suyos” (Sab 1,16). Nosotros preferimos repetir con San Pablo: “La muerte ha sido absorbida en la victoria. ¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está, muerte, tu aguijón?” (1Cor 15,54-55). La muerte ha sido vencida en la resurrección de Cristo y ha sido absorbida en ella. Para nosotros, la vida vence a la muerte. Siempre.