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‘Eurindia, después de Eurindia’

Creado por la Universidad de la naciente democracia hace cuarenta años por el entonces rector normalizador Francisco Delich, el Centro Cultural Rector Ricardo Rojas de la UBA, cuya dirección y coordinación ejece actualmente la Magister Daniela Zattara, realizó recientemente un conversatorio en homenaje al insigne rector. Se abordaron desde diversas perspectivas los aportes realizados a la cultura, la educación y la política por Ricardo Rojas (1882-1957), prolífico publicista, literato y político, recordemos que fue rector de esa casa de estudios entre 1926 y 1930.
El encuentro se denominó ‘Eurindia, después de Eurindia’ en conmemoración del centenario de la publicación del mentado ensayo de estética sobre las culturas americanas en el que participamos investigadores, docentes y gestores culturales.
Allí y en consonancia con lo que he manifestado oportunamente en mi libro ‘Ricardo Rojas’ (Leviatán, 2023), sostuve que Rojas desde mucho antes de dedicarse a la política militante vislumbró una Argentina integralmente democrática a la que fue definiendo en etapas a partir de obras como ‘La restauración nacionalista’, ‘Blasón de Plata’ y ‘La argentinidad’: “La argentinidad está constituida por un territorio, por un pueblo, por un estado, por un idioma, por un ideal...afirmado sobre las diversas identidades indios, negros, españoles, europeos, de todos ellos formó su progenie”.
Eurindia es una consecuencia estética de la historia de la literatura argentina. Ricardo Rojas trazó en su obra una trayectoria constante de la cultura argentina. No le impidió su amplia visión de las cuestiones intelectuales y su cultura extendida, concentrarse en sus ideas fundamentales en cuanto al espíritu argentino y americano, su historia y estética. Toma el término indianismo con su primitivo sentido geográfico, no étnico. Así escribió “Silabario de la Decoración Americana” que es un corolario en cuanto a la plástica de Eurindia.

LA ARGENTINIDAD
Rojas necesitaba extender la base inicial de su construcción de la argentinidad. La herencia indígena debía tener una mayor sustentación que la expresada en sus libros anteriores en lo referente a la orientación y las posibilidades de un arte propio de los americanos. Se concentró en la investigación de aquel legado desde el punto de vista artístico, apoyándose en los estudios arqueológicos, etnográficos y prehistóricos.
El Silabario es un estudio metódico de la estética de la iconografía americana y que en la minuciosidad de investigación tiene caracteres científicos, presentado como una especie de ritmo septenario, casi una melodía plástica, cuya simetría se manifiesta en las siete partes del tema y en los siete capítulos de cada parte. La obra brinda información animada de la arqueología de los pueblos autóctonos originarios, imprimiéndole un función viva que ayude a las creaciones venideras.

SU NORTE
La síntesis Eurindiana es siempre su norte. Traza una línea que procura unir la alfarería calchaquí, las invocaciones incaicas del Himno Nacional, el Martín Fierro, la extensión de la Patria hacia la Tierra del Fuego -a la que abordará durante su presidio político en el extremo Sur de 1934 y daría a conocer en su obra ‘Archipielago’- como ejemplos de compases de movimiento eurindico. Busca crear en torno a ellos una nueva moral cívica, un arte, una pedagogía, una política que redunden en beneficio de la conciliación racial, en la afirmación de pueblo común compuesto por todas las identidades.
No podemos olvidar que en su madurez, Ricardo Rojas sin alejarse de la actividades educativa y de difusión cultural elige la vocación por la militancia política y lo hace desde el Radicalismo. La adscripción política de Ricardo Rojas comienza con su identificación temprana con el movimiento de la Reforma Universitaria de 1918 y su posterior adhesión a la UCR, caracterizando al partido popular desplazado del gobierno por el golpe de 1930 en ‘El radicalismo de mañana’ (1932): "Me recibieron los nietos de los próceres y los hijos de los inmigrantes". Hay en ello un hilo conductor, como una consecuencia de convicciones y razones que se expresan en su larga y prolífica obra literaria, cultural y educativa y la convicción de que la democracia es una construcción constante y una definición de sentido.