Ciencia y Salud

Estudiar en vacaciones y los trastornos de aprendizaje

La importancia de que los niños cuenten con planes individualizados de educación en las escuelas que permitan ajustar los métodos y materiales en forma personalizada.

Diciembre fue para la mayoría de alumnos de secundaria el comienzo de las vacaciones, pero un porcentaje debe seguir estudiando para preparar las materias que rendirán en febrero. Algunos de ellos porque optaron por no prepararse lo suficiente durante el año, pero otros, porque presentan un trastorno de aprendizaje no diagnosticado que hace que la tarea de estudiar se torne casi una misión imposible.

¿Qué es un trastorno de aprendizaje?
Según el DSM V, es “una dificultad en el aprendizaje y en la utilización de las aptitudes académicas, evidenciado por la presencia de al menos uno de los siguientes síntomas que han persistido por lo menos durante 6 meses, a pesar de intervenciones dirigidas a estas dificultades:
1.   Lectura de palabras imprecisa o lenta y con esfuerzo (p. ej., lee palabras sueltas en voz alta incorrectamente o con lentitud y vacilación, con frecuencia adivina palabras, dificultad para expresar bien las palabras).
2.   Dificultad para comprender el significado de lo que lee (p. ej., puede leer un texto con precisión pero no comprende la oración, las relaciones, las inferencias o el sentido profundo de lo que lee).
3.   Dificultades ortográficas (p. ej., puede añadir, omitir o sustituir vocales o consonantes).
4.   Dificultades con la expresión escrita (p. ej., hace múltiples errores gramaticales o de puntuación en una oración; organiza mal el párrafo; la expresión escrita de ideas no es clara).
5.   Dificultades para dominar el sentido numérico, los datos numéricos o el cálculo (p. ej., comprende mal los números, su magnitud y sus relaciones; cuenta con los dedos para sumar números de un solo dígito en lugar de recordar la operación matemática como hacen sus iguales; se pierde en el cálculo aritmético y puede intercambiar los procedimientos).
6.   Dificultades con el razonamiento matemático (p. ej., tiene gran dificultad para aplicar los conceptos, hechos u operaciones matemáticas para resolver problemas cuantitativos).
B.   Las aptitudes académicas afectadas están sustancialmente y en grado cuantificable por debajo de lo esperado para la edad cronológica del individuo.
C.  Las dificultades de aprendizaje comienzan en la edad escolar pero pueden no manifestarse totalmente hasta que las demandas de las aptitudes académicas afectadas superan las capacidades limitadas del individuo.
D. Las dificultades de aprendizaje no se explican mejor por discapacidades intelectuales, trastornos visuales o auditivos no corregidos, otros trastornos mentales o neurológicos, adversidad psicosocial, falta de dominio en el lenguaje de instrucción académica o directrices educativas inadecuadas.
Nota: La dislexia es un término alternativo utilizado para referirse a un patrón de dificultades del aprendizaje que se caracteriza por problemas con el reconocimiento de palabras en forma precisa o fluida, deletrear mal y poca capacidad ortográfica. Y la Discalculia se refiere a un patrón de dificultades que se caracteriza por problemas de procesamiento de la información numérica, aprendizaje de operaciones aritméticas y cálculo correcto o fluido.”
En cuanto a la dislexia, esta está presente en aproximadamente el 10% de la población mundial, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Los estudiantes con dislexia suelen enfrentar dificultades en la decodificación de palabras, la ortografía, la fluidez lectora y la comprensión de textos. Si no se detectan estas dificultades a tiempo, pueden generar una brecha académica significativa, afectando el estado de ánimo y la autoestima de los alumnos. 
Para la Lic. Maria Rosa D’Amico, miembro del equipo interdisciplinario de coordinación y supervisión de los procesos inclusivos APPI, “los trastornos de aprendizaje más frecuentes que encontramos son la dislexia, la discalculia, los trastornos por déficit de atención, los trastornos del lenguaje, la digrafía que requieren ser diagnosticados y abordados por especialistas. Estos niños requieren contar con planes individualizados de educación en las escuelas que permitan ajustar los métodos y materiales en forma personalizada.”
A pesar de la amplia información disponible sobre los trastornos del aprendizaje, en ocasiones, ni padres ni educadores registran los signos. Como consecuencia, estos alumnos no son derivados al profesional y sin un diagnóstico, son tratados como “malos alumnos”. Se les exige rendir exámenes en varias instancias evaluando los mismos contenidos; sus vacaciones se ven acortadas debido a la cantidad de materias que deben recuperar, son evaluados de la misma forma que el resto de los alumnos. No realizar las adecuaciones de acceso ni adaptaciones de contenidos significa exigir al alumno que acceda al conocimiento de una manera inapropiada para él, lo que resulta en el fracaso en la adquisición del mismo.
En nuestro país, los alumnos con dificultades específicas del aprendizaje (DEA), tienen derecho a recibir adaptaciones que favorezcan su aprendizaje. En Argentina, la Ley 27.306 garantiza el derecho de los estudiantes con dificultades de aprendizaje a recibir adaptaciones curriculares, como más tiempo para tareas y evaluaciones o el uso de herramientas tecnológicas. Sin embargo, la falta de capacitación docente, las resistencias de los padres a consultar con un profesional y la falta de flexibilidad de las instituciones para adaptar contenidos limitan su implementación, lo que genera malestar y ansiedad en los estudiantes afectados. 
No todo alumno con signos de un trastorno de aprendizaje recibe adecuaciones de contenido ni adaptaciones en las evaluaciones. Aunque la promulgación de esta ley ha sido un gran logro, si la dificultad no se detecta, el derecho del niño con un trastorno de aprendizaje no queda protegido. No es suficiente que la ley exista, es necesario también difundir información para que tanto padres como educadores estén atentos a los signos y puedan solicitar una evaluación con un profesional oportunamente. 
Según la licenciada Maria D’amico, quien se desempeña en el ámbito educativo terapéutico, “el éxito del abordaje radica en que las instituciones optimicen los recursos personalizando la enseñanza formando una red con los apoyos externos y la familia. Las adecuaciones ante estas situaciones requieren primero la detección de las necesidades del alumno con evaluaciones de especialistas para identificar el trastorno y luego poder confeccionar un plan individualizado de educación (PIE) que según las necesidades del niño cuente con Adaptaciones de acceso y/o curriculares (ajustes en el nivel de complejidad pero manteniendo los objetivos generales) o Modificaciones curriculares cuando es necesario cambiar los objetivos o metas educativas.” 
Sin embargo, a la hora de implementar estas prácticas en el día a día, se encuentran dificultades. “En las escuelas públicas, las leyes facilitan el proceso inclusivo pero la falta de recursos y personal suele limitar la implementación. En las escuelas privadas si bien se cuenta con más recursos muchas veces los estándares académicos suelen dificultarlo. Muchas instituciones se esfuerzan por ser inclusivas y es fundamental la tarea de concientización, capacitación y difusión de las adecuaciones que las instituciones y el contexto pueden hacer para posibilitar un real espacio inclusivo. Así mismo es fundamental la mirada atenta de la familia recurriendo sin temor a la consulta temprana con pediatras y/o especialistas en desarrollo y aprendizaje. ¡Hay mucho por seguir haciendo!”, señala D´amico.
La colaboración entre escuela, familia y profesionales es esencial para abordar estas dificultades y ofrecer un entorno inclusivo. Si los signos no se detectan y la derivación al profesional no tiene lugar, el alumno no recibe el trato que merece en la institución, y a la dificultad en el aprendizaje se le suma un gran malestar.