Agoreros, un puñado de economistas hace tiempo que vienen anunciando que el proceso inflacionario de la Argentina se saldrá de cauce hasta transformarse en una hiperinflación, como las que ya hemos tenido en el pasado. Predican el incendio y la catástrofe.
Hay otros, en cambio, que desde el análisis más mesurado intentan llevar calma. Entre ellos está Walter Graziano, que descarta de plano la posibilidad de que se produzca un fogonazo hiperinflacionario debido a tres razones: la inflación mensual está lejos de tener niveles del 50%; las reservas del Banco Central decrecen, pero no están exhaustas; y la demanda de dinero aún es considerable.
-¿Por qué piensa que se instaló este tema?
-Lo han instalado los economistas más liberales de extrema derecha porque les fracasa la teoría. Lo que usan como marco teórico les predice la hiperinflación, y no se está dando. Están empujando entonces la idea de que una hiper es algo inminente, cuando estamos muy lejos de eso. Es casi un pensamiento religioso, pero eso no sirve para la economía. En la vida privada sí, pero en medicina o en economía, no va. Si en medicina o economía aplicamos un pensamiento de esa índole, nos morimos. Subyace aquí la idea de que la Argentina hizo todo mal, no hizo nada bien, y como consecuencia merece sufrir una hiperinflación.
-El Gobierno relajó las metas de emisión monetaria. ¿Le preocupa?
-No es algo significativo, es apenas un 2,5% mensual de expansión monetaria. La base monetaria venía maniatada de una manera poco menos que temeraria. No podés no lubricar la economía con algo de efectivo cuando hay problemas de pago y una recesión terrible. No digo que hay que inundar con base monetaria el mercado, porque entonces sí habrá una super inflación o una hiperinflación, con un índice de entre el 10 y el 50% mensual. Pero las nuevas pautas son leves.
-¿Cómo se resuelve el problema de la inflación? ¿Avanzará el nuevo gobierno hacia las mesas de diálogo tripartito?
-Lo van a hacer. Pero esto de pisar precios y salarios puede servir unos pocos meses. Si eso es para parar la pelota y ver qué hacemos, puede funcionar. Si, en cambio, es una de las principales medidas de lo que creen que es un plan económico, entonces no va a funcionar.
-¿Qué tipo de programa habría que instrumentar?
-Es algo que hay que sentarse a diseñar cuidadosamente, no se puede decir así nomás.
-Tras las PASO tuvimos un shock devaluatorio. ¿Puede ocurrir nuevamente en octubre con las elecciones presidenciales?
-Nunca es excluyente. Puede pasar después de las elecciones, antes, al mes, cuando asuma Alberto Fernández... Estamos en una situación muy precaria. Esto hace pensar que cualquier factor que a los mercados no les guste, puede traer un nuevo sacudón en el dólar blue o en el contado con liquidación. En el mercado minorista y en el mayorista está todo más controlado. Igualmente se siguen perdiendo reservas del Banco Central.
DEUDA
-En lo que hace a la renegociación de la deuda externa, ¿qué opina de lo que se ha dado en llamar una salida a la uruguaya?
-No es tan fácil como lo están pensando. Están presentado una salida indolora para todo el mundo y no es así. El problema es a qué plazo hay que refinanciar los bonos si no hay quita de capital. Hay que hacerlo a un plazo más largo. Con quita se puede financiar a corto plazo, pero de lo contrario se necesitan muchos años. No es tan fácil como la piensan. Además, la cantidad de acreedores que hay es enorme como para pensar en una aceptación del 75% de cada una de las emisiones. Es un laburo monstruoso, algo que ni siquiera ha empezado. Esto tiene toda la pinta de empezar como un canje voluntario y terminar como un canje forzoso. Están dados todos los condicionantes para que esto ocurra.
El Gobierno se tiene que despertar y empezar a trabajar en esto ya mismo. Cuatro o cinco años de plazo no alcanzan. Hay que pensar que habrá vencimientos anuales de u$s 40.000 millones, con lo cual a los dos años el nuevo esquema puede ser impagable.
-¿Cuál estima que será la postura del FMI?
-El Fondo tiene buena parte de la culpa de lo que pasa. No sé hasta qué punto puede exigir un ajuste. Financiaron a un gobierno y no a un país. Estimo que tendrán una actitud benigna para con Argentina y tratarán de que no haya dificultades. Hay que refinanciar todo.
-El kirchnerismo tiene una vocación rupturista en estos casos. Si no hay acuerdo, ¿cómo operaría un gobierno sin crédito internacional?
-Se puede gobernar sin crédito si no hay que pagar dólares. Si hay que pagar dólares al exterior, entonces no. Hay una forma en que la respuesta es sí, se puede gobernar sin los créditos del mercado. Se puede transitar un período largo si no hay que pagar dólares al exterior. Si hay un superávit de la balanza comercial muy alto, en el contexto del actual control de cambios, se puede. Pero si hay que pagar capital, intereses de la deuda, las letes y todo lo demás, en ese caso si no hay un crédito se necesita un fuerte superávit de la balanza comercial.
-¿De cuánto debería ser el superávit? ¿Están dadas ahora las condiciones para gobernar sin el dinero del mercado?
-Con u$s 1.000 millones de superávit comercial por mes no alcanza. Y esta cifra es así algunos meses, en otros es menor. Necesitaríamos un superávit comercial de u$s 15.000 millones como piso.
KIRCHNERISMO
-En materia económica, ¿con qué cosas de las que habla Alberto Fernández acuerda y con cuáles no?
-Alberto me parece una persona muy lógica. Con lo que ha dicho no tengo ninguna objeción. La gran pregunta que me hago es que los días van pasando, el ganador es él, el tiempo transcurre y no hay equipo económico. Entiendo que lo esconda hasta que gane. No encuentro medidas coordinadas. Hay algo de que entren dólares por Vaca Muerta, algo del diálogo entre empresarios y sindicalistas. Cada vez que se hace, cuando los empresarios acuerdan precios administrados es porque antes lograron un colchón impresionante como para tirar seis meses. No descarto que antes del diálogo tripartito se genere ese colchón de precios, entonces digan sí, firmo, porque están cubiertos.
-Falta traslucir el plan.
-En lo que escuché hasta ahora de Nielsen (Guillermo), Kulfas (Matías) o Alvarez Agis (Emmanuel) sólo ví medidas descoordinadas sin un plan de fondo que debe tener, necesariamente, tres partes: cierre fiscal, monetario y externo. A partir de allí se hace un plan, con el cierre triple de eso. Se pueden pensar así políticas industriales, de sectores, laborales. Claro que no cualquiera puede. Pocos pueden. En la Argentina son contados con los dedos de una mano.
-¿Las tensiones internas del kirchnerismo pueden afectar la puesta en marcha de un programa económico para sanear las cuentas públicas?
-Cuando la necesidad aprieta, las tensiones pasan a un segundo plano. Uno puede estar disconforme con el Gobierno porque votó desde la izquierda y luego se desilusiona, pero bueno, lo lamento. No hay mucho margen para hacer cosas locas. Pero, igualmente, no basta con no hacer cosas locas para salir adelante. Hace falta mucho más.