"Esta obra tiene tanto que ver conmigo...", confiesa Mariano Taccagni casi en un suspiro haciendo referencia a "Sala de profesores", una comedia en clave musical que se presenta los sábados, a las 18.30, en el teatro El Método Kairós (El Salvador 4530). Dramaturgo, actor y director, Taccagni es además docente de Lengua y Literatura, y en esta pieza ha logrado unir sus dos pasiones. "Es uno de los trabajos más importantes de mi vida", pone en valor, ubicando a este proyecto (que además produce) en pie de igualdad con su actuación en musicales como "Drácula", "Lovemusik" o "La novicia rebelde", y con su labor de autoría y dirección en "Daliniana", "La metamorfosis" y "Edipo y Yocasta".
"Tuve guardada en mi cabeza esta historia durante mucho tiempo", confía. "Hace 25 años que convivo con la maravillosa fauna de los docentes. Y la sala de profesores siempre me pareció un lugar sumamente atractivo porque es donde se descontractura el personaje que los docentes representamos ante los alumnos. En la sala de profesores la mayoría de nosotros nos dejamos ser mucho más libremente. Yo mismo aprovecho ese espacio para distender e incluso para ayudar a los demás a relajarse. Es que el del docente es un trabajo de mucha responsabilidad, por lo que en la sala me permito jugar un poco", admite.
-Los alumnos ya no son como antes. ¿Cambiaron también los profesores?
-Los de esta obra son profesores de hoy, que deben adaptarse a los cambios sociales. Por eso aparecen temas como el de los malditos celulares en el aula. En este sentido, considero que un error muy grande en el que incurren algunos de mis colegas es pensar que los alumnos tienen que ser como eran ellos como alumnos. Eso es imposible. Todos dependemos de un contexto social, económico, político. La educación emocional está hoy muy avanzada, tiene un lugar bien ganado en la escolarización. Esto implica que el docente debe renovarse, debe contemplar la vorágine de nuevos estímulos a los que se enfrenta el alumno. En esto los docentes estamos algo atrasados todavía. Pero como todo tiempo de crisis y transición, es una etapa muy luminosa, desafiante y a la vez atractiva.
-¿Cómo delineó los personajes?
-Hay estilos muy diversos: está la profesora que recién se inicia en la carrera docente, un profe de música muy hippie que llega a la docencia por necesidad y para probar "qué onda"; hay un preceptor, la secretaria, una profesora que viene de una licencia psiquiátrica y, por supuesto, los docentes más viejos, que son los más divertidos en cuanto a personajes, los más ricos. En ellos se ve este choque entre lo de antes y lo de ahora, y la persistencia en la queja.
-¿Cómo es eso?
-Los profesores se quejan mucho, es así. En el elenco no hay docentes de escuela, por lo que tuve que hacer con los actores un gran ejercicio creativo, y les marqué dos cosas que consideraba esenciales para asumir estos roles: una de ellas eran los gritos, porque los docentes están acostumbrados a gritar en clase y en la sala de profesores no bajan el volumen. Y el segundo aspecto fue la queja. Los docentes se quejan por el frío y por el calor, se quejan si los alumnos participan mucho y si no responden. Todo ese panorama a mí me divierte sobremanera.
-¿Cuántas de las situaciones que se ven en la obra ocurrieron realmente?
-Hace tiempo venía tomando nota de situaciones que me tocó vivir pero las deseché porque, francamente, parecían inverosímiles, nadie hubiese creído que eran ciertas. Entonces traté de ir por otro lado, busqué una anécdota que actuara como disparador de un disparate que tuviera una raíz teatral.
SERES ENTRAÑABLES
En la obra, una situación fortuita obliga a los docentes a permanecer encerrados en la sala durante un día. En ese marco, un profesor que oficia de tutor en la escuela propone un juego para que las emociones empiecen a liberarse. Resignados ante lo irremediable, todos se entregan y es ahí cuando comienza el delirio. El elenco lo componen Mariela Passeri, Gonzalo Almada, Laura Montini, Alejandro Vázquez, Silvina Nieto, Marcelo Albamonte, Laura Vidal, Agustín Konsol (también autor de la música), Silvana Tomé y Mariel Rueda.
-Entre tanta risa, sobre el final sobreviene un cambio de tono.
-El final es muy tierno. Es que no quería dejar una imagen de los docentes como personas que viven pasándola mal. Me atraía la idea de mostrarlos como figuras entrañables.
-Decidió estrenar en un contexto complicado para la actividad teatral. ¿Qué lo anima?
-Sigo creyendo que el teatro es una forma de resistencia muy sólida, una resistencia desde la creatividad. La cultura, y en esto incluyo también a la educación, es el lado por el que siempre nos han querido debilitar. Por eso me juego esta carta para mostrar que el teatro sigue vivo, y la educación también. Cuanto más educados estemos, mejor vamos a poder salir adelante. Y el teatro independiente es una herramienta fundamental para lograrlo.