Opinión
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El supra-estado de excepción y fentanilo

“…estamos ricos con la multinacional de la droga…formamos parte de una nueva cultura asesina…para ustedes la muerte es un drama cristiano en la cama para nosotros es una comida diaria en una fosa en común… nosotros somos hombres - bombas…” (Márcola-reportaje cadena O Globo –líder del narcotráfico en Brasil).

El estado de excepción fue teorizado por Giorgio Agamben en relación con el abandono de lo viviente en una tierra de nadie como sucedió en el nazismo, el estalinismo, el genocidio armenio, el fascismo, etc. e incluso en los distintos procesos sudamericanos (gobernados incluso por poderes del narcotráfico) en lo que podemos llamar barbarie del siglo XXI.

El narcotráfico instala este Estado de excepción con relación al dominio de los territorios y ahora le agrega el fentanilo (opioide mucho más poderoso que la morfina y que genera gran dependencia rápidamente) transformando a todo hombre en “asesinable” y fundamentalmente dominable. La droga es una forma de control político hoy. El fentanilo es hoy un arma de control político de ciudades.

Es el poder de la muerte para conseguir el poder lo que efectivamente tiene validez.

MAQUINARIA DEL PODER

El hombre es sacrificable en la maquinaria del poder. Es un “homo sacer” en relación con lo que menciona Agamben. El “homo sacer” es un concepto que se resucita de la Ley Romana arcaica en donde la soberanía no se da sobre el territorio solamente sino sobre la vida y muerte del sujeto.

Como escribió el Divino Dante dice Marcola “…pierdan todas las esperanzas; estamos todos en el Infierno”. El fentanilo asegura mayormente ese dominio que pasa a ser político asegurando grandes cantidades de personas “zoombies” como ya sucede hoy.

Esto se puede articular al concepto de biopolítica de Foucault en donde la vida está dentro de los cálculos del manejo del poder. Es una nada y el hombre un “nadie” que se puede manipular para cualquier sacrificio.

Este poder de hoy se basa también en el sujeto ala “intemperie “y los “nadies” (concepto de G. Maci, analista y filósofo argentino) que vagan “errantes” en las ciudades.

Marcola lo expresa claramente: “…en las villas hay miles de hombres bombas”. Agamben nos enseña que este Poder soberano se ejercita sobre “la nuda vida”. La vida en su máxima inermidad e intemperie. En los anales de la historia el soberano es la ley viviente y no está obligado más por nada.

EL SUPRAPODER

El Duce, el Fuhrer, el Stalinismo, etc. ponen entre paréntesis todos los derechos individuales. El poder del narcotráfico como nueva entidad paraestatal surge desde este imperio del dominio a toda costa. El soberano no está atado a ninguna ley. El “sin límites” es la nueva dimensión.

El suprapoder que hace de los estados nacionales meras “marionetas” se instala en distintos lugares de América con una nueva legalidad en donde el hombre parece quedar cautivo.

El miedo y el dinero con su contracara que es la muerte operan como articuladores de gestión de este Poder instalado. El narcotráfico opera con gran fuerza en Brasil, Paraguay, Colombia, Ecuador, México, Perú, Bolivia y con anclajes en los grandes conglomerados urbanos como son nuestras villas y tiene terminales en distintos lugares desde countries hasta “boliches”. Incluso manejan algunos poderes ejecutivos.

Los lazos de esta gran multinacional en todos los rincones del territorio, como la define Marcola, ponen entre paréntesis todos los derechos. ¿Son un nuevo Estado dentro e incluso por sobre el Estado formal? En México, zonas de Colombia, Brasil, Bolivia, Paraguay y zonas de Perú parece ser así.

Sobre esto Marcola nos dice: “…tenemos métodos ágiles de gestión (…) si el funcionario vacila es “colocado en microondas” (…) nuestra nueva cultura asesina está ayudada por tecnología, satélites, celulares, armas modernas con la mierda de los chips, con megabytes y armas de última generación”.

LOS CLIENTES

Marcola sigue diciendo: “…nosotros no nos olvidamos que ustedes son nuestros clientes, pero ustedes se olvidan de nosotros luego de la violencia que provocamos”. Los clientes como poder soberano se basa en la “peste blanca” que se desata en la postmodernidad. Es el mercado de la carne y el dinero humano lo que importa. El fentanilo le agrega más dramatismo.

El hombre de mercado es el nuevo hombre que conquistar. Los “nadies” trabajarán para ellos, pero también los ricos serán los destinatarios de esta plusvalía.

Peste basada en los millones de “nadies” a la intemperie y de la miseria valorativa que se va proponiendo en las clases opulentas en donde la civilización alcanza una plenitud alucinatoria a través de los fetiches prestigiados: placer sin ningún límite, dinero, poder en su dimensión “pedestre” y vacía, individualismo. El narco lucra con nuestras “miserias”.

Mientras tanto las ciudades preventivas como respuesta de la comunidad organizada frente a esta barbarie desatada se retrasan. Triunfa el miedo, la enfermedad, etc.

Edificar “Ciudades Preventivas” desde cada municipio es la clave con un marketing preventivo que supere al narco-marketing en desarrollo y que tiene una gran financiación.

Desde cada municipio tomando las familias, los niños, la escuela, los centros religiosos y todos los espacios culturales. Una cultura preventiva frente a la cultura que banaliza el consumo de drogas.