Opinión
Doctrina Social de la Iglesia

El pueblo argentino y las Fuerzas Armadas

El pasado 9 de Julio asistí, con mi mujer y mi hija, al desfile militar organizado a lo largo de algunas cuadras de Avenida del Libertador. Nos ubicamos a pocos metros de Avenida Intendente Bullrich y Avenida del Libertador.

El pueblo argentino y las Fuerzas Armadas. Había mucha gente. No era una multitud, es cierto, pero tampoco “tres gatos locos”. El día soleado ayudaba. Pero no solamente había mucha gente. Había muchas familias. Lo cual da para pensar bien respecto de nuestras Fuerzas Armadas. A todos nos unía nuestra querida Patria, ahora representada en los miembros de las tres Fuerzas que estaban desfilando.

Y queríamos que nuestros hijos vieran en directo a los regimientos argentinos. Que aprendieran de sus integrantes lo que es amar y defender a la Patria. Fuera de los Veteranos de Guerra de Malvinas

(VGM), que merecidamente acostumbran ser los más vitoreados, fue muy reconocido el Regimiento de Patricios. Los tanques llamaron mucho la atención. Y el broche de oro fue el desfile del Regimiento de Granaderos a Caballo.

¡Viva la Patria!... no ‘…la libertad, carajo’!. En el corazón de los hombres, incluidos los argentinos, anida un auténtico amor patrio. Deberá ser pulido, podado, fogueado, moldeado, o lo que fuera para mejorarlo, pero ese amor a la Patria está. Ese amor a nuestra Patria remite a “lo común”, a lo que nos une, a la concordia, a la paz social, a la tradición y cultura común que compartimos los vivos con nuestros muertos. Nada más lejos que el auténtico amor a la Patria –a su vez, cristianizado– que la invocación a una libertad que no teme someter todo cuanto existe a los intereses individuales incapaces de ver más allá de sí mismos. Dicho de otra manera, la negación de la Patria, dado que ella invoca lo que hace bien a todos los argentinos, es decir, el bien común.

DOS LECCIONES

La primera lección es que, no obstante todo el proceso desmalvinizador activado a partir de 1983 y que no da tregua, los argentinos queremos a nuestras Fuerzas Armadas. Basta mencionar a la Guerra de las Malvinas, a San Martín, a Belgrano y a tantos otros –fue un acierto incluir el 17 de junio como feriado nacional para recordar y honrar a don Martín Miguel de Güemes – para que los argentinos, al menos por un rato, miremos a lo alto y pensemos y queramos cosas grandes, nobles, imperecederas. Que el pato lo pague una clase dirigente que no estuvo ni está a la altura de los notables de nuestra querida Patria.

La segunda lección es que, sin perder de vista que los argentinos tenemos (¿poco, más o menos, bastante?) de individualismo, sin embargo conservamos un núcleo de amor por lo común. Se trata de enaltecerlo, no de sofocarlo con construcciones ideológicas que siempre han fracasado.

Dios quiera que los argentinos podamos seguir participando en estos desfiles patrios y que nuestras Fuerzas Armadas reciban cada vez más el justo merecimiento que se merecen por todo lo bien hecho para forjar a nuestra Argentina en fidelidad a su tradición nacional y cristiana.