El 3 de agosto de 1967 pudo haber cambiado gran parte de la historia del fútbol argentino. Y mundial también. Platense, de formidable campaña en el Metropolitano de 1967, enfrentaba en las semifinales a Estudiantes. El partido se disputaba en la cancha de Boca, un escenario neutral. El Calamar, que había liderado la Zona B, tenía ventaja deportiva, por lo que un empate contra los pincharratas (segundos de la Zona A) lo catapultaría a la final del torneo. Dirigido técnicamente por Angel Labruna, sacó una cómoda ventaja de 3-1 en el arranque del segundo tiempo. Las huestes de Osvaldo Zubeldía mostraron una recuperación fabulosa y alcanzaron la igualdad. La clasificación todavía estaba en poder del Marrón, pero, insólitamente, el arquero Juan Carlos Hurt reaccionó ante una provocación de Carlos Bilardo y cometió un penal que Raúl Madero transformó en el cuarto tanto de Estudiantes, que luego venció en el duelo decisivo a Racing y construyó la campaña que lo llevó a ganar las copas Libertadores e Intercontinental.
Labruna había formado un Platense que se defendía bien, era muy peligroso en ataque y, por si con eso no alcanzara para llevarse todos los aplausos, le daba un trato lujoso a la pelota. El Calamar finalizó al tope de la Zona B con 28 puntos, relegando a Independiente (27), Rosario Central (26) y San Lorenzo (25). Fue el conjunto más goleador del campeonato con 40 tantos en 22 presentaciones. Le metió cuatro goles a Chacarita (4-2) y a Español (4-0) en los partidos de ese grupo y a Argentinos en el duelo interzonal. También venció a River, San Lorenzo e Independiente.
Estudiantes, por su parte, había escoltado a Racing en la Zona A por diferencia de gol. Ambos habían sumado 29 unidades, pero los de Avellaneda, en pleno esplendor del memorable Equipo de José, terminaron en la cima por sus 30 tantos a favor y 16 en contra. Los platenses sólo marcaron 24 veces y su arco cayó en 15 oportunidades. Zubeldía, el DT pincharrata, había edificado un equipo duro, ordenado y efectivo que disponía de futbolistas de gran personalidad y muy pícaros para explotar al máximo los grises del reglamento.
Zubeldía planteó el partido con la premisa de evitar que su adversario manejara la pelota. Presión y marca fuerte en toda la cancha. La estrategia empezó otorgando buenos dividendos cuando, antes de los 10 minutos del período inicial, un centro largo y pasado de Madero encontró el cabezazo goleador de Marcos Conigliaro. Platense no perdió la compostura, siguió confiando en su juego y alcanzó la igualdad a través de una excelente maniobra de Fernando Lavezzi.
Sólo 120 segundos después del empate, los pincharratas perdieron por lesión a Enry Barale. Recién iban 26 minutos de acción. En esos tiempos no estaban permitidos los cambios, salvo en caso de un inconveniente físico del arquero. Poco más tarde, el guardavalla de Estudiantes, el Flaco Alberto Poletti, no llegó a contener un centro sobre su área y apareció Carlos Bulla para establecer el 2-1. El goleador de Platense volvió a entrar en escena apenas arrancó el complemento y en una precisa maniobra de contraataque les dio a los de Labruna una ventaja que se antojaba decisiva.
Los calamares aprovechan la desesperación con la que Estudiantes se había lanzado en busca del descuento. Néstor Subiat tuvo en sus pies el cuarto gol, pero un cierre agónico de Carlos Pachamé mantuvo a salvo a los albirrojos. El Pincha no bajaba los brazos, pese a la inferioridad numérica y a la ventaja deportiva de su oponente. Dos minutos más tarde, Conigliaro sacó un centro que La Bruja Juan Ramón Verón transformó en gol zambulléndose de palomita. Un zurdazo de Bilardo hizo posible el increíble 3-3 cuando al partido todavía le quedaba media hora.
Y de pronto sucedió algo totalmente inesperado. Absurdo. Rubén Pelusa Bedogni depositó un centro en el área de Platense. Hurt embolsó la pelota sin inconvenientes. Cuando se aprestaba a ponerla en juego, se le plantó Bilardo y empezó a provocarlo. El arquero no tuvo mejor idea que darle una patada al Narigón. Sin dudarlo ni un instante, el árbitro Angel Coerezza sancionó el penal para Estudiantes. Madero le ganó el duelo a Hurt desde los doce pasos: 4-3.
La hazaña pincharrata se estaba consumando. Platense intentó llevarse a su rival por delante. No lo logró. Se le escapó la oportunidad histórica de disputar la final en busca del título. Ese 3 de agosto de ´67, por culpa de la inaudita actitud de Hurt, el Calamar perdió el partido que pudo haber cambiado la historia.
Estudiantes 4 - Platense 3
Estudiantes: Alberto Poletti; Oscar Malbernat, Ramón Aguirre Suárez, Carlos Pachamé, Enry Barale; Carlos Bilardo, Raúl Madero, Juan Miguel Echecopar; Rubén Bedogni, Marcos Conigliaro, Juan Ramón Verón. DT: Osvaldo Zubeldía.
Platense: Juan Carlos Hurt; Domingo Aranda, Leonardo Oscar Mansuetto, Jorge Recio, Juan Carlos Murúa; Gualberto Muggione, Néstor Togneri, Néstor Subiat; Fernando Lavezzi, Carlos Alberto Bulla, Luis Medina. DT: Angel Labruna.
Incidencias
Primer tiempo: 7m gol de Conigliaro (E); 24m gol de Lavezzi (P); 26m Barale (E) dejó la cancha por lesión; 33m gol de Bulla (P). Segundo tiempo: 2m gol de Bulla (P); 9m gol de Verón (E); 15m gol de Bilardo (E); 18m gol de Madero (E), de penal.
Cancha: Boca (neutral). Arbitro: Angel Coerezza. Fecha: 3 de agosto de 1967.