La situación que enfrenta la Provincia de Santa Fe en materia de criminalidad no fue generada de la noche a la mañana, es el fruto amargo de un largo y complejo proceso por el que se agudizaron desde la política falencias institucionales y culturales que favorecen el accionar delictivo. Por ende no hay remedio instantáneo que vaya a convertirla en cantón suizo; dicho así para usar la expresión del ministro de Seguridad Marcelo Saín, tan desafortunada como su propia gestión.
La palabra clave para Santa Fe es "prolijidad", porque sin claridad conceptual afirmando la consecuente aplicación de método, más disciplina para sostener con humildad y prudencia ese esfuerzo a través el tiempo, cualquier espasmo reactivo que se intente ensayar agravará el problema.
Tal observación merece el proyecto del diputado provincial santafesino Gabriel Chumpitaz, de Juntos por el Cambio, sobre lanzar al escenario una combinación de las Fuerzas Especiales Federales con la Tropa de Operaciones Especiales de Santa Fe. Esa Idea puede sonar bien en la urgencia y la desesperación de la gente, pero carece de factibilidad política, institucional y técnica en el corto plazo.
Las Fuerzas Especiales no son tales por estar dotadas de poderes mágicos, son un instrumento de precisión cuyo empleo eficiente requiere muchísima preparación y condiciones operacionales bien definidas que incluyen, necesariamente, soporte de Inteligencia.
OPORTUNIDAD PERDIDA
Quien esto escribe sirvió como Jefe de Gabinete de la Dirección Nacional de Inteligencia Criminal (DNIC) desde diciembre del 2015 hasta marzo de 2017. Por esa función e iniciativa propia, receptando experiencias pasadas en previsión de escenarios futuros, propuse a Patricia Bullrich la creación del CoFFE "Coordinación Federal de Fuerzas Especiales".
Para diseñar ese proyecto convoqué a un equipo ad honorem integrado por jefes de Inteligencia y de Fuerzas Especiales de las cuatro fuerzas federales, analistas de la DNIC, otros especialistas en Inteligencia y el invaluable aporte de militares veteranos de la Guerra de Malvinas con experiencia de cascos azules; todos ellos mejores que yo.
Si entonces el Ministerio de Seguridad de la Nación hubiese ejecutado ese proyecto cuando Patricia Bullrich lo recibió, tal vez hoy el país tendría el elemento de intervención compleja que insinúa el diputado provincial Chumpitaz.
Al no haberse avanzado en esa dirección, algo coherente con mantener en la parálisis al Sistema de Inteligencia Criminal, las Fuerzas Especiales siguen careciendo de la coordinación institucional que les permitiría compartir experiencias, doctrinas, técnicas, destrezas y entrenamientos para optimizar su rendimiento operacional específico potenciándose mutuamente.
Esa carencia institucional impide a las Fuerzas Especiales desempeñarse, en la eventualidad de la acción conjunta, con el grado de eficiencia requerido para el éxito en las operaciones complejas que les son propias; porque proyectar la acción conjunta de Fuerzas Especiales impone disponer de una preparación y entrenamientos previos que, mediante la normalización de procedimientos de uso común, permitan actuar con precisión, sincronización y elevada confianza mutua entre cada uno de sus componentes.
Mientras no se establezcan mecanismos institucionales de coordinación, las operaciones conjuntas presentan más incógnitas que certezas al momento de llevarse a cabo. Además, preparados para operar en situaciones excepcionales, que implican riesgo cierto de vidas humanas, los efectivos de fuerzas especiales requieren en relación a su entrada en acción de un contexto político y cultural de seguridad jurídica, respaldo institucional y confianza mutua en cada componente de equipo para poder desenvolverse con la concentración que exige el alto nivel de precisión que se les demanda.
Sobre ello y a tal fin es tarea de los niveles de Inteligencia (estratégico, operacional y táctico) despejar la mayor cantidad de incógnitas posibles respecto a la situación de escenario y objetivos en cada misión asignada, procurando brindar un alto grado de certeza para la correcta ejecución de las operaciones.
DEJAR CONSTANCIA
Atendiendo a la emergencia de ciertos cuadros que se dan y se darán en materia de inseguridad, demandaría cerca de un año de intensa labor dotar a las Fuerzas Especiales de la capacidad de ensamblarse, incluyendo en ello lo pertinente del Sistema de Inteligencia Nacional, para operar con eficiencia monolítica.
Por eso, más allá de mi opinión negativa sobre el gobierno de Alberto de la Fernández, voy a presentar ese mismo proyecto a las actuales autoridades del Ministerio de Seguridad de la Nación, aunque más no sea para dejar constancia, en el rechazo o la indiferencia, que tal como enseña Confucio (acertadamente citado por José Ricardo Spadaro en su libro Inteligencia aplicada y crimen organizado): "El que no se preocupa por lo que está lejano encontrará rápidamente algo peor de qué preocuparse".