Basta para observar nítidamente las diversas películas del mítico Carlos Gardel para notar que el artista posa con una guitarra creada por Francisco Núñez que fue parte de la primera serie hecha por la fábrica antes de 1913.
Este diseño de guitarra se puede ver en la mayoría de las fotografías del zorzal criollo en años siguientes, así como en los cortometrajes rodados en Argentina en 1931 y en sus películas subsiguientes. La guitarra mágicamente complementaba la personalidad del zorzal criollo debido a su forma, diseño artístico y dimensiones.
La manufactura de Francisco Núñez se distinguió por producir distintas líneas de guitarras, cada una con su propio estilo, pero todas compartiendo un distintivo mosaico de nácar en la boca, diseñado como una estrella de ocho puntas. Un punto destacado de cada instrumento era que variaban en detalles específicos.
La guitarra que Gardel pertenecía al modelo inicial, notablemente más pequeño en comparación con las series segunda y tercera. Este modelo se caracterizaba por su singular radio o curvatura en la cintura, una caja de menor altura y grosor, filetes con diseño de espiga y una distintiva forma en la cabeza del mango.
Al examinar las guitarras de la primera serie que aún existen, se nota una particularidad que las distingue: el patrón de incrustación de nácar en el cordal. Gardel siempre se mostró con la guitarra que presentaba este detalle único.
Según las crónicas de la época, cerca de 1928 la Casa Breyer regaló a los guitarristas que acompañaban a Gardel en su gira europea nuevos instrumentos, ya por entonces producidos por ellos, reconocibles por su mosaico de boca redonda. Sin embargo, Gardel continuó utilizando su icónica guitarra.
Con el paso del tiempo, varios coleccionistas y museos afirman tener la guitarra que fue de Gardel, pero al día de hoy sigue vigente la interrogante si la única que poseía se perdió en el fatídico accidente del 24 de junio de 1935, que puso fin a la vida del legendario zorzal y sus acompañantes.
Mientras tanto, si es que alguna vez se revela ese misterio de casi 100 años, quienes busquen admirar este mítico instrumento lo pueden hacer mirando la película “El día que me quieras”. Una anécdota de este film es que allí Gardel conoció a un adolescente Astor Piazzolla que vivía en New York, donde se filmó la película.
Durante el encuentro, el zorzal conoció la destreza del bandoneonista y pronostico una brillante carrera. Astor siempre recordó esa amistad y la generosidad con que Gardel lo trato en esa ocasión.