Por Walter Santoro
Estas crónicas están basadas en la correspondencia personal de Gardel y de los testigos que vivieron esta verdadera gesta junto a él, los hechos relatados ocurrieron hace 90 años y cada nota corresponde a lo ocurrido una semana antes del momento relatado.
La admiración y el cariño que recibía Gardel en Puerto Rico era conmovedor. Miles de personas se acercaban tan solo para verlo y los teatros donde se presentaba agotaban las entradas rápidamente. Así vio y describió la visita de Gardel al municipio de Ponce, la señorita Lamoutte, cronista de “Puerto Rico Ilustrado”
Como por un resorte se despertó la curiosidad general al difundirse la noticia de que en la tarde del miércoles 10 llegaría a la “Perla del Sur” Carlos Gardel, rey del tango y de la canción criolla, y artista del cinema parlante quien tanto en Buenos Aires, como en Europa y los Estados Unidos, había conquistado los laureles de su triunfo.
Acompañado de su representante y colaborador Alfredo Le Pera, de los “managers” del teatro Fox-Delicias, señores Bahamonde y Bravo Cabassa, de los jefes de policía y detectives de Ponce, y distintas comisiones representativas de nuestro mundo social y político: llegó el rey del tango a la ciudad de Ponce, y frente al artístico Coliseo del teatro Fox-Delicias, que se yergue majestuoso frente a la plaza Muñoz Rivera, cuyos alrededores estaban atestados de una inmensa y compacta muchedumbre. Gardel saludó al público que lo esperaba impaciente, les dirigió la palabra, y visiblemente emocionado por aquel recibimiento agradeció las muestras de cariño, para proseguir hasta el aristocrático hotel “Melía” con el propósito de descansar algunas horas antes de presentarse en el teatro Broadway, sitio elegido para cantar a los ponceños.
Llegó la noche y tanto el citado teatro como sus alrededores estaban llenos de personas representativas de todas las clases de nuestra sociedad deseosos de oír y, más que oír, ver a Gardel.
A las ocho y media de la noche levantose el telón y admiramos un precioso cortinaje color azul turquí, y en el cual había pintada a mano una enorme guitarra de tan rara perfección que nos hacíamos la ilusión de que tocaría sola.
En el proscenio estaban sentados los famosos guitarristas que más de una vez hemos visto en las películas, Barbieri, Riverol y Aguilar, entre ellos Gardel, luciendo los trajes característicos de las pampas de la República Argentina.
Carlos Gardel cantó tangos, mientras rasgaba las cuerdas de su magnífica guitarra y al terminar cada interpretación era premiado con sonoros y vibrantes aplausos; los gauchos tocaron sus instrumentos en el que solo usan cuerdas de tripas, dejando demostrada su habilidad como consumados guitarristas… ¡Qué guitarras! ¡Qué armonías!
EXTIENDE SU ESTADIA
La gran respuesta del público puertorriqueño hizo que Gardel extendiera su presencia en la isla hasta el día 22 de abril, realizando finalmente más de veinte presentaciones en distintas ciudades de Puerto Rico.
Para esto canceló un contrato para permanecer una semana más en esta isla en donde tiene miles de admiradores. Gardel cantará en Arecibo, Guayana y otros pueblos. Gardel tenía un contrato para actuar en el teatro Principal, de Caracas, el sábado de Gloria, pero sus representantes cancelaron el mismo para que Gardel pueda permanecer en la isla esa semana adicional.
(*) Presidente de la Fundación Internacional Carlos Gardel