El profesor Joseph Pearce es un reconocido escritor y conferencista, autor de numerosos libros sobre conversos al catolicismo que han sido un éxito de ventas. Nacido en Barking, un suburbio de Londres, está radicado desde hace años en Estados Unidos, donde da clases de literatura en la Universidad Santo Tomás de Aquino de Nashville, Tennessee.
Pearce, él mismo un converso, dedicó un libro a escritores del siglo XX que se acercaron a la fe (Literary Converts: Spiritual inspiration in an Age o Unbelief, 1999), y varias biografías de autores como Tolkien, Wilde, Lewis, Belloc y Chesterton, ésta última titulada Wisdom and Innocence. A Life of G.K.Chesteron (1996).
Precisamente a 80 años del fallecimiento de Chesterton (1874-1936), que se cumplieron el pasado 14 de junio, La Prensa lo entrevistó por correo electrónico para tener una mirada contemporánea sobre el genial escritor.
-En una reciente entrevista, usted coincidió con la idea de que estamos en medio de un renovado interés por Chesterton. ¿Qué evidencias hay de ese resurgir y por qué cree que está sucediendo?
-Estamos ciertamente en medio de un renovado interés por Chesterton. La evidencia práctica puede verse en la cantidad de libros de Chesterton que están reimprimiéndose, comparado con, digamos, veinte años atrás, así como el evidente crecimiento en el tamaño y el número de Sociedades Chestertonianas alrededor del mundo. La razón para eso es múltiple, pero en mayor medida se debe a la perdurable relevancia del escritor. Chesterton analizó los problemas que abundan en la modernidad con un ingenio y sabiduría que resulta encantador y desarmante, usando el poder de la paradoja y combinando claridad con caridad en un modo que es difícil de resistir. Su mayor potencia, me judice, es el modo en que siempre insiste en el inextricable matrimonio entre fe y razón, y usa ese matrimonio para argumentar contra los errores del modernismo. Después de leer a Chesterton somos inoculados frente al veneno del modernismo y no volveremos a confundir jamás el Heilige Geist con el Zeitgeist, el Espíritu Santo con el espíritu de la época.
-En el mundo moderno se observa un desapego individual de la fe, mientras un laicismo intolerante crece entre las sociedades. ¿Encuentra similitudes con el tiempo en que vivió Chesterton y con su obra?
-Suele decirse que cuanto más cambian las cosas, más permanecen iguales. El hecho es que el secularismo está siempre en guerra con la fe y que el laicismo está siempre en guerra con la Iglesia. Podemos verlo en la persecución de los primeros cristianos por el Imperio romano, que estableció un patrón que ha sido prevalente en la historia de la humanidad desde entonces: desde el maquiavelismo de Enrique VIII e Isabel I en Inglaterra, hasta la Revolución Francesa y su Gran Terror, así como en el siglo XX con el fundamentalismo secular de la Revolución Rusa, la Revolución Mexicana, el Tercer Reich, la Guerra Civil Española, etcétera, ad nauseam. Chesterton fue un visionario en tanto que reconoció esta realidad demasiado a menudo olvidada, enfatizando que la Cristiandad es siempre la expresión cultural y política de la Iglesia militante, la Iglesia en guerra contra las fuerzas del secularismo. ¡Pro Ecclesia contra Mundum!
FE Y RAZON
-Uno no puede menos que sorprenderse por la naturalidad con que GKC incluye fe y razón en sus reflexiones, hasta un extremo en que logra que parezcan familiares. ¿Fue la fe un tema tan políticamente incorrecto como lo es hoy? ¿Por qué cree que parece tan fácil para Chesterton abordar el asunto?
-En la vanguardia del combate de Chesterton con los errores de su época, que fueron esencialmente los mismos errores que son tan prevalentes hoy, está su realismo, en el sentido filosófico de la palabra. El está siempre en guerra con el nominalismo y el relativismo, y siempre es un defensor de la esencia racional de la realidad. Es su absoluta insistencia, en todo momento, sobre el inextricable vínculo que existe entre fides et ratio lo que lo vuelve una fuerza tan poderosa para el bien.
-¿Por qué leer las obras de GKC puede conducir a la alegría de ser cristiano? ¿Es por el descubrimiento de que aquella fe es omnipresente en sus trabajos? ¿Qué reflexión puede hacerse hacia el presente, cuando la fe ha sido borrada del debate público?
-En el corazón de la alegría de Chesterton por ser cristiano, una alegría que es contagiosa para cualquiera que dedique tiempo a sus escritos, está la conexión entre el humor y la humildad que puede verse en sus obras, una conexión que está encapsulada en la maravillosas líneas de Ortodoxia sobre los ángeles que pueden volar porque se toman con ligereza (humildad) mientras que el Demonio cae por la ley de gravedad porque se toma a sí mismo demasiado en serio (orgullo). Es este ánimo entre levitas y gravitas lo que anima la obra de Chesterton.
-Chesterton deslumbra con su erudición y su dominio de la paradoja y la ironía para ridiculizar las ideas de sus oponentes. ¿Cómo explicaría un genio como él, que fue a la vez novelista, ensayista, poeta, apologista y exitoso polemista en un rango tan amplio de temas?
-Chesterton nos asombra con su sabiduría porque ve con ojos como los de Cristo. Paradójicamente, ve con la sabiduría de Cristo porque ve con el inocente asombro de un niño. Esta es la paradoja de toda percepción. Como enseña Santo Tomás de Aquino, la humildad abre los ojos al asombro, y el asombro abre los ojos y el corazón al esplendor de la verdad y a la gloria de la omnipresencia de Dios en Su creación. Es esta apertura a la realidad, humilde y repleta de asombro (dilatatio), la que permite a Chesterton ver con esa claridad y caridad. Es por eso que él siempre nos conduce a Dios, así sea que leamos una de sus novelas o poemas, o uno de sus ensayos o biografías. Chesterton puede empezar con un trozo de tiza y conducirnos a Dios. Puede estar persiguiendo un sombrero y encontrar que está persiguiendo a Dios. Puede analizar a Dickens y encontrar a Dios, o escribir historia como si fuera Su historia. Es un escritor y un apologista para quien todo está impregnado de la grandeza de Dios.
-Una última pregunta: hemos hablado de una época en que las líneas de confrontación estaban balanceadas, mientras que hoy asistimos a una completa desproporción de fuerzas (en términos humanos, claro). Una época en que esas dos líneas aún eran claras también. Chesterton debió confrontar con el anarquismo, el socialismo, el secularismo, mientras que hoy la confusión y la ambigüedad reinan, al punto de que incluso la Iglesia parece oponerse a lo que siempre sostuvo. ¿Qué cree que Chesterton hubiera hecho hoy?
-Creo que corremos el peligro de aceptar la presunción del "progresismo" de que hay un inexorable "progreso-regresión". En otra palabras, de que las cosas van a continuar mejorando o empeorando en un sentido lineal. La cultura de la muerte parece estar en una fase de ascenso en el presente pero contiene en su esencia las semillas de su propia decadencia y muerte. A lo que asistimos no es al triunfo del "progresismo" secular, sino a su disolución, desintegración y, en última instancia, a su suicidio. Lo que los "progresistas" seculares ve como recientes triunfos políticos son de hecho la aceleración de su propia desaparición. Debemos recordar algo que Chesterton nunca olvidó, que el mal es el peor enemigo de sí mismo. Si Chesterton estuviese vivo hoy estaría haciendo exactamente lo mismo que hizo en su tiempo. Estaría exponiendo las mentiras del relativismo, el secularismo y la cultura de la muerte y mostrando a nuestra generación, como mostró a la suya, que la ortodoxia cristiana es la única solución a la disolución del mundo.