“El tema del agua es una necesidad básica sobre todo para esta zona ya que no es limpia y sana”, explicó Verónica González quien enseña en la escuela número 843, Carlos Osvaldo Ventre, en la localidad de Pampa del infierno en la provincia del Chaco.
En el corazón de Argentina, donde la aridez del paisaje se entrelaza con la resiliencia de sus habitantes, este centro educativo estatal perteneciente al ámbito rural fue epicentro de un proyecto educativo ambiental realizado por la Fundación Aguas con el fin de garantizar que los 35 alumnos que allí asisten tuvieran líquido seguro para tomar.
Desde su creación en 2015, esta organización ha trabajado incansablemente para abordar la problemática del acceso al agua potable en comunidades rurales, impactando positivamente en la vida de miles de personas. Desde su origen ha desarrollado programas de capacitación y obras en un total de 290 establecimientos educativos ubicados en las provincias de Chaco, Santiago del Estero, Salta, Jujuy y Buenos Aires, donde en la localidad de Tigre se desarrolló un humedal artificial.
La génesis de la Fundación se encuentra en la profunda preocupación de Felipe Lobert, su presidente, por las dificultades que enfrentan las comunidades rurales en el acceso a este servicio. A través de sus viajes con la Fundación Huerta Niño, Lobert fue testigo de primera mano de los desafíos que implica la falta de agua potable para el riego de huertas y, lo que es aún más alarmante, para el consumo humano.
INQUIETANTE
Inspirado por esta realidad, el directivo decidió embarcarse en la creación de un proyecto que evolucionaría hasta convertirse en la Fundación Aguas.
En sus inicios, la iniciativa se centró en la investigación y el análisis de la situación del agua en Chaco y Santiago del Estero. "El agua presentaba niveles de contaminación alarmantes. En Santiago del Estero, el 70% de las muestras superan los límites de arsénico, mientras que, en Chaco, esta cifra asciende al 80%”, señaló a La Prensa Yenith Bonilla, ingeniera ambiental y miembro clave del equipo de la ONG, al referirse sobre el impacto inicial al llegar a la región y cómo esta realidad obstaculizaba el desarrollo normal de las clases en las escuelas.
Por aquella época, Bonilla estaba realizando su tesis para una maestría en gestión de aguas y esto le permitió realizar estudios de laboratorio durante la temporada de invierno y de verano en estas dos provincias, que formaron parte de este proyecto inicial. Esto le permitió investigar tres factores cruciales: "Calidad del agua, percepción de la calidad y temas que tienen que ver con la disponibilidad y el acceso a este servicio esencial".
“Cuando llegamos a la región, las familias no contaban con el conocimiento necesario para abastecerse de agua segura. Además de la contaminación natural proveniente del arsénico existente se le sumaba la falta de educación sobre cómo lograr que el agua fuera apta para el consumo humano”, recordó la ingeniera ambiental. También se percibió que los estudiantes “desconocían que si se limpiaban las manos no debía ser utilizando todos un mismo recipiente con agua” ya que existe un alto riesgo de contaminación cruzada y propagación de gérmenes. Esto se debe a que al lavarse las manos, las bacterias, virus y otros microorganismos presentes en la piel se transfieren al agua. Si otra persona utiliza esa misma agua, puede contaminarse con los gérmenes de la persona anterior.
“Nosotros identificamos la problemática, hablamos con los docentes, con los directores de las escuelas, hacemos una encuesta de relevamiento que es transversal a todo: temas de educación, de calidad del agua, de disponibilidad y de almacenamiento. Con ese registro de relevamiento ya podemos identificar cuáles son las problemáticas y cuáles son las soluciones, explicó la especialista que a partir de ese primer contacto se pueden detectar las falencias de las localidades que visitan".
El impacto inmediato de esta situación crónica detectada en el Chaco y Santiago del Estero era que cada año surgían casos de enfermedades causadas por el agua contaminada que generaban ausentismo escolar, lo que dificultaba el aprendizaje y el rendimiento académico de los niños. A esto se le sumaban problemas de concentración y deserción escolar.
Estos alarmantes hallazgos impulsaron a la Fundación a desarrollar estrategias integrales para abordar la problemática del agua desde múltiples frentes. La construcción de cisternas y aljibes se convirtió en una herramienta clave para mejorar la disponibilidad de agua.
“Aprendimos a construir cisternas que pudieran albergar la mayor cantidad de agua. En el norte la época de lluvia es en verano por lo que durante el resto del año se les dificulta obtener agua”, subrayó la especialista. Entre los sistemas que se instalaron se cuenta el uso de canaletas colocadas en los techos de las escuelas que dirigen el agua de lluvia que cae a un filtro que la pone en condición para ser utilizada por los docentes y alumnos.
Actualmente la iniciativa lleva realizados, desde su creación hasta ahora y en el conjunto de provincias donde está trabajando, un total de 412 relevamientos de infraestructura; 508 tomas de muestra y análisis de laboratorio; 26 sistemas de cosecha de agua de lluvia construidos; tres talleres de construcción para jóvenes de Escuela secundarias; 62 reparaciones de infraestructuras escolar; han instalado 64 filtros comunitarios en escuelas y 44 filtros familiares instalados en hogares rurales. Además, para que no haya contaminación cruzada se construyeron 80 estaciones de lavado de manos.
DERECHO BASICO
"Si no hay agua, no pueden generar clases", señaló Bonilla, subrayando nuevamente la importancia del agua potable en el ámbito educativo. Luego agregó que: "La escuela tiene una gran responsabilidad y participación en este tema".
La iniciativa también destaca la importancia de la infraestructura en la disponibilidad de agua: "Muchas de las familias dependen del agua subterránea. En caso tal de que no tengan disponibilidad de agua de una perforación, el municipio les organiza a través de un camión cisterna la llegada del agua. Y en caso tal de que no les llegue el agua, ellos construyen o almacenan el agua de lluvia", explicó.
Sin embargo, un dato no menor complejiza el fácil acceso del agua por las comunidades: la distancia en que se encuentran las napas, es decir, la acumulación de agua bajo la superficie terrestre.
CUIDADO AMBIENTAL
La educación ambiental también se erigió como un pilar fundamental en la estrategia de la ONG A través de programas educativos, manuales y la innovadora "Caja del agua", la fundación ha capacitado a docentes y estudiantes sobre el cuidado del agua, su importancia para la salud y el medio ambiente, y las prácticas necesarias para garantizar su potabilidad.
También se capacita sobre el lavado de manos y la correcta utilización del agua durante el proceso.
"La parte de educación se cruza con todo, afirmó Bonilla. También destacó que: “Aparece el programa de educación para las escuelas, el manual del agua, la caja del agua. También formamos jóvenes líderes técnicos que pueden liderar estos temas".
CAMBIOS
Los estudios de calidad del agua realizados por la iniciativa también han permitido monitorear los cambios a lo largo del tiempo. Aunque la contaminación natural, como la presencia de arsénico, persiste, la fundación ha logrado mejoras significativas en la calidad del agua a través de sus participaciones.
"Después de una intervención, tomamos muestras de agua para verificar que las condiciones mejoraron", explica la ingeniera que con los resultados van “midiendo el impacto".
A pesar de los logros alcanzados, la Fundación enfrenta desafíos constantes. La dependencia de donaciones y la magnitud de la problemática del agua en regiones postergadas como Chaco y Santiago del Estero, a las que se sumó el trabajo en las provincias de Salta, Jujuy y Buenos Aires, requieren un esfuerzo continuo y la colaboración de diversos actores.
“Creamos un humedal artificial en el Tigre para filtrar la contaminación que se encuentra allí. Hay escuelas que están al lado de los lugares donde se guardan las lanchas y hay restos de aceites o combustibles”, explicó Bonilla. En estas escuelas, el agua que se extrae para la cocina no está filtrada y se utiliza únicamente para lavar los alimentos y los platos. Para cocinar, utilizan agua segura suministrada por Aysa en bidones.
Finalmente, consultada sobre cómo el agua sana ha cambiado la dinámica en las escuelas visitadas, Bonilla respondió inmediatamente que: “hay felicidad. Tanto los alumnos como los maestros y directivos muestran su agradecimiento porque ahora cuentan con algo tan básico como es el agua y con la posibilidad de continuar con su educación”.