POR WALTER MOLANO *
Si la escasez de agua y alimentos y los tipos de cambio múltiples no eran suficientes, los apagones en los grandes centros urbanos bastaron para colocar a los venezolanos al borde del abismo.
Años de mala gestión y pobre inversión empujaron a la red eléctrica a un paso del colapso. Desde su nacionalización en 2005, se convirtió a una de las empresas energéticas mejor administradas de América Latina en una de las peores. Los problemas se agravaron en 2009, con la aparición de El Niño, que produjo en gran parte de la región andina las peores sequías de los últimos 50 años.
La red eléctrica de Venezuela, que depende en un 73% de la generación hidroeléctrica, fue hincada de rodillas. Lamentablemente, el deterioro de los últimos años agravó los problemas. Ante la creciente posibilidad de una falla catastrófica, que podría sumergir al país en la oscuridad durante un período prolongado, el gobierno bolivariano decidió introducir una serie de apagones de cuatro horas de duración en las grandes zonas urbanas. Esto aliviaría al sistema por cuatro meses, o hasta el comienzo de la temporada de lluvias en mayo.
Las zonas rurales de Venezuela ya estaban sujetas a extensos racionamientos de energía y las grandes instalaciones industriales del país operaban en niveles reducidos, a fin de recortar la demanda de electricidad. Sin embargo, la red de electricidad de Venezuela no pudo mantener el ritmo. La decisión del gobierno de aplazar la expansión de los complejos hidroeléctricos de Guri y Alto Caroni fueron dos de los factores principales que limitaron la capacidad de generación del país. Sin embargo, los problemas fueron mucho más lejos.
Era mucho más que un déficit en la generación de energía. La falta de inversiones en los sistemas de transmisión y distribución también han contribuido a su caída. Por desgracia para Hugo Chávez, la sequía trajo la podredumbre de la superficie. Años de mala gestión provocaron una vasta destrucción de la infraestructura del país.
LA ERUPCION
Incrédulos ciudadanos venezolanos en Altamira espontáneamente salieron a las calles en respuesta a los apagones. Las ruidosas avenidas de Caracas se convirtieron en un estacionamiento permanente cuando los semáforos se apagaron. La gente quedó petrificada cuando empezó a considerar lo que ocurriría después del atardecer, cuando sus departamentos y condominios ya no estarían protegidos por cámaras de televisión de circuitos cerrados y cercas eléctricas. Con la tasa de criminalidad fuera de control, la idea de tener que soportar semejante caos durante otros cuatro meses era demasiado. Por ello, el país entró en erupción, estallaron las protestas.
El alguna vez político pragmático, Hugo Chávez suspendió los apagones al día siguiente. También despidió a su ministro de Energía, Angel Rodríguez. Sin embargo, muchas personas se preguntan cómo evitará el colapso de la red eléctrica sin grandes inversiones. Una calamidad que se encuentra cerca en el horizonte. La implosión virtual de la infraestructura del país es la forma en que finalmente se puede contemplar el final del presidente Hugo Chávez.
¿UNO DE CADA DOS?
Por supuesto, Hugo debería haber sido eyectado hace mucho tiempo, pero su respaldo popular sigue siendo fuerte. El índice de aprobación de Chávez, antes de los apagones, se movía cerca del 50%. Sin embargo, la combinación de los apagones y el maxidevaluación dejará sus niveles de apoyo mucho más bajos. La loca carrera para abastecerse de bienes y productos básicos antes del aumento previsto en los precios sólo exacerbó la escasez.
Para empeorar las cosas, Chávez aprovechó la situación como una oportunidad para acusar a las cadenas minoristas -como Exito, que es propiedad de un conglomerado de Colombia- de acaparamiento y especulación con los precios. A continuación, nacionalizó las tiendas, lo que no hará sino agravar los problemas.
El programa de apagones también fue politizado. El gobierno aplicó las restricciones más onerosas en los vecindarios con mayores ingresos. Esto fue demasiado para la mayoría de los venezolanos. La situación se espiralizó fuera de control.
La economía venezolana se contrajo aproximadamente un 4,5% anual en 2009, y el gobierno se prepara para otra declinación del 2% anual en 2010. Esto hará de Venezuela el único país de América Latina que sigue sumido en la recesión. La inflación oscila entre el 20% y el 25%, lo que aumenta la miseria.
TE VEO MAL
Con graves problemas en casa, un vecino que está harto de sus travesuras y la fuga de capitales en aumento, las perspectivas de Chávez no se ven bien.
Muchas personas recordarán que ésta no es la primera vez que Chávez se encuentra en un serio aprieto. Sin embargo, siempre se las había arregló para encontrar una manera de sobrevivir. Como un gato, siempre ha mostrado que tiene siete vidas. Sin embargo, Chávez se está quedando sin vidas, y la situación del país parece sombrías.
Sus políticas y su retórica son demasiado para muchas personas y la decisión de cancelar la apagones sólo aumentó la probabilidad de que la red eléctrica finalmente colapse. Como John Stuart Mills destacó más de 150 años atrás, el papel principal del gobierno es proteger a la sociedad de la anarquía. Si no lo hace, da un pretexto para la revolución. Por lo tanto, el colapso inminente de la infraestructura de Venezuela podría significar la desaparición de Hugo Chávez. En otras palabras, puede ser hora de que Chávez se vaya. ¡Go, Hugo, go!
* Analista de BCP Securities