Cultura
EL RINCON DEL HISTORIADOR

El cincuentenario de la muerte del R.P. Guillermo Furlong S.J.

Se cumplió el cincuentenario de la muerte del R.P. Guillermo Furlong S.J., que dejo una inmensa obra édita y no poca inédita que desearíamos se diera a la imprenta.

Cuando le preguntaron por 1972 a quienes consideraba sus alumnos o discípulos como historiadores respondió: “Estos dicen que son mis alumnos, pero habría que saber qué entienden por alumnos: Juan Pivel Devoto, Vicente D. Sierra, R.P. Cayetano Bruno SDB, Guillermo Gallardo, Adolfo Ribera, Héctor Schenone, Rodolfo Trostiné, Mario J. Buschiazzo, Juan Carlos Zuretti, Adolfo M. Díaz, Enrique Mario Mayochi, Félix Luna, Carlos Gregorio Romero Sosa, Eduardo Kenny, Hugo Storni y Emilio Breda”.

Conocí a la mayoría de los nombrados, muchos ya se destacaban con vuelo propio, alguno eran académicos de la historia como Gallardo y luego lo fueron Bruno, Ribera, Schenone y Luna. Me consta el reconocimiento de Mayochi, Zuretti y Romero Sosa, éste último además alentaba como Furlong a los jóvenes en sus investigaciones y su biblioteca podemos decir que cumplía las de una pública, por la generosidad con que facilitaba libros, datos y no pocas veces hasta sus propios hallazgos. El más cercano a mí en edad era Emilio Breda, que abandonó la historia por la poesía con singular éxito con sus ángeles porteños.

AMANTE DE LOS LIBROS

Por razones cronólogicas soy de los últimos supérstites que recibimos la influencia de Furlong, sus enseñanzas y continuamos recordándolo, y uso el plural para incluir en esto a Mario Tesler, colaborador de La Prensa, que acaba de publicar un pequeño volumen titulado: Guillermo Furlong. El jesuita amante de los libros.

Tesler reúne varios artículos que “no estaban en mis proyectos de investigación” y los confeccionó para cumplimentar pedidos que le fueron formulados. Así en La Prensa, la revista digital Hilario y especialmente Sánchez Labrador en la obra del Furlong que tiene un significado y una historia especial.

Según nos dice, durante la gestión al frente de la Biblioteca Nacional de Juan Sasturian, el Director de Cultura de ese organismo, Guillermo David le manifestó que estaba preparando una colección de libros y lo invitaba a colaborar en alguno con un trabajo.

En abril de 2022 el Centro de Estudios sobre Pueblos Originarios de la Biblioteca Nacional, dependiente de la Dirección de Coordinación Cultural, le informó por mail que estaban organizando una colección y proyectaban “hacer una edición del libro de Sánchez Labrador”. Se trataba de una reedición facsimilar de la obra Los indios Pampas, Puelches y Patagones que Furlong prologaba y anotado en 1936, editado por Domingo Viau y Alejandro Zona.

David le pidió a Tesler, que escribiera un texto al respecto, lo que hizo motivado por dos razones, la primera por este cincuentenario que hoy recordamos y también porque venía trabajando sobre su obra; omitiendo entiendo por pudor su inmenso cariño y gratitud.

Con “más de 80 años a cuestas y sin pedir centavo de paga” Tesler se dedicó a investigar sobre el tema, durante tres meses, después de los cuales entregó el trabajo.

Ante la falta de noticias sobre cuando iba a publicarse, consultó y las respuestas fueron siempre evasivas, hasta que el año pasado le comunicaron que “nunca llegó a concretarse la resolución de hacerlo”.

Los reclamos de Tesler “ante los funcionarios responsables” (yo habría dicho irresponsables) no valieron de nada y había trabajado inútilmente.

La Biblioteca Nacional perdió la oportunidad de hacerle un homenaje a quien tanto hizo por la historia del libro, la imprenta y las bibliotecas.

Ese trabajo ve la luz ahora en este pequeño volumen, al cumplirse medio siglo de la desaparición física del padre Furlong, que en una cuidada edición de Dunken mucho celebramos.

PROFETICO

Algo más habría que agregar casi profético en medio de los cambios en la Iglesia, a los que no fue ajena la Compañía de Jesús.

En 1974 le escribió una esquela al provincial que acababa de asumir, hombre joven “que no pensó en serlo y menos procuró”, recordándole aquellas palabras de San Pablo que monseñor Bogarín traducía libremente: “Quien quiera ser obispo, buena le espera”; a lo que agregaba Furlong: “Quiera Dios que este “buena le espera” sea para V.R. leve y llevadero”.

El destinatario de estas líneas llegó a obispo, fue monseñor Jorge Mario Bergoglio, lo que nuestro buen padre no habrá pensado que iba a ser el Sumo Pontífice, cuarenta años más tarde.

Quienes recibimos del padre Furlong los beneficios de su saber, de su tiempo siempre generoso lo evocamos en esta fecha; la Universidad del Salvador sabemos que habrá de homenajear este año a uno de sus grandes promotores, junto con la Junta Provincial de Historia de Santa Fe, y otras entidades a las que se brindó largamente a lo largo de su vida.