Apenas se ingresa al negocio de Rodríguez Peña 321 en pleno centro porteño uno se topa con un sinfín de cepillos de distinto material, tamaños y estilos. Colgados del techo, sobresaliendo de los estantes, en cajas, ahí están bien a la vista los productos de los que se nutre este local porteño desde hace más de cien años, atendiendo a clientes de todo tipo.
Está el portero que viene a comprar el cepillo que le faltaba para limpiar la escalera; el que busca el elemento de cerdas especiales para la mesa del billar del bar; el administrador del consorcio que busca el cepillo que llevan las puertas giratorias del edificio de oficinas; la chica que quiere comprarle a su novio una buena brocha de afeitar en tiempos en que las barberías y las barbas están de moda.
Y ahí al frente, siempre con una sonrisa está Jenny -así todos la llaman a Eugenia Saks- tercera generación familiar que continúa con este emprendimiento que inició don Jaime Ejtman en 1911.
"El abuelo de mi esposo Silvio vino de Europa oriental como muchos otros inmigrantes. El venía de tener una fábrica de pinceles y cepillos, es decir sabía del oficio de cepillero. Y en Argentina empezó vendiendo productos afines a la producción de ceras y acopios de frutos del país, como se decía. Tenía plumas, cera virgen, cueros, cerdas, sabía fabricar cepillos y ceras sobre todo. Se preparaban muchas ceras para las casas y departamentos. Había gran cantidad en esos años con suelos de madera. El negocio prosperó mucho, tenía depósitos en Avellaneda, de grandes dimensiones. Después se fue reduciendo, el abuelo vivió hasta los 101 años. Donde estamos ahora nos establecimos hace 60 años. Antes estábamos en Bartolomé Mitre y Callao, pero en el lugar donde estaba se construyó un edificio, y se tuvo que conseguir otro local".
- ¿Y después siguió su esposo con el negocio?
- No, una de las hijas que es la mamá de mi esposo atendió el negocio siempre. Nosotros vivíamos afuera, y cuando ella se puso grande pidió que alguien se hiciera cargo. Y así empecé yo hace unos 20 años.
- ¿Y que ofrecen?
- Tenemos cepillos de todo tipo y hemos agregado artículos de limpieza, como estamos en el centro, somos proveedores de instituciones, teatros, hoteles, el poder judicial. Los cepillos que tenemos son especiales, cepillos artesanales, desde los que se usa para barrer pisos de madera, a los que se usan para limpiar la ropa, zapatos. También la gente pide ahora que están de moda los que son para masajes corporales. Hay toda una onda ecológica, la gente usa cepillos para el cuerpo, para exfoliar, y nosotros los mandamos a hacer con fibras vegetales, fibras naturales.
- ¿Ustedes los hacen?
- Nosotros tenemos como congregado un grupo de artesanos que muchas veces financiamos para que compren la materia prima. Por ejemplo los que hacen los plumeros tienen que comprar las plumas, piden los permisos especiales y después me traen el producto elaborado. Después están quienes hacen la cerda, la cola, la madera para armar los cepillos que son muy especiales porque tienen que tener una perforación particular. Y no hay muchos que sepan hacer estas cosas. Antes había varias casas de cepillos pero ya casi no quedan, tal vez seamos únicos.
- ¿Y que materiales usan? No se deben conseguir tan fácil
- Claro, las cerdas vegetales vienen de México, y no hay muchos interesados en importarla porque la venta es chica, hay un nicho pequeño, pero nosotros seguimos fabricando esas cosas. Para limpiar parrillas, los cepillos usan una fibra que viene de Africa o la India que es muy durita. Y eso lo tiene que hacer un artesano que sepa armarlo.
- ¿Y que otros cepillos poco comunes aquí se consiguen?
- Por ejemplo tenemos cepillos para las mesas de billar. O ahora está el boom de la barba. Tuvimos que pedir que fabriquen cepillos para barberías. Ya hace unos años hay toda una onda de barber shop en Europa y Estados Unidos. Cuando se impuso acá al principio se podían importar este tipo de productos pero son muy caros. Entonces logramos que los artesanos nos hagan cepillos para la barba.
- ¿Es verdad que un buen cepillo puede durar décadas?
- Desgraciadamente para nosotros sí. Entran en el acervo hereditario de cualquier familia
- ¿Y que tiene que tener para que sea tan duradero? ¿La calidad de sus productos, la confección?
- La madera tiene que ser de buena calidad, no cualquiera, y las cerdas muy buenas. Hoy están las cosas de plástico estándar que pueden ser de China, pero no es lo mismo.
- ¿Y justamente los productos importados de China por su alta competitividad les trajo problemas?
- Nosotros siempre tuvimos un nicho artesanal, aunque acá se vende de todo. Los precios varían. Un escobillón para barrer que se compra en un supermercado sale más barato que el que se hace a mano, como usaban nuestras abuelas, que tiene otro valor. Tenemos mucha clientela que sigue barriendo los pisos bien y buscando estos cepillos. Por ejemplo un cepillo artesanal no tiene estática. Las cosas naturales son distintas. Lo mismo pasa con el cepillado del pelo. Si usás un cepillo de plástico no es lo mismo que el de cerda natural que estimula el crecimiento del pelo, es distinto.
- ¿Un cepillo de los más caros cuanto pueden salir?
- Por ejemplo ahora que volvieron los discos de vinilo, hay un cepillo para limpiar discos de vinilo de pelo de cabra, que es importado de Alemania, lo podía vender a dos mil pesos, pero ya no tengo. Los fanáticos me los llevaron todos. Hay cosas para reintegrar, pero no hay materia prima. Pelo de cabra ya no se consigue. Es el más suave que hay. Lo mismo con las cosas de barbería. Hay marcas muy famosas, cepillos ingleses que siempre hemos vendido, brochas de afeitar. Unas brochas de tejón que se hacen en Europa, hay clientes que la piden y las llevan, pero hay que cobrarlas ente 4 o 5 mil pesos, son muy caras.
- ¿Con los años se desarrolló más el hábito de la limpieza? ¿Se hacen más tipos de cepillos?
- No, hay menos variedad. La gente limpia menos. En un tiempo había más casas grandes, asistentes, se hacía un culto de la limpieza. La mujer en general no trabajaba y hacía un culto de esta tarea. Había más tiempo y más obsesión por la limpieza. Nosotros amamos a las obsesivas y obsesivos de la limpieza. Aquí son muy bien recibidos.
- ¿Y que anécdotas nos puede contar de todos estos años?
- Bueno hablando de obsesión, teníamos una clienta que venía todas las tardes y compraba un escobillón para barrer. Lo miraba, lo pesaba, comparaba uno y otro. Y un día desapareció. Tiempo después vino un señor que se presentó y contó que era el marido de la compradora compulsiva de escobillones. La mujer tuvo un brote y la habían internado. El hombre nos confesó que tenía un cuarto colmado de escobillones que nos había comprado aquí.
- ¿También vienen famosos a comprar?
- Sí hubo varios. Uno de los más recordados fue gente de la tripulación del Calypso, el célebre barco de Jacques Cousteau, el investigador del océano, que encontró acá unos cepillos muy duros que fabricábamos nosotros, similar al que se usa para limpiar parrillas. Nos pidieron uno más grande para limpiar el sarro del barco. Aquí en esta zona al haber teatro, turistas, vienen muchos interesados, algunos famosos. Por ejemplo vienen mucho los bailarines de tango para comprar unos cepillos que son para la base de la suela del zapato especial de baile que se llama cromo. Se raspa la suela con ese cepillo para no resbalarse. El turista también compra mucho. Por ejemplo plumeros no se encuentran tanta variedad en otras partes del mundo. Si uno tiene un auto de alta gama hay que cepillarlo bien, pasarle el plumero. Todavía necesitan esas artesanías.
- ¿Qué recomendaría a alguien que quiera limpiar bien su casa?
- Principalmente que tenga buena voluntad. Antes había que fregar el balde, ahora hay baldes centrifugadores donde no se hace esfuerzo, microfibras que no pegan la pelusa. Hay escobillones de goma que arrastran la pelusa de los animales y también se usan en las peluquerías. Que la persona que quiera limpiar ponga las ganas, nosotros le vendemos lo que necesite.