El arte no solo ofrece una manera de ver y comprender el mundo, sino que también se convierte en un vehículo para el desarrollo emocional, cognitivo y social. Desde la primera infancia hasta la adultez, el arte estimula la curiosidad y la innovación. La exposición a diferentes lenguajes artísticos, ya sea a través de imágenes, sonidos, palabras o movimientos, amplía las posibilidades de comunicación, expresión y pensamiento crítico.
“Todas las personas nacen creativas, aún así - como dijo Picasso- el desafío es seguir siéndolo cuando crecemos. Me gusta pensar en la creatividad cómo un músculo, si queremos que se desarrolle y se ponga fuerte, tenemos que ejercitarla, y qué mejor que el arte para poder hacerlo. Por otra parte, aprender desde los primeros años que no siempre hay una única respuesta correcta; que las formas de ver, interpretar y procesar lo que nos rodea son tan subjetivas y tan variadas como personas hay en el mundo, y que todas ellas son igual de válidas, me parece la forma más rica y respetuosa de habitar un mundo cada vez más diverso”, sostiene Ana Paula do Campo, docente de Artes Visuales y creadora de “Arte desde la Cuna” una propuesta que promueve el acceso al arte y la cultura desde los primeros años de vida.
En ese sentido, el arte visual en el ámbito educativo cumple un rol fundamental al contribuir a los procesos de simbolización y representación, parte esencial del desarrollo infantil. La educación artística permite a los niños no solo aprender a mirar y disfrutar del arte, sino también a crear, producir y compartir sus propias obras, fomentando su creatividad y autoestima.
INTEGRACIÓN
La integración de niñas y niños se potencia con las distintas actividades artísticas. Por eso, cada una de ellas tiene su rol significativo:
Así como el dibujo y la pintura permiten explorar el color, la forma y la textura, estimulando la imaginación y la creatividad, junto a las manualidades y la escultura, al involucrar la creación con las manos (modelado en arcilla o la construcción de maquetas, por ejemplo), fortalecen la motricidad fina, especialmente las manos y el miembro superior, preparándolos para la escritura. Por tanto, experimentar con diferentes materiales y técnicas es una valiosa forma para practicar agarres, trazos, fuerza, dirección y nociones espaciales.
La música y la danza y el movimiento desarrollan la coordinación, el ritmo y la expresión corporal, al tiempo que fomentan la socialización y la colaboración entre pares.
El teatro y la literatura permiten explorar diferentes personajes y situaciones, desarrollando habilidades comunicativas y empáticas. La literatura amplía el vocabulario y estimula la imaginación, ofreciendo ventanas a nuevos mundos y experiencias.
La clave está en poder poner el foco en la motivación y el propósito: que las actividades estimulen el interés y el compromiso de cada niño. Poder observar qué es lo que le convoca permite ofrecer contextos significativos que promueven aprendizajes y proporcionan experiencias satisfactorias.
A través del arte y las experiencias multidimensionales que puede ofrecer, se enriquece y profundiza la construcción de la relación entre un niño y el mundo que le rodea.
Dos ideas para potenciar la imaginación en familia con BIC Intensity y BIC Evolution:
1) Si son pequeños, comienza dibujando una forma libre grande (como si fuera una mancha), a continuación, los demás miembros de la familia deberán ir agregándole 1 detalle por turno: un ojo, un brazo, un lunar… hasta crear un monstruo entre todos.
2) Si son más grandes: recortá un pedacito de papel de aproximadamente 3x3 cm., en él vás a trazar sólo dos rayas (pueden tener cualquier forma, la única condición es que pasen de lado a lado del cuadrado) Los pequeños artistas deberán ubicar ese papelito en alguna parte de la hoja y continuar esas líneas, transformándolas en parte de su dibujo.