“No sé si la mentira es un acto de amor...a veces. Depende, porque no es todo tan blanco o negro. Creo que hay una delgada línea entre lo que decir y lo que no”, sostiene Eleonora Wexler sentada en una de las mesas del bar que funciona dentro del teatro Picadero. Vestida con un jean, una remera blanca y negra y un tapado rojo, la actriz come una ensalada -que ella misma trajo de su casa- mientras habla de su nuevo desafío: ‘La mentira’, obra escrita por Florian Zeller y dirigida por Nelson Valente, que hace algunas horas estrenó junto a Gonzalo Heredia, Lautaro Delgado Tymruk y Alexia Moyano.
“La obra plantea la historia de dos parejas que se encuentran, amigos de toda la vida. Y a partir de un hecho puntual, que es que mi personaje ve al marido de su amiga besándose con una mujer en la calle, eso despierta en ella y su pareja un planteo sobre qué hacer, si decir la verdad o no”, explica la actriz.
CUESTION DE INSTINTO
-¿La mentira es un acto de amor?
-No sé si es un acto de amor...A veces. Depende, porque no es todo tan blanco o negro. Creo que hay una delgada línea entre lo que decir y lo que no. A veces uno se guarda cosas que tienen que ver con uno, con la vida propia, lo ves todo el tiempo en el escenario. El que lo vea se va a sentir interpelado, con los vínculos en general, no solamente en relación al amor de pareja, con los amigos, en todo. ¿Hasta qué punto sos sincero?, ¿el otro tiene ganas de que vos le digas la verdad?, ¿te bancás que te digan la verdad? En ciertos casos creo que hay un cuidado.
-Usted reflexionó sobre esto, ¿a qué conclusión llegó?
-Me vi en situaciones diferentes de mi vida con amigas, con parejas. Creo que siempre hay un cierto cuidado hacia el otro, entonces digo que depende mucho de qué quiere saber el otro, si realmente quiere el sincericidio absoluto o hay veces en las que no hace falta. Hay cosas que son para uno.
-¿Usted prefiere el ‘sincericidio’?
-El sincericidio total no, no es necesario. ¿Para qué? Esta cosa de “te quiero decir todo”. No, no, yo no quiero que me digas todo. Algunas cosas ya las sé, otras prefiero no saberlas. Creo que hay una cierta sabiduría en el hecho de no aceptar ver ciertas cosas.
-¿Qué le sedujo de la propuesta?
-Me pareció inteligente y es un ping pong, tenés que estar atento, hay mucho ida y vuelta, es un diálogo de retruque, hay algo que está muy vivo en la obra. Los personajes son ricos y las situaciones son ricas, entonces la leí y dije “la quiero hacer”. Apenas la leí lo supe. Ese instinto es lo que hace que diga que sí o que no.
-¿Y, en general, usted dice más sí o más no?
-Más no que sí. Tengo la posibilidad y el privilegio, en ese sentido me siento agradecida.
-¿Cómo define a Ana, su personaje en ‘La mentira’?
-Es difícil definir a Ana, cuando la vean se van a dar cuenta. Tiene muchas capas. No pensé que era así cuando la leí pero a medida que fui transitándola y la fuimos trabajando tiene una capa y otra y otra. Es compleja.
-¿Usted tiene puntos en común con ella?
-No mucho. Eso me costó también porque es como entrar en otra sintonía y en otro registro. Además, porque la obra no es completamente naturalista, más allá de que todo sea totalmente verdadero, Nelson la corrió un poco del lado naturalista y eso también está bueno, hay un código, que por ahí era lo más difícil de encontrar.
-¿Cuál es el desafío que le presenta el personaje?
-Son un montón, porque ella va y viene muchísimo, entonces tengo que adaptarme a donde ella va y a donde ella viene, no hay un discurso. Pareciera que va por un lado y de repente cambia. Tengo que estar muy disponible para jugar a este personaje. Y eso es lo lindo. No me lo imaginaba, pensaba que era más liviana y no lo es. Es un lindo juego actoral.
ARTE COMO REFUGIO
-Es un momento difícil a nivel país, pero también hay muchas propuestas teatrales, ¿qué expectativas tiene?
-Creo que la ida al teatro es maravillosa, hay una cartelera enorme, hay espectáculos buenos de todo tipo y también el hecho de que no hubiera ficción en la televisión hizo que los actores nos volcáramos más al teatro porque tenemos que trabajar. Este es un momento muy complejo donde el apoyo a la cultura es prácticamente nulo y hay que subsistir, pero resistiremos. El teatro siempre fue un lugar de resistencia, un lugar donde yo siempre me he refugiado.
-A lo largo de su carrera formó parte de muchas ficciones televisivas, ¿extraña algo de aquella forma de trabajar?
-Re. Porque además tenías todo tipo de ficción, desde lo más popular hasta lo más elitista. Todo eso cambió, la tele se volcó mucho más al programa de entretenimiento y dejamos de tener una identidad en los canales de aire. Todo pasó a ser más globalizado. Yo justo terminé de grabar esta semana una ficción que me dio mucha satisfacción, donde la pasé muy bien, que se llama ‘Bastarda’. Es una seriela, que es como un experimento que están haciendo entre una serie y una novela. Estuvimos seis meses grabando y son 22 capítulos de un culebrón absolutamente popular. Está muy bien escrita, tiene humor pero también intriga, amor, pasión, es una mezcla. Es un experimento que están haciendo para ver qué pasa en una plataforma, cómo se acerca lo más popular de lo que era nuestra televisión, a esto nuevo que es la plataforma.
-Y además en unos días estrena ‘La mente del poder’, por Flow y TNT. ¿Qué nos puede contar?
-Es genial porque cuando me llegó la propuesta todavía no sabíamos dónde estábamos parados, fue preelecciones. Es un Presidente que es elegido y este hombre nunca tuvo que ver con la política, trabajaba en la industria farmacéutica y termina siendo el Presidente. Yo soy su mujer, que tampoco tengo nada que ver con ese mundo. Es un thriller psicológico que muestra los vínculos de toda esta gente. Hay un leitmotiv, que me parece que la define bien, que es “cuando la mente es frágil hasta el más poderoso cae”. Y, por otro lado, a fines de octubre estreno una película que quise mucho que se llama ‘Lo que quisimos ser’, que dirige Alejandro Agresti, y estoy ansiosa porque es un personaje hermoso y estar en sus manos fue un sueño.
SIN DUDAS
-Cumplió cincuenta años y lleva más de cuarenta dentro de este oficio. ¿Alguna vez dudó de ser actriz?
-Sí, es un momento sí, cuando era mucho más chica. Tenía muchas más crisis cuando era chica que ahora. Siendo adolescente estaba en un momento en el que no sabía si quería actuar, si quería hacer otra cosa, y tuve una crisis de un año. Pero justo me llamaron para hacer un reemplazo en una obra de teatro que era ‘Alta sociedad’ en el Metropolitan, y cuando subí al escenario me emocioné, algo me pasó y dije “quiero seguir por acá”. Después ya no. Me puedo enojar, me puedo amigar, pero sigo eligiendo esto. He vivido muchas cosas en mi carrera, pero el arte también es mi refugio, mi espacio. Es lo único que se hacer.
-Una de las tentaciones de los actores es experimentar en la dirección o la escritura, ¿algo de eso le sucede a usted?
-Este año quería estudiar dirección de cine. De hecho, me había inscripto y no lo pude hacer por trabajo. También tengo ganas de dirigir algo de teatro. Hay algo que todavía no sé si me picó del todo, pero tengo la intención. Lo tengo pendiente, vamos a ver si el año que viene tengo ese espacio para hacerlo, pero me gustaría incursionar, meterme en el atrás, en el armado.